viernes, 28 de marzo de 2008
"Palabras encadenadas", de Laura Mañá
FICHA TÉCNICA:
Dirección: Laura Mañá/ Guión: Laura Mañá, Fernando de Felipe, Jordi Galcerán/ Producción: Carlos Fernández, Julio Fernández/ Fotografía: Xavi Giménez/ Montaje: Luis de la Madrid/ Música: Francesc Gener/ Efectos Especiales: Enric Masip/ Reparto: Dario Grandinetti, Goya Toledo, Fernando Guillén, Eric Bonicatto, Blanca Apilánez. España 2003. Color. 87'
Una nueva adaptación de obra teatral moderna al cine. En este caso, un texto de Jordi Galcerán, que la actriz y directora Laura Mañá ha llevado a la pantalla grande con suerte irregular.
Por un lado, dentro del aspecto interpretativo, fundamental en cualquier texto de origen teatral que se precie, el resultado no acaba de ser todo lo potente que se desearía. Mientras Darío Grandinetti sabe extraer todo el jugo a su personaje, caracterizado por una dualidad que juega con el espectador desde el primer hasta el último minuto de metraje, por contra Goya Toledo se muestra incapaz de conseguir el mismo nivel de intensidad, haciendo que su personaje, asimismo dual y equívoco, avance a bandazos dentro de la obra.
El filme no cuenta nada nuevo. Un (presunto) asesino en serie que mantiene en jaque a su ex-mujer y a la policía, con la particularidad de que el espectador nunca termina de saber si realmente todo lo que el personaje muestra es cierto, o bien una escenificación, dentro de la trama.
Mañá estructura la narración en tiempo presente y en flashbacks, que permiten dotar al filme de un cierto dinamismo. Sin embargo, falla en aspectos tan esenciales como la puesta en escena y los propios aspectos visuales, excesivamente "preciosistas" y diseñados con un distanciador toque de modernidad en colores, decorados, etc. Esta historia requería escenarios más sórdidos y una cámara más incisiva y nerviosa. Especialmente en toda la parte que transcurre durante el secuestro y el juego de poder entre los dos protagonistas, al más puro estilo "Hard Candy", para entendernos. También puede decirse que no todo en la película mantiene el buen nivel del arranque, con un excelente monólogo ante cámara del protagonista. Lo cierto es que globalmente no existe un equilibrio demasiado definido entre una puesta en escena teatral y la estrictamente cinematográfica, circunstancia que se me antoja como el mayor lastre de la adaptación.
Aparte está el hecho ya comentado de que no todos los intérpretes están igualmente acertados. Y es que si Goya Toledo no acaba de cumplir las expectativas, poco más puede decirse de la pareja de policías, con Fernando Guillén a la cabeza, en una interpretación que se me antoja terriblemente rancia y anquilosada, contrastando con el estilo interpretativo de Grandinetti, mucho más intuitivo y natural.
En cualquier caso, no nos engañemos, aquí lo fundamental es que la intriga funcione. Y en cierta medida, sí lo hace. Tal vez, llega un momento en que la única duda, la más importante, es decir: el saber si el personaje de Grandinetti es o no es quien aparenta ser y cómo se va a resolver dicha cuestión, finaliza de un modo en exceso previsible. En ese sentido, casi todas las variaciones sobre este tipo de historias ya nos las sabemos de memoria, partiendo de precedentes como "Sospechosos habituales", "Las dos caras de la verdad" y demás thrillers con más o menos sorpresas y giros inesperados en el guión.
Con todo, no puede hablarse de película fallida. Se trata de una obra irregular pero correcta, perfectamente apta para pasar un rato distraído, sin mayores exigencias. De hecho, en un género como el que nos ocupa, tremendas bazofias nos hemos tenido que tragar procedentes del otro lado del mar en el transcurso de los últimos años. Ya estaría bien que todas tuviesen el nivel medio de esta "Palabras encadenadas".
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