domingo, 31 de agosto de 2008

"30 días de oscuridad", de David Slade


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "30 Days of Night"/ Dirección: David Slade/ Guión: Steve Niles, Stuart Bettie y Brian Nelson, sobre la novela gráfica de Steve Niles y Ben Templesmith/ Producción: Sam Raimi y Robert G. Tapert/ Fotografía: Jo Willems/ Montaje: Art Jones/ Música: Brian Reitzell/ Diseño de Producción: Paul D. Austerberry/ Efectos Especiales: Jason Durey/ Reparto: Josh Hartnett, Melissa George, Danny Huston, Ben Foster, Mark Boone Junior, Mark Rendall, Amber Sainsbury, Manu Bennett, Megan Franich, Joel Tobeck, Elizabeth Hawthorne, Nathaniel Lees, Craig Hall, Chic Littlewood, Peter Feeney, Min Windle, Camille Keenan. USA, 2007. Color. 113'

Los tiempos avanzan que es una barbaridad y los mitos clásicos del género no quieren quedarse atrás, de ahí que también parezcan impelidos por una necesidad perentoria de adquirir nuevos bríos y velocidades. Así, si en los últimos años hemos asistido a una progresiva aceleración motriz de los zombies, que antaño se movían de manera torpe y desangelada, ahora es el turno de los vampiros, que se han vuelto de lo más hiperactivo. De hecho, los vampiros de "30 días de oscuridad" se contemplan casi como híbridos entre las criaturas sedientas de sangre de toda la vida (más o menos) y los actualísimos "infectados" de recientes filmes post-apocalípticos que todos tenemos en mente.

También es cierto que en el caso que nos ocupa, el lenguaje del cómic tiene mucho que decir (no en vano el filme está basado en uno), pero también la necesidad de contentar a un público eminentemente juvenil, acostumbrado a los videojuegos y más proclives a la adrenalina que a la tensión contenida.

Se esperaba con interés este segundo trabajo del británico David Slade, tras su aclamado (excesivamente, para mi gusto) debut con "Hard Candy". Para ello, se sirve del protagonismo de un Josh Hartnett que persiste en tratar de demostrar que ya ha dejado atrás la etapa juvenil, a pesar de sus perennes rasgos adolescentes y recién ingresado en la treintena. En casos como "La Dalia Negra", tal circunstancia era un obstáculo insoslayable. Aquí, sin embargo, consigue dar el pego con mayor fiabilidad.


Los aspectos argumentales de "30 días de oscuridad" la emparentan directamente con el western. Con esa clase de westerns opresivos, del estilo de "Río Bravo", que también narraban situaciones de asedio y con los que cineastas como Hawks habían conseguido hacer evolucionar los westerns más "abiertos" y ceñidos a escenarios amplios. Circunstancia que, indefectiblemente, nos lleva a pensar en otro amante del western, del cine de Hawks y de la misma forma, auténtico icono del género terrorífico, como John Carpenter.

Y es que Carpenter ya propuso hace algunos años en su notable "Vampiros" mucho de lo que se recoge aquí. Cambiemos el clima del desierto polvoriento de Texas por el gélido ambiente de Alaska durante sus treinta noches seguidas de oscuridad y encontraremos una narración de tono similar. Al fin y al cabo, los vampiros de Carpenter también eran bastante macarras (aunque no tanto como el peculiar "van helsing" interpretado por James Woods que se dedicaba a terminar con ellos).

En cualquier caso, volviendo a la peli de Slade, se trata de un producto funcional, con todos los tics de modernidad (no siempre bien entendida) que presenta actualmente el género, como por ejemplo esos movimientos de cámara espasmódicos en los momentos de acción, siempre tan irritantes. Por otro lado, tampoco los intérpretes ayudan a engrandecer la factura de la obra. Obvio es que no se trata de una historia "de actores", pero sí presentaba los mimbres suficientes (al menos sobre el papel) para tratarse de una obra "de personajes". Sin embargo, Slade parece más interesado en recrearse a otros niveles.

Así pues, como entretenimiento adrenalínico el resultado es tan correcto como olvidable. De la misma forma, hay que resaltar una aceptablemente lograda ambientación nocturna y claustrofóbica, que al fin y al cabo viene a ser la principal intencionalidad de la historia, a fin de que cumpla su cometido de transmitir inquietud. Igualmente, encontramos algún plano interesante, como esa vista aérea de los destrozos de la plaga vampírica y del enfrentamiento con "los buenos", que nos retrotrae de manera clara a aquel fabuloso inicio de "El amanecer de los muertos" versión Zack Snyder.


Pero en cualquier caso, independientemente de que los fans del cómic de Niles y Templesmith hayan podido quedar más o menos satisfechos con la adaptación, independientemente del buen (y sangriento) tono de los efectos especiales, e independientemente del mérito indudable de los artífices de la peli (por ahí anda Sam Raimi) para convencer a un actor como Danny Huston para meterse en la paliducha piel del jefe de los vampiros, no nos hallamos ante una obra que vaya a quedar en ningún caso como referente dentro del género. Y es que, en el fondo, es un trabajo bastante más convencional de lo que seguramente el propio Slade querría. Lo mismito que "Hard Candy".

sábado, 30 de agosto de 2008

"La posesión de Joel Delaney", de Waris Hussein


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "The Possession of Joel Delaney"/ Dirección: Waris Hussein/ Guión: Irene Kamp y Matt Robinson, sobre la novela de Ramona Stewart/ Producción: Martin Poll/ Fotografía: Arthur J. Ornitz/ Montaje: John Victor Smith/ Música: Joe Raposo/ Diseño de Producción: Peter Murton/ Reparto: Shirley MacLaine, Perry King, Michael Hordern, David Elliott, Lisa Kohane, Barbara Trentham, Lovelady Powell, Edmundo Rivera Álvarez, Teodorina Bello, Robert Burr, Miriam Colon, Ernesto González. USA, 1972. Color. 93'

En pleno 2008, las historias de carácter más o menos satánico ya están abundantemente explotadas. No siempre con acierto, aunque por fortuna, podemos encontrar un buen puñado de grandes obras, con la "magna trilogía" formada por "La semilla del Diablo", "El Exorcista" y "La Profecía" en lo más alto, debidamente acompañadas por muchas otras de menor calibre, pero igualmente apreciables.

