jueves, 31 de julio de 2008

"Pacto de sangre 2: La maldición de la bruja", de Jeff Burr


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Pumpkinhead II: Blood Wings"/ Dirección: Jeff Burr/ Guión: Constantin e Ivan Chachornia/ Producción: Brad Krevoy y Steven Stabler/ Fotografía: Bill Dill/ Montaje: Lauren A. Schaffer/ Música: Jim Manzie/ Efectos Especiales: Beverley Hartigan, Howard Berger y Gregory Nicotero/ Reparto: Andrew Robinson, Ami Dolenz, Soleil Moon Frye, J. Trevor Edmond, Hill Harper, Alexander Polinsky, Mark McCraken, Steve Kanaly, Gloria Hendry, Lilyan Chauvin, Caren Kaye, J.P. Manoux. USA. 1994. Color. 84'

Hace unas semanas hablábamos de "Pacto de sangre". Hace unos días hablábamos de "Gritos en Oldfield". Pues ahora tenemos la segunda parte de la primera, dirigida por el director de la segunda. Y es que el mundo es un pañuelo. Y claro, los hallazgos hay que exprimirlos como sea. Porque son ir a tiro hecho y porque permiten aprovechar las ideas de otros sin necesidad de estrujarse mucho la materia gris.

Al menos eso debieron pensar algunos mandamases de la productora cuando le encargaron la secuela del filme de Stan Winston a Jeff Burr. Habían pasado seis años, tiempo más que suficiente para que Pumpkinhead hubiese calado en el corazoncito de los entusiastas de la serie b y del terror de vídeoclub.

El esqueleto argumental es muy parecido. Pumpkinhead irrumpe de nuevo para cobrar venganza, tras hechos luctuosos que acontecen sobre la "pobre" bruja que ejerce de guardiana de la criatura demoníaca. Así que el huesudo demonio tendrá ocasión de explayarse a gusto, con más brutalidad y más sangre que en la obra precedente de Winston.

De todas formas, aunque la trama presente rasgos de similitud, el tono formal es ciertamente distinto. Aquí tenemos un ritmo bastante más vivo, un humor algo más acentuado y un mayor nivel de sexualidad. Bajo mi punto de vista, todo eso ayuda a que el aspecto de entrañable serie B de la primera se vea diluido en ésta, por razón de esa artificiosidad. Seguramente a causa del hecho de que una secuela difícilmente puede conservar el carácter sorpresivo o novedoso de forma intacta, se intentan acentuar otra clase de recursos y elementos. Con ello, como digo, lo que se logra es que la obra pierda su carácter genuino y se vuelva más vulgar.


Por otro lado, los personajes (más numerosos en la secuela) tampoco consiguen resultar simpáticos, ni atractivos. Empezando por el sheriff interpretado por Andy Robinson, el inolvidable psicópata Scorpio de "Harry, el sucio". Su personaje aquí es tirando a lamentable.

Asimismo, se nota que Stan Winston no interviene para nada. Porque ni siquiera el propio Pumpkinhead está del todo bien caracterizado, pese a que (sobre el papel) a mediados de los noventa las posibilidades de los efectos especiales eran más y mejores. En cambio, contra todo pronóstico, el monstruo de esta segunda parte es más rudimentario y pobre. No impone aquella sensación de Ser tenebroso y terrible. Más culpa de la dirección que del equipo de efectos (Berger & Nicotero).

De todos modos, lo peor de todo aparece al final. La forma en que se remata la historia (y por extensión, al bicho) es cuanto menos sonrojante. Ese final parece pergeñado por un Spielberg de tercera división, que seguramente en contra de sus propios intereses, al pretender "humanizar" al ser, lo que provoca es que pierda ese carácter peligroso y temible. En otras palabras, aquí lo lacrimógeno está totalmente fuera de lugar.

