sábado, 21 de junio de 2008

"Sweeney Todd", de Tim Burton


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street"/ Dirección: Tim Burton/ Guión: John Logan, según el musical de Stephen Sondheim y Hugh Wheeler/ Producción: Patrick McCormick/ Fotografía: Dariusz Wolski/ Montaje: Chris Lebenzon/ Efectos Especiales: Joss Williams/ Diseño de Producción: Dante Ferreti/ Reparto: Johnny Depp, Helena Bonham-Carter, Alan Rickman, Timothy Spall, Sacha Baron Cohen, Jamie Campbell Bower, Laura Michelle Kelly, Jayne Wisener, Ed Sanders. USA-Reino Unido. 2007. Color. 116'

Realmente parece una historia creada a propósito para ser adaptada por Burton. Todos y cada uno de los resortes argumentales, la ambientación, el tono oscuro y sangriento... En definitiva, un vehículo excelente para demostrar que el cineasta californiano (por cierto, qué poca pinta de californiano tiene) es mucho más que un creador infantiloide, cosa que más de uno y de dos despistados le han achacado a lo largo de su trayectoria.

Así, tras dos obras tan notables y afortunadas como "La novia cadáver" y "Charlie y la Fábrica de Chocolate", que demostraban el buen momento de forma del director y que a su vez sucedieron a aquella joya llamada "Big Fish" en la que Burton desnudaba su alma de artista y de ser humano más que en ninguna otra ocasión, era el momento apropiado para trasladar a la pantalla este popular musical. Nadie mejor que él para dirigirlo. Y por supuesto, nadie mejor que Johnny Depp para protagonizarlo.

Un Johnny Depp que viene a ser el alter ego de Burton, por aquello de la excentricidad y la valentía que siempre imprime a sus interpretaciones. Una excentricidad que, de nuevo, muchas veces se confunde con infantilismo, de nuevo equivocadamente. Cada uno de los personajes "raros" interpretados por Depp, poseen su propia idiosincrasia. Sus propios rasgos definitorios y que le dan valor. De esa manera, nada tienen que ver su Eduardo Manostijeras o su Willie Wonka, con su Jack Sparrow o este Sweeney Todd.

En esta ocasión, Depp adquiere toda la prestancia diabólica y fatalista que requiere su personaje, acentuando incluso dichos rasgos y eliminando el cierto humorismo que estaba más presente en el musical. Ahí Burton también ha tenido mucho que ver, naturalmente.


Un Burton más que nunca inspirado en la puesta en escena, en esa ambientación lúgubre y a la vez tremendamente atrayente. Sin cortarse un pelo a la hora de mostrar toda la virulencia y brutalidad que precisa la venganza de Benjamin Barker/Sweeney Todd hacia todos aquellos que tuvieron algo que ver en el terrible y doloroso pasado que le persigue.

Seguramente el aspecto en el que más flojea la película es en el apartado estrictamente musical. Algo que, en cualquier caso, cabe achacar de forma directa al libreto original de la obra. Las canciones aquí no son tanto piezas individualmente apreciables, como vehículos narrativos tan importantes como los propios diálogos. Las canciones no están hechas para adornar la historia, sino para contarla. En ese sentido, importa más lo que se dice que cómo se dice.

Por otro lado, la trama principal es tan potente y fundamenta de tal modo la obra, que la trama paralela del joven enamorado de la hija de Todd resulta un pelín anodina. En esa línea, el actor que interpreta a Anthony (Jamie Campbell Bower) no posee ni de lejos el carisma de la pareja principal, en la que por cierto, Helena Bonham Carter dista mucho de ser un mero acompañamiento de Depp. Su personaje y su creación de la cutre pastelera cómplice de Todd, seguramente es de lo mejor que le hemos visto en los últimos años a la actriz británica.

En el apartado de villanos, tanto Timothy Spall como Sacha Baron Cohen y Alan Rickman cumplen con solvencia (raro sería que no lo hicieran, puesto que son apuestas seguras) sus papeles. Pese a ello, es posible que, aquí también, todos ellos palidezcan en cierto modo al lado de la magnética presencia de Depp.

Dentro del aspecto visual, resulta especialmente llamativo el contrapunto entre los tonos más oscuros y grises en los que Burton sitúa a Sweeney Todd y los algo más cálidos y luminosos que sirven para retratar "el resto del mundo". Algo que sirve perfectamente para situar al espectador en el vértigo de esa enfermiza sed de venganza que arrastra al protagonista (y a nosotros con él) hasta desembocar en la explosión final de (ahí sí, coreografiada de modo siniestro) la cadena de asesinatos, que finalizarán con la potentísima y asoladora imagen de ese Johnny Depp totalmente cubierto de sangre, más inmerso que nunca en el abismo de su propia fatalidad.


"Sweeney Todd" es, por tanto, una nueva muestra del talento visual y narrativo de Burton y un auténtico festín para sus seguidores, amén de un presumible ladrillo para sus detractores. Después de verla, a uno le queda la sensación de que sus posibilidades creativas conforman un filón inagotable, ya sea a partir de historias propias, como ajenas. Y que aquel bajón que supuso su innecesario y flojo remake de "El planeta de los simios" está más que olvidado. Que continúe por muchos años haciéndonos disfrutar de esta manera. Y si puede ser junto a Johnny Depp, mejor que mejor.

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