En todas esos acercamientos a la temática satánica, o de las posesiones en general, ésta se ha abordado desde muy distintos puntos de vista. Sin ir más lejos, en los últimos años hemos encontrado productos más que aceptables como son "El exorcismo de Emily Rose", amén de algún otro procedente del continente europeo, con el rasgo común de tratar el asunto desde un punto de vista realista, no tan dependiente de los efectos especiales o de la hemoglobina más o menos gratuita.

"La posesión de Joel Delaney" podría perfectamente integrarse dentro de esa corriente, con el añadido de haber sido producida muchos años antes. Antes incluso que la obra maestra de Friedkin. En cualquier caso, lo que Waris Hussein nos cuenta aquí no es tanto una posesión satánica como espiritual.

Un joven llamado Joel Delaney es víctima de extraños y violentos comportamientos de la noche a la mañana, ante la preocupación de su hermana (Shirley MacLaine) que se encargará de investigar qué se halla tras esa anómala conducta. Mientras tanto, se empezarán a producir asesinatos que apuntarán indefectiblemente a Joel.


Si uno se sienta a ver esta película esperando encontrar la habitual traca de efectismos diversos, seguramente se va a sentir desengañado. Porque como apuntaba antes, estamos ante un tratamiento narrativo eminentemente realista. Y como tal, funciona. Es posible que adolezca de una cierta morosidad en cuanto al ritmo, que sin embargo queda compensado por la agradabilísima presencia de Shirley MacLaine.

Presencia que, al fin y al cabo, constituye uno de los reclamos principales del filme, especialmente si tenemos en cuenta que pertenece a una época en la cual la actriz estadounidense ya había dejado atrás su etapa clásica con los inmortales trabajos de Billy Wilder que la catapultaron a la fama. Y de hecho, la década de los setenta ha sido una de las más oscuras dentro de la trayectoria de la actriz, que volvió al primer plano bastante más tarde, gracias a obras como "La fuerza del cariño", cuando ya había dejado atrás la mediana edad.

En ese aspecto, es una delicia admirar la belleza y el talento que exhibe MacLaine en esta película. El director Waris Hussein lo sabe, de ahí que repose el mayor peso de la narración sobre sus hombros.

Por lo demás, es posible que al propio Hussein se deba el hecho de que la peli no termine de brillar mucho más allá de la mera corrección, por ser un cineasta de talento más o menos limitado. Ello no es óbice para que en "La posesión de Joel Delaney" encontremos momentos interesantes, como la fiesta de cumpleaños de Joel, en una secuencia de lograda tensión. O un tramo final asimismo inquietante.


Obviamente, no nos hallamos ante una obra comparable a cualquiera de las grandes muestras del género que dieron los años setenta. Pero sí es de agradecer un punto de vista cuanto menos distinto a lo que solía ser habitual en aquellos momentos. En esa línea de películas perfectamente dignas, que hacen pasar un buen rato, aún sin resultar especialmente memorables.

viernes, 29 de agosto de 2008

"Una rata en la oscuridad", de Alfredo Salazar


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Una rata en la oscuridad"/ Dirección: Alfredo Salazar/ Producción: Gustavo Bravo Ahuja/ Reparto: Ana Luisa Peluffo, Anaís De Melo, Ricardo Cortés, José Antonio Marros, Aurora Castillón, Claudia Fernández, Blanca Estela Roth. México, 1979. Color. 82'

Los fanáticos del cine de terror (y del fantástico en general) estamos hechos de una pasta especial. Para bien, o para mal, pero es así. A ver si no, de qué otra forma se entendería perder ochenta y dos minutos de tu vida en ver una película como ésta. Y lo más gracioso es que, aún siendo conscientes de que se trata de un bodrio en toda regla (conclusión para la cual, tan sólo hacen falta cinco minutos de metraje), nos empeñamos en verla hasta el final. Aunque sólo sea para poder ponerla a parir a gusto.

No es que el cine mexicano esté exento de buenas obras, en lo que al género terrorífico se refiere. Existen muestras más que sobradas, e incluso filmografías de directores al completo que así lo atestiguan. Pero claro, nada de eso es obstáculo para que también existan truños como éste. Una cosa no quita la otra.

Dos mujeres entran a vivir en una casa vieja, que han comprado a muy buen precio. Desde los primeros momentos, sentirán una influencia extraña y maligna, que se irá adueñando paulatinamente de sus propias personalidades. Todo ello con una rata, como privilegiado testigo. Una rata que pasa por allí y que por lo visto forma parte del mobiliario, porque no se va ni a tiros. Finalmente, la situación se hará insostenible, con la aparición de una fantasmal entidad (en salto de cama y ligueros).

En fin... ¿realmente la rata pinta algo, aparte de dar sentido al título? Pues no. Pero en todo caso, pretender que algo tenga sentido en una película como ésta, es del todo ingenuo. Cineastas como Jess Franco (y no sólo él) son nombres recurrentes cuando se trata de citar a los peores directores de la historia. Pero caray, el tal Alfredo Salazar es un personaje muy a tener en cuenta, en dicho tipo de clasificaciones. Al menos a tenor de lo mostrado aquí.