Dicho todo ello, esta "Pumpkinhead II" no es una secuela del todo desdeñable. Tiene su interés, sobretodo si uno disfrutó con la original, se quedó con ganas de seguir viendo a la criatura creada por Stan Winston y no espera mucho más que pasar hora y media entretenida con un filme simpático y que se deja ver sin mayores problemas. Por lo menos, no aburre, que ya es mucho.

miércoles, 30 de julio de 2008

"Shutter", de Masayuki Ochiai


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Shutter"/ Dirección: Masayuki Ochiai/ Guión: Luke Dawson/ Producción: Gloria Fan y Sonny Mallhi/ Fotografía: Katsumi Yanagishima/ Montaje: Timothy Alverson y Michael N. Knue/ Música: Nathan Barr/ Efectos Visuales: Josh Mossotti/ Reparto: Joshua Jackson, Rachel Taylor, Megumi Okina, David Denman, John Hensley, Maya Hazen, James Kyson Lee, Yoshiko Mizayaki, Kei Yamamoto, Daisy Betts, Adrienne Pickering. USA. 2008. Color. 82'

Enésimo remake estadounidense a partir de un filme extranjero, en este caso oriental. Esta vez, le toca el turno a la tailandesa del mismo título, todavía muy reciente en el tiempo (año 2004). Un filme que no pasaba por ser la octava maravilla, pese a presentar algún que otro rasgo interesante y que conoció un relativo éxito en España. El remake posee más o menos la misma factura, salvo algún que otro (lógico) añadido.

Los mínimos cambios atañen a la nacionalidad de los protagonistas, que en el remake son norteamericanos, de viaje en Tokio. Una vez en dicha ciudad, serán pasto de los fantasmas, a partir del momento en que estos harán acto de presencia en las fotografías que revelan los protagonistas tras un misterioso accidente de coche (el chico, de hecho, es fotógrafo).

El filme sigue los trillados y característicos esquemas de las historias de terror orientales modernas, con las irrupciones del más allá en la vida cotidiana de las personas, obedeciendo a algun oscuro secreto o circunstancia que quedó pendiente y exige ser solucionada. Son tantas ya las películas con la misma disposición argumental, que uno asiste a ellas sin la menor capacidad de sorpresa.

En todo caso, Masayuki Ochiai no se entretiene en ningún caso, yendo al grano desde el primer momento, lo cual en ocasiones es de agradecer. Es más, si de algo pecaba la original era precisamente de un innecesario y artificioso alargamiento. Asimismo, la ración de sustos habitual está un poco más y mejor medida, aún dejandose caer alguno que otro en exceso gratuito.

Con todo, es tal el nivel de concisión, que casi podría decirse que algunos elementos potencialmente atractivos de la historia, están desaprovechados. Por ejemplo la llegada de la pareja a la capital japonesa, tendría que haber tenido un tratamiento más calmado. Y la irrupción de los elementos sobrenaturales, del mismo modo, haber sido introducidos de un modo más paulatino. Es una lástima que el escenario y el ambiente que propicia esa gran ciudad sea algo que apenas vemos reflejado, como contrapunto a la trama propiamente terrorífica acechando a los jóvenes extranjeros. Y es que si muchas veces se abusa del metraje para "entrar en situación", otras se quedan cortos. Y éste es uno de esos casos. Puede decirse que aquello en cuanto a lo que la original pecaba por exceso, ésta lo hace por defecto.

De cualquier manera, los momentos inquietantes están razonablemente bien introducidos, pese a lo rutinario que resulta casi todo en la peli, tanto en cuanto a la trama, como en cuanto a la forma de desarrollarla. Sin embargo, resulta fácil implicar al espectador dentro de la historia, cuando los escenarios y los objetos son tan comunes y familiares como las calles de una gran ciudad, el metro, o las cámaras fotográficas.

De entre los intérpretes destaca Joshua Jackson, sobretodo conocido por su papel en la serie "Dawson Crece". Un actor tan correcto como sosito. Su compañera de reparto, Rachel Taylor, no tan conocida y no tan correcta (porque en honor a la verdad, la muchacha es bastante mala como actriz) e igualmente sosita.


