"El actor del terror", de Norman T. Vane

FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Frightmare"/ Dirección y Guión: Norman Thadeus Vane/ Producción: Callie Wright y Patrick M. Wright/ Fotografía: Joel King/ Montaje: Doug Jackson/ Música: Jerry Mosely/ Efectos Especiales: Chuck E. Stewart/ Reparto: Ferdy Mayne, Luca Berkovici, Nita Talbot, Leon Askin, Jennifer Starrett, Barbara Pilavin, Alan Stock, Twyla Littleton, Joe Witherell, Jane Lee Orcutt, Carlene Olson, Scott Thompson, Donna McDaniel, Jeffrey Combs. USA. 1983. Color. 82'

Para poder pasar un rato mínimamente entretenido con este filme tendrían que inventar una máquina del tiempo, que te trasladase a la década de los ochenta y en concreto a un vídeoclub bien surtido (en aquella época casi todos lo estaban) del que pudieses pillarte siete u ocho pelis para pasar el fin de semana. Entre todas ellas, podría estar ésta. Así, en mitad de una sesión contínua, podría pasar más o menos desapercibida.

Ahora bien, si se trata de analizarla de manera singular, como obra adscrita al género terrorífico y nada más, entonces merece un suspenso de tomo y lomo. Es francamente aburrida y con generosa cantidad de factores (sobretodo argumentales) que incluso la hacen bastante estúpida.

Tenemos a una vieja gloria del cine de terror (aquí podríamos imaginar la figura de un Bela Lugosi venido a menos, por ejemplo, puesto que en la vida real acabó en ese plan) que llega al final de sus días con el ego subido a la cabeza y evidentes dificultades para separar lo que es la interpretación, de la vida real. En una palabra: un viejo icono del terror clásico, totalmente ido de la olla. En ésas que al pobre hombre le sorprende la muerte. Al menos, la muerte aparente. Y en ese punto aparece el inevitable grupo de jovenzuelos iconoclastas y con mucho tiempo libre. Jovenzuelos a los que no se les ocurre mejor idea que robar el ataúd del (¿difunto?) actor y correrse una juerga nocturna con él de cuerpo presente. Ni que decir tiene, que el muerto se suma a la juerga a su peculiar modo: esto es, cargándose a los gamberros.


El punto de partida podrá parecer más o menos interesante y más o menos prometedor. Pero lo cierto es que el desarrollo es aburridísimo. Además, determinados recursos narrativos rozan lo ridículo, con pretendidos mensajes de ultratumba en forma de vídeos caseros, ataúdes flotantes que persiguen a los personajes... lo dicho, un despropósito detrás de otro. Para colmo, ni las muertes resultan impactantes, ni los personajes poseen ninguna clase de atractivo.

Total, que en este caso nos hallamos ante un producto con vocación de serie B, pero sin el más mínimo encanto que lo asocie a los ejemplos más granados de dicha etiqueta. Sobretodo a causa de su torpe y plomiza factura narrativa. Ni siquiera las gotas de comedia hacen demasiada gracia, o la presencia del actor principal, el experimentado (aunque desconocido en España) Ferdy Mayne. Nada que ver con el carisma de un Vincent Price o un Boris Karloff. Por cierto, que escondido entre el reparto se puede encontrar a un principiante Jeffrey Combs, poco tiempo antes de hacerse célebre con "Re-Animator".

Con todo, "El actor del terror" puede quedar como un subproducto más o menos agradable ante algún espectador poco exigente. De hecho, el aspecto visual del filme no es del todo desaprovechable. De ahí el comentario hecho al principio, en la línea de que se trata de una película que, entre otras más notables, podría adquirir visos de interludio simpático.