Se supone que una narración más o menos presentable tiene que tener un cierto ritmo, un discurso con diálogos, situaciones que se suceden, etc. Pero en "Una rata en la oscuridad" encontramos silencios interminables, mientras los dos personajes principales (las dos mujeres habitantes de la casa) se dedican a pasearse de un lado a otro, hasta que llegue el momento del siguiente efecto terrorífico. ¿Para qué estrujarse las meninges en pergeñar un simple diálogo? Demasiado esfuerzo, por lo visto.

Por otro lado, las actrices son de una incapacidad tal, que uno se pregunta cómo serían las descartadas en el casting (en el caso de que hubiera un casting, cosa que tampoco tengo nada clara). Viendo este filme, llega uno a pensar que hay directores y películas que son como esa parte de la realidad que simplemente sucede. Que están ahí por pura inercia. Ni valen para nada, ni quieren contar nada. Se limitan a hacer su labor como quien se rasca la espalda o pone el lavaplatos.

Ahora bien, si uno ha sido lo suficientemente paciente como para aguantar hora y pico de aburrimiento, de desnudos más que gratuitos, de ratas con más matices interpretativos que las propias protagonistas, de efectos especiales que hacen parecer los de "Plan 9 From Outer Space" como de la I.L.M. de George Lucas, etc. será debidamente "recompensado" con uno de los finales más rematadamente estúpidos que se recuerdan. Al menos, que no se diga.

jueves, 28 de agosto de 2008

"La serpiente voladora", de Larry Cohen


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Q"/ Dirección y Guión: Larry Cohen/ Producción: Samuel Z. Arkoff/ Fotografía: Robert Levi y Fred Murhpy/ Montaje: Armond Lebowitz/ Música: Robert O. Rangland/ Efectos Visuales: Dave Allen y Peter Kuran/ Reparto: David Carradine, Michael Moriarty, Candy Clark, Richard Roundtree, James Dixon, Malachy McCourt, Fred J. Scollay, Peter Hock, Ron Cey, Mary Louise Weller, Bruce Carradine, John Capodice, Tony Page, Larkin Ford, Larry Pine. USA, 1986. Color. 92'

Si la serie B clásica de los años cuarenta y cincuenta va indefectiblemente asociada a nombres como los de Jacques Tourneur o Edgar G. Ulmer, la de los ochenta está representada en gran parte por un cineasta como Larry Cohen. Ya sea en funciones de guionista, de director, o de ambas cosas, como en el caso que nos ocupa hoy. Un director que, por supuesto, sin conseguir la magia ni los resultados de los mencionados, sí hace de la modestia y el desparpajo sanas virtudes para un género que en ocasiones se toma demasiado en serio a sí mismo.

Seguramente, de entre toda la serie de filmes modestos y de bajo presupuesto (pero perfectamente dignos) que Cohen ha realizado hasta la fecha, "La serpiente voladora" es uno de los más completos. No sólo porque presenta todos sus rasgos de estilo, sino porque su acabado es muy aceptable.

Mientras en las calles de la gran ciudad se producen extraños crímenes rituales aparentemente en honor a una deidad antigua, un pobre diablo (Michael Moriarty) sobrevive como puede a base de delitos de poca monta. Un policía (David Carradine) descubrirá cómo ambas circunstancias se acabarán interrelacionando de manera accidental. Y mientras, algo misterioso vuela por los cielos descabezando limpiaventanas y llevándose consigo a incautos que toman el sol en las azoteas.


En ocasiones a Cohen se le puede achacar, con razón, que tras una idea aparentemente sustanciosa u original, no termina de redondear del todo sus películas con más elementos, aparte de dichas ideas centrales. Sucede en casos como "La ambulancia", por citar otra obra de ambientación urbana, que tras un inicio prometedor, se acaba volviendo trivial y aburrida.

Pero lo cierto es que en el caso de "La serpiente voladora", no se limita a dejar que el bicho acapare todo el protagonismo, sino que es lo suficientemente inteligente como para salpicar la acción con más aspectos narrativos, como la trayectoria del personaje de Moriarty, o presencias "de lujo" como las de Carradine o el mismísimo Richard "Shaft" Roundtree, que ayudan a hilvanar los tiempos muertos que van entre las apariciones del monstruo. Un monstruo que, por cierto, presenta todo el entrañable encanto de las criaturas de Ray Harryhausen, que en 1982 ya parecía cosa del pasado.

Actores como los citados, con indudable carisma, engrandecen una producción como ésta. Si además añadimos algunas gotas de humor, cosa característica en los guiones de Cohen, encontraremos los suficientes puntos de interés para hacer de esta "Q" como se la conoce con su título original (en honor al dios azteca Quetzalcoatl) un producto perfectamente adecuado para los amantes del fantástico palomitero de bajo presupuesto pero con encanto.

Y es que la vocación de serie B del filme es casi "de manual", con personajes dibujados con un par de (más que suficientes) trazos, una dirección también prototípica (el inicio de la peli es definitorio de ello) y una narración que no se entretiene en pausas valorativas, sino que va tan al grano que en algunos momentos ni siquiera hay tiempo para preparar el clímax.


Pero todo ello es, al fin y al cabo, lo que cabe esperar de esta clase de obras. Que sin la grandilocuencia de los grandes medios ni desmesurados presupuestos que prometan dejarnos con la boca abierta y al final sólo consigan hacerlo a base de provocarnos bostezos, sí contengan ideas atractivas y nos hagan disfrutar de hora y media de sana evasión. Como cuando nos sentamos a leer cualquier viejo relato pulp de Robert Howard o Richard Matheson y nada más. Y nada menos.

miércoles, 27 de agosto de 2008

"El terror llama a su puerta", de Fred Dekker


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Night of the Creeps"/ Dirección y Guión: Fred Dekker/ Producción: Charles Gordon/ Fotografía: Robert C. New/ Montaje: Michael N. Knue/ Música: Barry De Vorzon/ Efectos Especiales: Roger George/ Reparto: Jason Lively, Steve Marshall, Jill Whitlow, Tom Atkins, Wally Taylor, Bruce Solomon, Vic Polizos, Allan Kayser, Ken Heron, Alice Cadogan, June Harris, David Paymer, David Oliver, Evelyne Smith. USA, 1986. Color. 85'

Y si usted vive en una residencia de estudiantes (o de estudiantas) seguro que le abre, puesto que es así de imprudente. Y bien que hará, porque sino, no habría película.