Para no romper con la rutina habitual y ser fieles a la costumbre, acabaremos diciendo que (de nuevo) estamos ante un remake innecesario, por lo poco que aporta de interesante y/o distinto al original y sobre el que ni siquiera pesa el argumento del paso del tiempo, como sí sucede en otros, puesto que la película tailandesa está aún fresca en nuestras retinas, tras su estreno hace poco más de tres años.

martes, 29 de julio de 2008

"Lucifer, el ángel maldito", de Franco Lo Cascio


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Urlo Nelle Tenebre"/ Dirección: Franco Lo Cascio/ Guión: Giulio Albonico y Franco Brocani/ Producción: Luigi Fedeli/ Fotografía: Maurizio Centini y Franco Villa/ Montaje: Fernanda Papa/ Música: Giuliano Sorgini/ Efectos Especiales: Giancarlo Serravalli/ Reparto: Jean-Claude Vernè, Françoise Prevost, Patrizia Gori, Richard Conte, Sonia Viviani, Elena Svevo, Mimma Monticelli, Franco Garofalo, Giuseppe Talarico, Filippo Perego. Italia. 1975. Color. 75'

A filmes como éste, lo de "explotación" se les queda demasiado corto. Debería más bien hablarse de "expoliación". Y es que está muy bien todo eso de aprovechar un modelo que ha tenido éxito para establecer toda clase de variaciones dotadas de mayor o menor ingenio. Pero lo que en el bodrio éste perpetra el tal Franco Lo Cascio bordea descaradamente el insulto.

Por un lado, porque el saqueo de ideas ajenas es de una falta de vergüenza asombrosa. Pero es que además, y eso es lo peor de todo, "Lucifer, el ángel maldito" es una cosa tan rematadamente mala, que cualquier asomo de plagio resulta totalmente injustificado. Al lado de esto, el "Exorcismo" protagonizado por nuestro Paul Naschy casi parece una obra maestra.

En fin, cuatro apuntes sobre el esperpento de Lo Cascio, porque tampoco vale la pena perder demasiado el tiempo. Por cierto, uno de los títulos del filme es "El retorno del exorcista" (sin comentarios). A lo que vamos:

Aquí no hay endemoniada, sino endemoniado. Pero casi todo lo demás es un batiburrillo mezquino de influencias. Desde un inicio que ni siquiera acude a la fuente primigenia de William Friedkin, sino que directamente es la copia de una copia (en este caso, de "El Anticristo" de Martino). Pero a partir de ahí, secuencias metidas con calzador, tanto en exteriores como en interiores, planificadas con nula capacidad, con el único propósito de llevar al espectador a la situación de creer que la obra maestra de Friedkin puede ser recreada por cualquiera que se lo proponga.


Por si eso fuera poco, la monjita hermana del poseído lleva el corte de pelo de Mia Farrow en "La semilla del Diablo", la madre también está caracterizada como una Ellen Burstyn de garrafón. ¡Ah! También hay por ahí un súcubo, cuya función en la historia básicamente consiste en dar al director una disculpa para mostrar a una señorita con las tetas al aire. Y para acabar de rematar el despropósito: el cura que practicará el exorcismo de rigor. Si Max Von Sydow ejercía su papel de un modo tan brillante y rotundo que resulta absurda la idea de acercarse siquiera a ese resultado, todavía es más vergonzoso que aquí se sirvan de un actor como Richard Conte, auténtico mito del cine clásico americano (aquí en los últimos meses de vida, por desgracia) para tratar de conseguir lo imposible. Da pena y sobretodo, rabia.

Si chapucero es el concepto mismo del fin y la forma de abordarlo, más lamentable acaba siendo el aspecto formal de la cinta. Actores que no servirían ni para protagonizar anuncios de detergentes, una fotografía pretendidamente tenebrista pero que se queda en patética y un montaje que más torpe no puede ser. De los efectos especiales no diré nada, porque no creo que quepa hablar de "efecto especial" si se trata de objetos que saltan por los aires arrastrados por hilos.

