viernes, 27 de junio de 2008

"Colmillos asesinos", de Robert A. Burns


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Mongrel"/ Dirección y Guión: Robert A. Burns/ Producción: John Jenkins y Lin Sutherland/ Fotografía: Richard Kooris/ Montaje: Ivan Bigley/ Música: Ed Guinn/ Reparto: Janis Dickerson, John Dodson, Terry Evans, Dennis Hill, Jonathan M. Ingraffia, Daniel Medina, Catherine Molloy, Mitch Pileggi, Aldo Ray, Andy Tiernan, Rachel Winfree. USA. 1982. Color. 86'

Otra de perros conflictivos. Aunque no podemos hablar en ningún caso de un filme parecido para nada al anteriormente reseñado de Curtis Harrington, ya que argumentalmente no tienen nada que ver el uno con el otro. El que nos ocupa hoy fue dirigido en el año 1982 por Robert A. Burns en lo que supuso su debut como director y prácticamente su única obra en dichas labores. Eso sí, en modo alguno podemos hablar de un inexperto, en lo que a cine fantástico se refiere.

Y es que Burns tiene una trayectoria más que respetable, en diferentes áreas y disciplinas, como son las de director artístico, autor de efectos especiales, montador, diseño de producción, guionista... hasta ha hecho de actor. Y todo ello en filmes no precisamente desconocidos. Así, podemos encontrar su nombre entre los créditos de pelis tan apreciadas como "La matanza de Texas", "Las colinas tienen ojos", "Re-Animator", "Aullidos", etc.

Pero en este caso, sí se puso tras la cámara para asumir la máxima responsabilidad de este pequeño, modesto y no del todo conseguido filme, que asimismo supuso también la primera aparición importante de un actor como Mitch Pileggi ("Expediente X", "Shocker"...)

"Colmillos asesinos" da comienzo con la llegada de un nuevo inquilino, un joven agradable y bien dispuesto, a una casa en la que conviven distintos personajes, la mayoría de ellos jóvenes. Por ahí también anda el propietario del chucho al que hace alusión el título, no del todo apreciado por el resto de habitantes. Y es que se trata de un animal eminentemente agresivo y con bastantes malas pulgas.


De todos modos, a diferencia de otras obras de similares aspectos argumentales, aquí el perro no es tanto el centro absoluto de la narración, sino más bien un cierto desencadenante de situaciones terroríficas. Más concretamente, la muerte del perro cuando acaba de atacar a uno de los chicos. A partir de ese momento, el microcosmos que conforman los miembros del inmueble se verá irremadiablemente alterado, especialmente en lo que atañe a uno de ellos, que siente auténtico pavor por la especie canina y que recibirá visitas de ultratumba (ahí queda eso) del bichejo.

Lo mejor que podemos decir de esta obra es que presenta una trama con indudables rasgos de originalidad. No se trata de la típica historia con bicho maligno que se va cargando a los más o menos incautos personajes.

Eso sí, tampoco sería justo atribuírle muchas más virtudes, sobretodo a causa del pobre acabado formal que presenta, en general. Una dirección muy monocorde y que para nada aprovecha todas las posibilidades que brinda el argumento. Por contra, sí es de agradecer un primer tramo de cierto interés, en el que ese minúsculo universo de individuos que viven juntos queda apreciablemente bien retratado.

El problema es que nos hallamos ante un filme cuyo primer objetivo debe ser siempre el de asustar. Y por lo visto, da la sensación de que Burns tan sólo se acuerda de eso en escogidos momentos, provocando un desequilibrio demasiado evidente en cuanto al tono general de la película, que salta bruscamente de una atmósfera realista y con ritmo pausado, a convertirse en algo mucho más forzado y poco creíble.

Una lástima, por tanto. Lo que podía haber llegado a ser un digno precedente a historias tan potentes como "Cujo" (que tan sólo tardaría un año en llegar), así como un vehículo para desarrollar distintas opciones, casi todas ellas prometedoras, se queda en una olvidable curiosidad que sólo merece la pena si se dispone de una ingente cantidad de tiempo para perder.

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