Un cachondo, el joven Fred Dekker, que con sólo veintitantas primaveras ya sintió deseos de homenajear la serie b de ciencia ficción clásica, tanto la del cine como la de los comics, a través de una obra tan disfrutable como ésta. Obra que, a su vez, ha quedado como un auténtico "clásico de culto" de los ochenta.

La llegada de una nave extraterrestre a la tierra en plena década de los cincuenta desatará los acontecimientos, con un psicópata escapado de un manicomio que es afectado por el virus alienígena y que a su vez transmitirá el virus a sus víctimas, alguna de las cuales es criogenizada y "revivida" de forma imprudente por estudiantes ociosos años después, desencadenando una plaga zombie-marciana en toda regla, con unas "encantadoras" e hipervitaminadas babosas como agentes transmisores.

Con semejantes elementos, ¿cómo no disfrutar intensamente? Lo cierto es que la película resulta un auténtico festín para los amantes del terror de raíces netamente americanas, ése que inspiró a los Carpenter, Romero o Hooper antes de convertirse ellos mismos en iconos del género con sus particulares formas de entender el mismo.


Por otro lado, "El terror llama a su puerta" entra de lleno en toda esa corriente revisionista que tan bien reflejaron Joe Dante, John Landis, etc. en sus primeros filmes, siendo capaces de adaptar el desenfado y el vigor narrativo del pulp a los nuevos tiempos (aquellos nuevos tiempos). En ese aspecto, no es que Dekker invente nada nuevo. Pero sí refleja en sus planos (que bien pudieran ser viñetas de "The Haunt of Fear") todo aquel espíritu. Al fin y al cabo, "Creepshow" no quedaba lejos en el tiempo.

Y es que el director nacido en San Francisco en ningún momento olvida que su película es un divertimento, tanto como un homenaje. De ahí que salpique la acción con un humor constante, sin renunciar eso sí, a los pertinentes sustos, así como a secuencias asquerosillas. Asimismo, los personajes también caen tremendamente simpáticos. Los típicos perdedores que aspiran a formar parte de las elitistas asociaciones estudiantiles, acompañados por un jefe de policía malhablado y entrañable, encarnado por Tom Atkins, a quien recordamos en otras obras del género como "La niebla", "1997: Rescate en N.Y.", etc.

Es una lástima que Dekker no se haya prodigado más y nos hayamos tenido que conformar con películas como "Una pandilla alucinante" o la segunda secuela de "Robocop", que no hacen justicia a lo apuntado en "El terror llama a su puerta". A ver si se anima a dirigir de nuevo, porque esa energía le vendría muy bien al terror cinematográfico del siglo XXI.

martes, 26 de agosto de 2008

"Ella y el miedo", de Leon Klimovsky


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Ella y el miedo"/ Dirección: León Klimovsky/ Guión: Antonio Fos/ Fotografía: Manuel Hernández Sanjuan/ Montaje: Antonio Gimeno/ Música: José Pagán y Antonio Ramírez Ángel/ Decoración: José Algueró/ Reparto: May Heatherly, Virgilio Teixeira, Luis Marín, Jesús Puente, María Vico, José Riesgo, Francisco Morán, Ángela Pla, Rafaela Aparicio, Luisa Rosa de la Torre, Emilio García Doménech, Rafael Ibáñez, Agustín Zaragoza. España, 1964. Color. 81'

Algo así como veinte años antes de ser descuartizada a hachazos por su retoño en una de las primeras secuencias de “Mil gritos tiene la noche”, May Heatherly las pasó canutas en este filme de Leon Klimovsky.

Una de las primeras de entre las numerosas aproximaciones del cineasta argentino a nuestro cine fantástico, a la que posteriormente se sumarían obras como "La noche de Walpurgis", "La rebelión de las muertas" o "La orgía nocturna de los vampiros", entre muchas otras igualmente características y definitorias del fantaterror hispano.

Aunque realmente no estamos ante una historia de terror puro, sino más bien de suspense psicológico. Escrita por Antonio Fos, quien debutaba con este filme, antes de colaborar estrechamente con cineastas como Eloy de la Iglesia, presenta algún rasgo de influencia hitchcockiana, e incluso cierta similitud (en todo caso superficial) a la posterior "Repulsión" de Polanski.

La protagonista, una joven a punto de casarse y de poner fin así a la "mala vida" (como dirían nuestros abuelos) del mundo de los espectáculos nocturnos, será testigo involuntario de un estrangulamiento, una noche al regresar a casa. El asesino la perseguirá afanosamente, mientras ella vive completamente obsesionada por dicho acoso, hasta confundir realidad y ficción, poniendo a prueba su salud mental y la de su matrimonio.

La película está hecha con total corrección. Klimovsky ya da alguna que otra muestra de su particular modo de trabajar los encuadres y los planos, que posteriormente desarrollaría de modo mucho más llamativo en algunas de las obras terroríficas citadas anteriormente. Aquí se sirve muy bien del blanco y negro para conseguir un inteligente uso de las sombras, amén de una indudable capacidad para sacar provecho de la expresiva mirada de la bella May Heatherly que sin ser una actriz especialmente buena, sí da el pego como scream queen.

Por otro lado, el guión presenta evidentes referencias de la literatura de misterio del momento y un desarrollo tan efectivo como previsible. De algún modo, también encontramos cierta aproximación al pre-giallo italiano, al que por aquellos años Mario Bava se hallaba dándole los últimos toques, antes de ser inaugurado en todo su esplendor con "La muchacha que sabía demasiado", que por cierto presenta ciertas similitudes argumentales con "Ella y el miedo".