Total, que el bodriete en cuestión no sirve ni siquiera como parodia más o menos involuntaria. Porque comete el terrible error de tomarse en serio a sí mismo. Algo imperdonable, en estos casos. Si por algo merece ser recordada esta película seguramente es porque de la ingente cantidad de subproductos nacidos a la (alargada) sombra de "El Exorcista", ésta se lleva la palma, en lo que a pestiño infumable se refiere.

lunes, 28 de julio de 2008

"Los enigmas de Karen", de Dan Curtis


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Trilogy of Terror"/ Dirección: Dan Curtis/ Guión: William F. Nolan y Richard Matheson/ Producción: Robert Singer y Dan Curtis/ Fotografía: Paul Lohmann/ Montaje: Les Green/ Música: Bob Cobert/ Efectos Especiales: Erik Von Buelow/ Reparto: Karen Black, Robert Burton, John Karlen, George Gaynes, Jim Storm, Gregory Harrison, Kathryn Reynolds, Tracy Curtis, Orin Cannon. USA. 1975. Color. 72'

Telefilme setentero cuyos tres vértices principales son: Dan Curtis, cineasta tan adscrito al medio televisivo como al género de terror; Richard Matheson, escritor y guionista que no necesita de presentación alguna; y, por supuesto, Karen Black, intérprete principal y auténtico motor de la obra. Omnipresente a lo largo de las tres historias que conforman la antología y aprovechando sobradamente este vehículo para su lucimiento.

Es Karen Black una de esas actrices que, sin ser deslumbrantemente bella y sin poseer un talento interpretativo muy por encima de la media, sí se deja querer por la cámara. De todo ello se deduce que no haya dejado de trabajar apenas, a lo largo de los años en que ha estado en activo, pese a no haberse prodigado en exceso dentro de películas de alto nivel.

En "Los enigmas de Karen" encontramos tres episodios de terror psicológico (sobretodo los dos primeros) cuyo énfasis principal radica en el interés que transmiten las tramas pergeñadas por Matheson, más que en efectos especiales o recursos visuales llamativos. El nivel medio es aceptable, consiguiéndose un entretenimiento perfectamente válido para un producto televisivo como es éste. Naturalmente, además de la trama propiamente dicha, también destaca la presencia de la actriz, con oportunidad para desplegar diferentes registros.


Las estructuras narrativas son lineales y para nada complejas. Más bien poseen un tono teatral, por la escasez de personajes y escenarios que aparecen. Es ahí donde también se advierte la indudable influencia literaria de los guiones y del autor de los mismos.

Ahora bien, si uno de los tres capítulos que conforman la antología merece ser recordado, ése es el tercero: la pobre Karen, completamente sola en su casa, enfrentada en una sangrienta lucha a muerte contra un pequeño ídolo africano tallado en madera. Un argumento que dentro de un relato de terror suena más o menos plausible, pero que llevado a la pantalla requiere de un indudable talento (tanto en la dirección como en la interpretación) para que no resulte ridículo. Y lo cierto es que tanto Curtis como Black, lo consiguen. No cuesta imaginar el impacto que debió causar en su día (estamos hablando del año 75) en los espectadores de la época. Sobretodo el plano final (que no desvelaré), de lo más potente.

Lástima que los otros dos episodios no tengan la misma garra. De hecho, el tono es muy distinto, puesto que como ha quedado apuntado, persiguen más el efecto sorpresivo en el guión, que ninguna otra cosa. En ese sentido, es posible que se hayan quedado algo avejentados, con los años.

Con todo, esta "trilogía del terror" (atendiendo al título original) posee el encanto de los productos hechos con corrección, que no buscan romper ningún esquema, pero que sí consiguen hacer pasar un buen rato, en este caso hora y cuarto, de sano entretenimiento concebido para la pequeña pantalla.

domingo, 27 de julio de 2008

"Hatchet", de Adam Green


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Hatchet"/ Dirección y Guión: Adam Green/ Producción: Scott Altomare, Sarah Elbert y Cory Neal/ Fotografía: Will Barratt/ Montaje: Christopher Roth/ Música: Andy Garfield/ Efectos Especiales: John Carl Buechler/ Reparto: Joel Moore, Tamara Feldman, Deon Richmond, Kane Hodder, Mercedes McNab, Parry Shen, Joel Murray, Joleigh Fioreavanti, Richard Riehle, Patrika Darbo, Robert Englund, Tony Todd. USA. 2006. Color. 80'