De igual forma, también cabe asociar la película a la corriente de cine policíaco español que en los cincuenta y sesenta nos dio diversas muestras, algunas de ellas ciertamente destacables, por parte de cineastas como Nieves Conde, Julio Coll, etc. Filmes de calidad contrastada. Aunque si en algo sale perdiendo la de Klimovsky, cuando se la compara con aquéllas, es probablemente en el apartado interpretativo. Y es que actores como el ayudante del jefe de policía, dejan bastante que desear.

Por otro lado, el argumento presentaba más posibilidades de las que finalmente se abordan, como la naturaleza del acoso al que es sometida la protagonista. Un director más avispado hubiese sido lo suficientemente ambiguo como para plantear la posibilidad de que dicho acoso fuese fruto únicamente de la psique de la joven, tal vez una representación de su pasado casquivano, que la persigue y no la deja disfrutar de su actual condición de mujer "casada y respetable". Y es que en el filme no faltan referencias machistas y anticuadas, a ese respecto.


Con todo, "Ella y el miedo" es una obra perfectamente disfrutable por cualquier aficionado al suspense de toda la vida, con iguales dosis de clasicismo e ingenuidad. Y con una factura que se puede asemejar sin ningún rubor a las muestras del cine europeo de la época y que, aún sin destacar por ningún aspecto en particular, sí deja una sensación general de producto agradable y más que correcto.

lunes, 25 de agosto de 2008

"Invasión", de Oliver Hirschbiegel


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "The Invasion"/ Dirección: Oliver Hirschbiegel/ Guión: Dave Kagjanich, sobre la novela de Jack Finney/ Producción: Joel Silver/ Fotografía: Rainer Klausmann/ Montaje: Hans Funck, Joel Negron/ Música: John Ottman/ Efectos Especiales: Dave Fletcher y Michael Meinardus/ Reparto: Nicole Kidman, Daniel Craig, Jeremy Northam, Jackson Bond, Jeffrey Wright, Veronica Cartwright, Josef Sommer, Celia Weston, Roger Rees, Eric Benjamin, Susan Floyd, Stephanie Berry, Alexis Raben. USA-Australia, 2007. Color. 91'

Esta película tiene todo el aspecto de uno de esos matrimonios de conveniencia donde todo el mundo sale ganando y lo que menos importa es el sentimiento que (teóricamente) debería dar sentido a la unión: el amor. Sustituyamos "amor" por "arte" y estaremos ante el bodorrio por interés perpetrado por Hirschbiegel, Joel Silver y Nicole Kidman.

Joel Silver es el padrino de boda, claro. El que advierte las posibilidades de éxito y se encarga de poner los medios. Luego está Oliver Hirschbiegel. Al cineasta alemán, todo esto le sirve para llevarse un dinerillo e introducirse así de lleno en la industria hollywoodiense, aprovechando su buen cartel, tras haber sido nominado al oscar por "El Hundimiento". En cuanto a Nicole Kidman, tras una serie de apariciones no del todo afortunadas en producciones menos afortunadas aún, es toda una oportunidad para poder volver al candelero y de ese modo ver si algún cineasta de postín se acuerda de ella, tal y como en su momento lo hicieran los Amenábar, Von Trier, Benton, Wong Kar Wai...

Si encima la apuesta es a caballo ganador, sirviéndose todos ellos de una historia que ya anteriormente ha demostrado ser funcional, poderosa y efectiva, en las manos de Don Siegel, Philip Kauffman e incluso un bicho raro como Abel Ferrara... no hay más que decir. A por ello.

Y esta "Invasión" es el resultado. Una nueva versión sobre la novela de Jack Finney, "Los ladrones de cuerpos", cuyo argumento es sobradamente conocido. Unas entidades alienígenas llegan a la Tierra y se adueñan de los seres humanos, construyendo mientras los incautos duermen replicantes exactamente iguales, pero sin alma (por así decirlo). Una joven y talentosa profesional de la medicina (cambio de sexo, con respecto a las anteriores versiones) será testigo de la invasión silenciosa y tratará de evitar que le afecte a ella y a sus seres queridos.


En estas ocasiones, cuando queda claro que la oportunidad y la necesidad del producto son inexistentes, lo único que cabe analizar es: ¿ha valido la pena? Como en todos los remakes, o nuevas adaptaciones de obras ya explotadas anteriormente. Pero máxime cuando al menos en dos de las anteriores se han conseguido auténticas obras maestras, la idea de otra adaptación del clásico de Finney es más absurda que otra cosa. Ahí, el espectador ávido de buen cine es el único que no tiene nada que ganar, si recurrimos de nuevo a la analogía que encabeza el comentario. Es el convidado de piedra en el que nadie ha pensado en realidad.

Todo ello, por mucho que la factura de "Invasión" sea más o menos correcta, que lo es. Especialmente en su primera mitad, por el hábil modo en que Hirschbiegel plasma la sutil transformación operada en los habitantes de la gran ciudad, de la que Kidman es testigo. Ahí encontramos otra pequeña variación, el cambio de la pequeña población por una gran urbe moderna y que permite una ambientación y una atmósfera algo distintas.

Sin embargo, a partir de un cierto momento, la acción deriva hacia algo mucho más trivial, con la huída constante de la protagonista con su pequeño hijo, repleta de situaciones resueltas de un modo que va de lo inverosímil a lo rebuscado (con la increíble inyección de adrenalina del crío a la madre, como máximo exponente). Sin olvidar mencionar la presencia de dos actores como Daniel Craig y sobretodo un Jeremy Northam que últimamente se muestra curiosamente empeñado en echar al traste su prestigio con papeles como éste, en los que nada tiene que ganar y sí bastante que perder.