¿Comedia?, ¿slasher?, ¿american gothic?, ¿gore?. Pues sí. Todo ello y alguna cosa más en menos de hora y media. Pero cuidado, que no es cuestión de que todos esos elementos estén más o menos apuntados y conformen una sutil mezcla. Es que cuando digo comedia, me refiero a auténtico humor gamberro y descacharrante. Y, por supuesto, también el gore es abundante y generoso. Aquí no hay medias tintas y todo alcanza su máxima expresión, de forma que la narración desenfrenada no permite ni un solo respiro. Fiel reflejo del sobrio y significativo título y de la hilarante frase promocional: "no es un remake, no es una secuela y no está basada en una japonesa".

El filme da inicio de una forma en cierto modo sorprendente, puesto que nos encontramos a dos tipos en una pequeña embarcación, dos tipos (uno de los cuales es el mismísimo Robert Englund), que son atacados por un caimán en mitad de un territorio agreste y húmedo. Y cuando uno se está preguntando si no se habrá equivocado de película, tienen lugar los primeros signos de que no, de que ese prólogo es tan sólo la primera gamberrada de Adam Green.

A partir de ahí, entramos en "harina" y nos situamos en el atractivo escenario de la peli, la ciudad de Nueva Orleans durante su célebre festividad de Mardi Gras. Entonces tienen lugar los primeros diálogos llenos de humor y detalles jocosos, procedentes de los no menos divertidos personajes que intervendrán en la historia. Todos ellos reunidos para una excursión peligrosa por el mismo paraje tenebroso que aparecía al inicio de la peli (previo mensaje amenazador en forma de divertido cameo por parte del "candyman", Tony Todd).


Sin abandonar nunca el tono de comedia, Adam Green se las ingenia para que todo lo que acontece antes de que tenga lugar la explosión de horror sangriento sea tan deliciosamente entretenido, que uno no puede más que aplaudirle. Los diálogos entre las dos "guarrillas-tontas", por ejemplo, son desternillantes. O los que tienen lugar entre los dos protagonistas masculinos, totalmente alejados del estereotipo del guaperas habitual en estos casos.

Ahora bien, desde el momento en que irrumpe en la acción el monstruoso Victor Crowley, poca broma, porque las dosis de sanguinolencia son tremendas. Aunque bien es cierto que el 90% de sus apariciones repentinas se ven venir, una vez descubrimos que Green las introduce justo después de alguna línea de guión más o menos absurda, no deja de resultar regocijante observar lo cafre y garrulo que es. Todo ello engrandecido por unos estupendos efectos especiales, obra del experimentado John Carl Buechler.

Así pues, siendo totalmente fiel y respetuosa para con los esquemas del American Gothic más característico, "Hatchet" deviene una estimulante propuesta, revestida de una modernidad bien entendida, que no se traduce en movimientos de cámara espasmódicos y que no dejan ver nada, sino que por contra, el ritmo frenético y dinámico contagia de adrenalina al espectador, permitiéndole participar de lleno en el grand guignol pantanoso pergeñado por Green.

Con "Hatchet", se demuestra una vez más que no siempre es necesario ser rabiosamente original para conseguir un producto disfrutable y estimulante. Basta con saber manejar lo que tienes entre manos.

Un cineasta que habrá que seguir muy de cerca, a tenor de lo mostrado aquí. A pesar de que su (por ahora) escasa producción parece más orientada a la comedia que al terror puro, demuestra que además de los resortes cómicos, también domina a la perfección la capacidad de provocar inquietud y de poner los pelos de punta, aunque sea a base de carcajadas nerviosas. De momento, habrá que perseguir otra de sus pelis que goza de muy buena fama entre los que la han visto: "Spiral".

sábado, 26 de julio de 2008

"Gritos en Oldfield", de Jeff Burr


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "The Offspring"/ Dirección: Jeff Burr/ Guión: C. Courtney Joyner, Darin Scott y J. Burr/ Producción: William Burr y Darin Scott/ Fotografía: Craig Greene/ Montaje: W.O. Garrett/ Música: Jim Manzie/ Efectos Especiales: Rob Burman y Anthony Showe/ Reparto: Vincent Price, Martine Beswick, Lawrence Tierney, Rick Cox, Nicos Argentiogorgis, Susan Tyrrell, Cameron Mitchell, Clu Gulager, Megan McFarland, Terence Knox, Bob Hannah, Paul Barbieri. USA. 1987. Color. 94'

También distribuida en España como "Gritos y susurros", pero para no cofundirla con la de Bergman (con la que por otro lado, tampoco tiene mucho que ver, para qué nos vamos a engañar) y porque yo siempre la he conocido con el otro nombre, así se queda. Se trata de una de esos filmes de episodios tan característicos dentro del género, pero que posee las suficientes cualidades diferenciadoras como para hacer de él algo de indudable interés para los aficionados.

Para empezar, el siempre infalible reclamo de Vincent Price, en una de sus últimas apariciones en la gran pantalla, que aquí ejerce de conductor de las historias. Pero no se quedan ahí las caras conocidas del elenco. Puesto que en la peli podemos encontrar figuras tan destacadas como Lawrence Tierney, Clu Gulager, Cameron Mitchell... O sea que en ese aspecto, se trata de un producto ciertamente atractivo.

La base sobre la que se sustentan las narraciones está constituida por la teoría de que en la población de Oldfield persiste un carácter de maldad desde su misma fundación, tras la Guerra Civil Americana. Dicho aspecto de malignidad es, por tanto, el caldo de cultivo ideal para que se produzcan toda clase de hechos sangrientos y terroríficos, narrados por el personaje de Price, que ejerce de una especie de cronista oficial de la localidad. Se trata de un punto de partida harto interesante, que nos remite de alguna forma al horror lovecraftiano, o a posteriores aproximaciones, como las de Stephen King o Peter Straub en obras como "It", "Dragón"... en las que también los lugares revestidos de maldad trascendían las típicas casas encantadas y alcanzaban poblaciones enteras.


Pese a tratarse de un producto ochentero, para nada abunda en el estilo más popular de aquellos años: el slasher. Estamos más bien ante una serie de historias a la antigua usanza, con temas como la brujería, el vudú, los fantasmas, etc. así como aspectos tan escabrosos como la necrofilia. Un poco, todo ello, al estilo de los clásicos comic books de la EC y su ambiente pulp. No obstante, las referencias a los clásicos del género también son constantes. Desde Lovecraft o Poe hasta el gran Ambrose Bierce, cuya sombra planea especialmente en la última historia, acompañando una trama que por otro lado también remite a obras como "Los chicos del maíz" de King.

Todo ello hace que "Gritos en Oldfield" constituya una antología de episodios francamente entretenida, sin llegar nunca más allá de lo que pretende cualquier producto de sus características y autoconsciente de sus limitaciones artísticas. Pero sí está hecha con oficio y sobretodo presenta un apego entrañable a las fuentes primigenias del terror moderno, especialmente, como ha quedado dicho, en una época en que el cine de terror parecía haberse situado definitivamente en unos parámetros más rutinarios y juveniles. Es casi imposible no simpatizar con un filme así, si uno es aficionado al género.

Tras la cámara, un Jeff Burr con sólo 24 años, que seguiría fiel al género con diferentes proyectos, sobretodo secuelas como "Pumpkinhead 2" o la tercera parte de "La matanza de Texas", aunque sin llegar nunca a convertirse en un director reputado. Pese a ello, continúa dirigiendo a día de hoy, sin salirse de los márgenes del terror cinematográfico.