La verdad, diríase que contar de nuevo todo esto, sirviéndose de actores de primer nivel, con un director asimismo en boga, es como pretender hacer creer que ésta es la versión definitiva. Y por ahí sí que uno no está dispuesto a pasar. Ni siquiera aunque sea a través del respeto por el final primigenio de la novela (que la adaptación de Kauffman no tenía, por ejemplo).


Pero tanto da. "Invasión" es todavía más insatisfactoria que la justita adaptación de Ferrara, que por lo menos mostraba un sano aspecto de serie B moderna (que en ese sentido de alguna forma enlazaba con la de Siegel). Así que por mucho que a Silver le haya servido para añadir ceros a su cuenta corriente y a los actores protagonistas también, al espectador le deja un regusto de tomadura de pelo. Como cuando en la entrada de una atracción te prometen emociones renovadas y una vez pagada la entrada, te topas con un tiovivo de los de toda la vida (reluciente e impoluto, eso sí).

domingo, 24 de agosto de 2008

"Sheitan", de Kim Chapiron


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Sheitan"/ Dirección: Kim Chapiron/ Guión: Christian Chapiron y K. Chapiron/ Producción: Vincent Cassel, Éric Névé y Kim C./ Fotografía: Alex Lamarque/ Montaje: Benjamin Weill/ Música: Nguyen Lé/ Diseño de Producción: Marie-Heléne Sulmoni/ Reparto: Vincent Cassel, Olivier Bartelemy, Roxanne Mesquida, Nico Le Phat Tan, Leila Bekhti, Ladj Ly, Julie-Marie Parmentier, Gérald Thomassin, Quentin Lasbazeilles, Guillaume Bacquet, Alexandre Borrel, Georgette Crochon. Francia, 2006. Color. 87'

Sheitan, o Satán... o Vincent Cassel enseñando todo el rato los dientes. Llamémosle como queramos. Lo que queda claro es que Francia se ha convertido últimamente en una fuente continua de producciones terroríficas. Unas mejores que otras, pero con un nivel medio más que aceptable. Y ésta de Kim Chapiron, concretamente, sin ser una de las mejores, sí presenta algún aspecto de indudable interés.

En primer lugar, si uno está buscando el nivel de brutalidad exhibido en obras como "En el interior", "Alta tensión", etc. pues no va a quedar defraudado. En "Sheitan" hay virulencia para dar y tomar. No toda en forma de gore (que también lo hay) sino sobretodo por la generosa crudeza de la puesta en escena, con personajes relacionándose entre sí de manera contundente, con diálogos fuertecillos y momentos no aptos para cualquier sensibilidad.

El punto de partida se puede encuadrar perfectamente en los parámetros del slasher de toda la vida, con una noche de navidad en la que unos jóvenes deambulan por esos universos nocturnos de la gran ciudad en busca de estímulos de toda clase. Finalmente, terminarán, como parte de la propia juerga, siendo especialísimos invitados de una no menos especial familia comandada por el satánico Vincent Cassel en lo que será, sin lugar a dudas, una nochebuena diferente. Un Vincent Cassel más bruto que un arado, con todas las oportunidades del mundo para desmelenarse a su gusto a lo largo y ancho del filme.


Es más, después de ver la película y las "maneras" que muestra el actor francés, da la sensación de que uno de sus intereses principales a la hora de participar en tareas de producción era el de tener vía libre para mostrar su vena más salvaje e histriónica. En todo caso, no es un mal actor y su interpretación produce todo el mal rollo exigido para la ocasión. Del resto del reparto, poco puede decirse, puesto que no son personajes que requieran ninguna clase de análisis, más allá de lo antipáticos que resultan todos ellos.

Como ha quedado dicho, el tono narrativo es contundente y hasta violento. Chapiron no da un respiro al espectador, a base de un montaje sincopado, con mucho primer plano, mucho diálogo elaborado con frases cortantes y expeditivas y en general un (diríase) urgente deseo de mantener la tensión. Al menos, eso intenta. Y es que dicha circunstancia es algo que, para quien esto escribe, va más en contra de la película que a su favor.

El problema radica en que esa factura llamativamente cruda no se corresponde del todo con lo que vemos, con lo que se nos cuenta al fin y al cabo. A lo largo de la primera hora de película, prácticamente no sucede nada digno de mención, al menos desde el punto de vista estrictamente terrorífico. Vemos a los personajes relacionarse de un modo nervioso y arisco. Tanto los que ejercen de "víctimas" como los que no. Muchas veces sin venir a cuento. Y eso a la postre termina produciendo un cierto desinterés, a medida que vamos viendo que la acción se alarga sin que estalle el conflicto propiamente dicho.

Eso sí, en el momento en que el horror se desborda definitivamente, ya no hay vuelta atrás. Los últimos veinte o treinta minutos del filme son una catarata incesante de hemoglobina y violencia explícita, no apta para todos los estómagos, hasta desembocar en un desenlace, no por esperado, menos impactante.


Con todo, la sensación de cierta descompensación está ahí. ¿Hacía falta que el director "se dejase ver" tantísimo en los dos primeros tercios de la peli en base a esa construcción deliberadamente cruenta y áspera? Bajo mi punto de vista, más bien consigue que el espectador pierda el interés progresivamente, cuando ve que tras las carreras, los enfrentamientos y la atmósfera enrarecida, no termina de pasar nada. Y solo recupera la atención cuando efectivamente, pasan cosas.

Y es una lástima, hasta cierto punto. Porque sin ese primer tramo tan innecesariamente alargado y con una vigorosidad más de fondo que de forma, "Sheitan" podía haber resultado una obra bastante más a considerar de lo que acaba siendo. Esto es, otra muestra más de ese cine de terror "anabolizado" y artificiosamente violento que tiene más que ver con la (en realidad) inofensiva y fatua "Hostel" que con otra cosa más consistente. En cualquier caso, no es una peli del todo fallida. Tiene su punto.

sábado, 23 de agosto de 2008

"Witchtrap", de Kevin S. Tenney


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Witchtrap"/ Dirección y Guión: Kevin S. Tenney/ Producción: Daniel Duncan y Kevin S. Tenney/ Fotografía: Tom Jewett/ Montaje: Daniel Duncan/ Música: Dennis Michael Tenney/ Efectos de Maquillaje: Judy Yonemoto/ Reparto: James W. Quinn, Kathleen Bailey, Judy Tatum, Rob Zapple, Jack W. Thompson, Clyde Talley II, Hal Havis, Linea Quigley, Kevin S. Tenney, J.P. Luebsen, Richard Fraga, Lynn McRee. USA, 1989. Color. 89'

Una pena. Lo que podía haber sido el honroso cierre a una especie de trilogía sobrenatural compuesta por "Juego diabólico", "La noche de los demonios" y esta "Witchtrap" se queda en un despropósito bastante gordo. Y no es que las otras dos sean grandísimas pelis de terror, faltaría más, pero sí son dos productos simpáticos y que en el marco del terror ochentero más o menos juvenil, dentro del cual el fenómeno slasher lo ocupaba casi todo, esas pelis de Kevin S. Tenney suponían un agradable (aunque modesto) contrapunto, con sus espíritus maléficos, sus demonios cabreados y tal.

"Witchtrap" contiene ingredientes muy similares a los otros filmes mencionados. Un grupo de personajes, aunque en este caso son adultos, enfrentados a oscuros poderes del más allá. Concretamente, dentro de una casa presuntamente hechizada por el espíritu de un antiguo satanista. Y es que lo que Tenney propone aquí es su particular visión de los esquemas de clásicos como "The Haunting" o "La leyenda de la Mansión del Infierno", con un grupo de estudiosos de los fenómenos parapsicológicos tratando de discernir si lo que sucede en la casa es o no fruto de una maldición paranormal.

Lamentablemente, Tenney no es precisamente Robert Wise. Y además en este caso el filme adolece de una patente falta de medios, lo que lo reviste de un tono de lo más pobretón, casi telefílmico. Eso sí, el cineasta no se olvida de introducir sus habituales chascarrillos en los diálogos, especialmente centrados en el choque entre seguidores de las doctrinas paranormales y los escépticos (en este caso, el escéptico es un detective así como bastante macarrilla).


Por cierto, otra "seña de identidad" (si así puede llamársele) de Tenney también aparece aquí. La típica rubita neumática, a la que ni siquiera le da demasiadas oportunidades para lucirse, al menos en cuanto a talento interpretativo. Y es que en la segunda secuencia en la que aparece, ya se despelota, para acto seguido ser asesinada inmisericordemente. Sutilezas pocas, oiga.

Como digo, la peli es muy poquita cosa. Sobretodo si se la compara con "Juego Diabólico", que es la más parecida en cuanto al argumento, en aquélla encontrábamos elementos más atractivos (y no me refiero a Tawny Kitaen, que también) sino por ejemplo al hallazgo de la tabla ouija, que por aquel entonces aún no era un recurso demasiado explotado por el género. Además, había un trasfondo sobrenatural también interesante. En cambio en "Witchtrap" todo lo que rodea a la trama es vulgar y previsible.

En definitiva, un producto francamente olvidable de un cineasta que, a pesar de todo, nunca ha renunciado al género, aunque sin demasiada suerte hasta el momento. Tan solo recomendable para fanáticos del terror de videoclub, o para completistas enfermizos de la obra de Tenney. Lo de "enfermizos" es porque no se puede hablar muy bien del estado mental de los que nos empeñamos en ver cosas como ésta.

viernes, 22 de agosto de 2008

"Fido", de Andrew Currie


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Fido"/ Dirección: Andrew Currie/ Guión: Robert Chiomak y A. Currie/ Producción: Blake Corbett y Mary Anne Waterhouse/ Fotografía: Jan Kiesser/ Montaje: Roger Mattiussi/ Música: Don MacDonald/ Efectos Visuales: James Tichenor/ Reparto: Carrie Ann-Moss, Dylan Baker, Billy Connolly, K'Sun Ray, Tim Blake Nelson, Aaron Brown, Brandon Olds, Mary Black, Henry Czerny, David Kaye, Lynn Pendleton, Rob LaBelle, Raymond E. Bailey. Canadá, 2006. Color. 91'

"Fido" es una de esas agradables y sanas sorpresas que dan fe de que no todo está contado, ni siquiera dentro de los géneros o subgéneros más explotados. Y es que si uno se preguntaba si a estas alturas era posible abordar una peli de zombies desde un punto de vista original, aquí vemos que la respuesta es radicalmente positiva.

Es cierto que hace pocos años apareció "Shaun of the Dead" (absoluta gozada de película, por otro lado), pero Andrew Currie utiliza otra clase de elementos y vías para construir su particular odisea zombie. Por cierto, no deja de ser curioso que ninguna de ambas comedias sea estadounidense. La una británica y la otra (la que nos ocupa hoy) canadiense.

Fido es un zombie que, en el imaginario universo de Currie, (un universo muy cercano al reconocible ámbito de los años cincuenta en Estados Unidos), es utilizado al modo en que lo son el resto de zombies en dicho mundo. Es decir, como criados, animales de compañía, etc. Están convenientemente domesticados, gracias a una gran corporación y sus aparentemente infalibles collares que controlan la voluntad de los no muertos. Un chaval, miembro de una típica familia del lugar y el momento, querrá convertir a su zombie doméstico (el tal Fido) en algo más. En un amigo. Y ahí empezarán los problemas. Collares que fallan, desmembramientos ocasionales, plagas de muertos vivientes fuera de control...