viernes, 25 de julio de 2008

"Cujo", de Lewis Teague


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Cujo"/ Dirección: Lewis Teague/ Guión: Don Carlos Dunaway y Lauren Currier, sobre la novela de Stephen King/ Producción: Daniel H. Blatt y Robert Singer/ Fotografía: Jan De Bont/ Montaje: Neil Travis/ Música: Charles Bernstein/ Efectos Especiales: Rick Josephsen/ Reparto: Dee Wallace Stone, Danny Pintauro, Daniel Hugh Kelly, Christopher Stone, Ed Lauter, Kaiulani Lee, Billy Jayne, Mills Watson, Sandy Ward, Jerry Hardin. USA. 1983. Color. 89'

Hoy en día, cuando parece hasta cierto punto políticamente incorrecto mostrar a un animal doméstico comportarse en plan cafre, "Cujo" se disfruta como una obra ciertamente regocijante. Lástima que fuese Teague, un cineasta bastante limitado, el encargado de llevar a la pantalla la novela de Stephen King. Cineasta que, por cierto, poco después repetiría adaptando al escritor de Maine en la irregular "Los ojos del gato".

Novela que, si hemos de hacer caso a lo que dice sobre ella su autor, fue escrita en pleno período de alcoholismo, cosa que provoca que ni siquiera recuerde el proceso de su escritura. Curioso, porque se trata de una de sus historias más (a mi juicio) injustamente ignoradas. Sin llegar a los niveles de "El Resplandor", "It" o "Cementerio de animales", sí es un libro interesante. Que apunta algunas de las constantes y obsesiones que más tarde seguiría desarrollando, sobretodo en historias también protagonizadas por mujeres ("Dolores Claiborne", "El juego de Gerald", "El retrato de Rose Madder"...)

Lógico es que en la traslación al cine, algunos elementos se vean recortados, por el necesario cambio de lenguaje. En cualquier caso, lo que más llama la atención de la peli es que esté tan bruscamente separada por dos caminos narrativos tan diferenciados. Tras una primera mitad de carácter más costumbrista y donde los elementos terroríficos apenas aparecen, el horror se desencadena de repente y de forma claustrofóbica y dramática.


Es en ese aspecto donde se advierte la diferencia de soporte. En la novela, King salpica los momentos de inquietud producidos por la paulatina "degeneración" de Cujo, con las subtramas que atañen a los personajes humanos. La de la familia dueña del taller de coches, por ejemplo, en el filme es casi un mero apunte, mientras que en la novela está muchísimo más (y mejor) desarrollada. Todo ello hasta desembocar, eso sí, en la misma catarsis de angustia y drama.

De todos modos, sí hay que remarcar algún aspecto conseguido. Como la potentísima imagen que transmite el perro. Un bicho grande y bonachón, trasmutado en una fiera diabólica, de rasgos casi míticos en algunos momentos. Inquietante en verdad. Del mismo modo, esa última media hora, de tensión casi insoportable, contrasta con un desarrollo de personajes bastante menos certero. En ese sentido, Dee Wallace, poco después de su célebre papel en "E.T.", aquí se muestra como una actriz ciertamente justita, de la misma forma que sus partenaires masculinos en la peli.

Volviendo a los aspectos positivos de la adaptación, Lewis Teague sí consigue mostrar la naturaleza azarosa y caótica del mal que King muestra en su obra. Desde la misma presentación de Cujo y el origen de su maldad, que acontece de un modo tan accidental como desgraciado. De alguna forma, la historia viene a ser una plasmación de esa irrupción de lo maligno en las vidas cotidianas de las personas (y los animales). De cómo las circunstancias simplemente están ahí, suceden porque sí.

¿Es lo que le ocurre al personaje de Dee Wallace un castigo divino por su carácter de esposa adúltera? Es, de algún modo, la pregunta que queda en el aire, pero que a su vez parece ser contestada en base a la tesis anteriormente apuntada. Todos estamos sujetos a cualquier clase de catástrofe, seamos "buenos" o "malos".


En definitiva, sin ser una de las mejores adaptaciones que se han hecho a partir de textos del célebre autor de best sellers terroríficos, sí es una obra absolutamente digna y con todo el carácter de producto consistente y efectivo, dentro del género. Tal vez en manos de otro cineasta algo más capaz, hubiese podido ser incluso mejor, en lugar de presentar esa factura que en algunos momentos roza "lo telefílmico", pese a contar con una muy aceptable fotografía de Jan De Bont.

jueves, 24 de julio de 2008

"El asesino de la isla", de J.S. Cardone


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "The Slayer"/ Dirección: J.S. Cardone/ Guión: William R. Ewing y J.S. Cardone/ Producción: Eric Weston/ Fotografía: Karen Grossman/ Montaje: M. Edward Salier/ Música: Robert Folk/ Efectos de Maquillaje: Robert Short/ Reparto: Sarah Kendall, Frederick Flynn, Carol Kottenbrook, Alan McRae, Michael Holmes, Paul Gandolfo, Newell Alexander, Ivy Jones, Jennifer Gaffin, Richard Van Brakel y Carl Kraines. USA. 1982. Color. 86'

Dos parejas llegan a una isla agreste y medio ruinosa. Lo que promete ser un viaje tranquilo y relajante se convierte en la previsible retahíla de asesinatos a cual más salvaje, por obra y gracia del asesino misterioso de rigor. Todo ello aderezado con el extraño comportamiento de uno de los personajes, una artista aquejada de horrorosas pesadillas premonitorias que le vienen persiguiendo desde la infancia.

El filme de Cardone es un slasher más o menos vulgar. Ni del todo desdeñable, ni especialmente lucido. A partir de un casi descarado aprovechamiento del escenario, construye esta historia, aburrida por momentos, aunque con algún que otro momento inspirado.

Lo del descarado aprovechamiento viene a que está muy bien explotar un marco tan atractivo como es el de esa isla sombría y semiabandonada. Pero de ahí a entretenerse prácticamente dos tercios de la peli en "pasear" a los personajes de un lado a otro, buscándose entre ellos y sin llegar a ningún sitio ni que les pase nada... media un abismo. Ahí Cardone se pasa. Sin que sirva de excusa la escasez de medios.

Y es que, no lo olvidemos, la gracia de los slashers, además de que los asesinatos estén resueltos con más o menos imaginación (en este aspecto, "El asesino de la isla" no es una maravilla, pero tampoco un desastre, puesto que las muertes son aceptablemente aparentes), no hay que perder nunca de vista las secuencias de transición, que son las que al fin y al cabo sostienen la mayor parte del metraje. Como ha quedado dicho, aquí dichas secuencias son casi interminables caminatas sin ton ni son por estancias en penumbra y parajes más o menos siniestros de la isla. Por otro lado, tampoco los actores ayudan a que el invento resulte mucho más creíble.


Con todo, no sería justo olvidar destacar algún punto de relativo interés, como la patente preocupación de Cardone por otorgar de prestancia visual (limitada, pero apreciable al fin y al cabo) alguna de las secuencias. Del mismo modo, el personaje principal ya descrito de la pintora con pesadillas resulta un cierto hallazgo que otorga algo de consistencia a la trama.

Igualmente remarcable es la atmósfera que los escenarios naturales y brumosos otorgan. Sobretodo presente en el momento de la llegada de los protagonistas al lugar, así como en los primeros acercamientos al entorno. El problema, como ha quedado dicho, es que el director se recree tanto en ello, obviando otros aspectos narrativos.

La dirección en sí fluctúa entre lo correcto y lo cutre. En ese sentido, no se entiende demasiado bien la utilización de la banda sonora en algún que otro pasaje, lo mismo que algunos planos sin demasiado sentido, como el propio plano final de la niña, tan efectista como absurdo. O los mismos diálogos, escritos con dejadez y como por obligación. Al menos, hasta que llega el momento en que la historia prescinde de ellos, ya sin disimulos.

"El asesino de la isla" no es, por tanto, una obra que deba pasar a la historia del género, en ningún caso. Pero sí merece al menos un visionado, si uno es aficionado al slasher ochentero, puesto que presenta el interés de suscitar la curiosidad de completistas que busquen más una correcta adaptación sobre esquemas reconocibles, y no tanto encontrarse algo sorpresivo y distinto.