Currie se sirve de un humor que navega entre lo amable y lo gamberro, jugando con la ambientación y la tipología de los personajes. Entre ellos encontramos al gran Dylan Baker, al que todavía nos cuesta imaginar en otra piel que no sea la del padre pedófilo de "Happiness", pero que aquí está tan magnífico como siempre, en cualquier caso. Amén de rostros igualmente conocidos, como los de Carrie Ann-Moss impecablemente caracterizada como madre de familia típicamente americana o Tim Blake Nelson.


Son diversas las circunstancias que convierte a esta película en un producto tan atractivo. Pero si una destaca por encima de todas es su tono de agradable comicidad, con momentos que pueden recordar, sobretodo por la utilización del núcleo familiar conservador típicamente yanqui, a obras de gente como John Waters, tan proclives a ridiculizar y escarbar en las entrañas de toda esa impostada brillantez superficial.

En todo caso, el triunfo más grande que cabe atribuir a los creadores de "Fido" es la capacidad para elaborar algo distinto, aunque los ingredientes sean sobradamente conocidos. Es de esa forma, como se consiguen obras perdurables. Y "Fido" lo es. Bastante más que las últimas y aburridas películas de zombies del propio Romero, o infumables sagas como la de "Resident Evil", con ese absurdo empeño de tomarse en serio a sí mismas. Por cierto, que no cuesta mucho reconocer en el zombie protagonista a aquel entrañable muerto viviente con el que el científico de "El día de los muertos" experimentaba bajo tierra, buscando domesticarle.

En ese sentido, repito que la gracia y el valor de los artífices de "Fido" no radica únicamente en establecer un punto de partida más o menos novedoso y original, sino también en ser capaces de desarrollar acertadamente la idea, hasta completar una obra que si bien no alcanza los niveles de excelencia como para convertirla en una pieza maestra, sí constituye un notable divertimento. Sobretodo si uno es aficionado al cine de zombies y a los universos creativos de los grandes del fantástico moderno, como Tim Burton, por citar otra influencia palpable.

jueves, 21 de agosto de 2008

"Obsesión maternal", de Isaac Webb


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "First Born"/ Dirección y Guión: Isaac Webb/ Producción: Rick Schwartz y Lemore Syvan/ Fotografía: Alejandro Martínez/ Montaje: John Gilroy/ Música: John Frizzell/ Efectos Especiales: Jeff Brink/ Reparto: Elisabeth Shue, Steven MacIntosh, Kathleen Chalfant, Khani Alexander, Anne Wolf, Blair Brown, Philip V. Carusso, Matt Dickinson, Mia Dillon, Julian Gamble, Jared Grimes, Tim Hopper. USA, 2007. Color. 94'

Ante todo, vaya por delante que siempre es un placer reencontrarnos con Elisabeth Shue. Una actriz que no ha tenido demasiada suerte, después de aquellos inicios dorados en la cantera juvenil de los ochenta y películas como "Karate Kid" o "Aventuras en la gran ciudad" y su posterior puesta de largo en obras e interpretaciones del calibre de la de "Leaving Las Vegas" o junto a Woody Allen en "Desmontando a Harry".

Una vez dicho esto, ese reencuentro será lo único positivo que podremos decir de una película como "Obsesión maternal". Auténtico engendro (aborto, más propiamente) que no resiste el más mínimo análisis.

No es la primera vez que se retrata el miedo y los conflictos interiores de las mujeres en relación a la maternidad. Con la aparición de las inseguridades, el aislamiento, etc. Recientemente recuerdo otra historia, algo más afortunada que ésta (aunque no mucho más) con Julianne Moore llamada "Misteriosa obsesión". De obsesiones va la cosa.

Y lo cierto es que el tal Isaac Webb parece talmente obsesionado en evidenciar su tremenda torpeza como cineasta. A fe que lo consigue. Desde el arranque del filme, en el que sin venir a cuento, el personaje principal (Shue) ya empieza a experimentar cosas raras, en relación con madres y bebés. Cosas raras que luego será ella misma quien las viva en carne propia. Desde ese arranque, como digo, Webb se empeña una y otra vez en epatar a toda costa, a base de secuencias repletas de efectismos gratuitos en el marco de una trama poco menos que inexistente.


No hay rastro de explicaciones que nos sitúen en antecedentes del argumento. No sabemos en ningún momento por qué la protagonista vive lo que vive. No hay evolución ninguna en la historia, ni en la protagonista. Lo único que encontramos es un tono y una puesta en escena pretendidamente fríos y tensos, amén de referencias más que trilladas a "La semilla del diablo" (el repentino corte de pelo de la chica) o "La profecía" (una niñera con más peligro que Florinda Chico en un restaurante macrobiótico, que tan pronto como aparece, se va) y toda clase de sinsentidos narrativos que desembocan en un desenlace igualmente átono y facilón.

Total, que inquietar, lo que se dice inquietar... pues más bien nada. Por mucho que Webb introduzca secuencias tan potencialmente fuertes y duras como la del bebé en la cuna cubierto por un gran número de ratas.

Bebés y muñecos, madres primerizas, padres desorientados, familiares molestos, ratas y fontaneros... todo bien (o mejor dicho mal) mezclado para conformar un filme con pretensiones de intriga psicológica más o menos densa, susceptible de que algunas personas más o menos sensibilizadas con el tema se identifiquen, pero que naufraga desde los primeros minutos.

Da la sensación de que has visto bastante cine italiano de serie Z, Sr. Webb. Puesto que los defectos y las incongruencias más patentes de tu película, parecen provenir de aquella escuela. La de los Fragasso, Lamberto Bava o el peor Fulci (el de los últimos años). Pero para eso no hace falta recurrir a una actriz como Elisabeth Shue, mala persona. La próxima vez haz el favor de llamar a Sandra Bullock, cuyo nivel está mucho más acorde con tu capacidad.