jueves, 28 de agosto de 2008

"La serpiente voladora", de Larry Cohen


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Q"/ Dirección y Guión: Larry Cohen/ Producción: Samuel Z. Arkoff/ Fotografía: Robert Levi y Fred Murhpy/ Montaje: Armond Lebowitz/ Música: Robert O. Rangland/ Efectos Visuales: Dave Allen y Peter Kuran/ Reparto: David Carradine, Michael Moriarty, Candy Clark, Richard Roundtree, James Dixon, Malachy McCourt, Fred J. Scollay, Peter Hock, Ron Cey, Mary Louise Weller, Bruce Carradine, John Capodice, Tony Page, Larkin Ford, Larry Pine. USA, 1986. Color. 92'

Si la serie B clásica de los años cuarenta y cincuenta va indefectiblemente asociada a nombres como los de Jacques Tourneur o Edgar G. Ulmer, la de los ochenta está representada en gran parte por un cineasta como Larry Cohen. Ya sea en funciones de guionista, de director, o de ambas cosas, como en el caso que nos ocupa hoy. Un director que, por supuesto, sin conseguir la magia ni los resultados de los mencionados, sí hace de la modestia y el desparpajo sanas virtudes para un género que en ocasiones se toma demasiado en serio a sí mismo.

Seguramente, de entre toda la serie de filmes modestos y de bajo presupuesto (pero perfectamente dignos) que Cohen ha realizado hasta la fecha, "La serpiente voladora" es uno de los más completos. No sólo porque presenta todos sus rasgos de estilo, sino porque su acabado es muy aceptable.

Mientras en las calles de la gran ciudad se producen extraños crímenes rituales aparentemente en honor a una deidad antigua, un pobre diablo (Michael Moriarty) sobrevive como puede a base de delitos de poca monta. Un policía (David Carradine) descubrirá cómo ambas circunstancias se acabarán interrelacionando de manera accidental. Y mientras, algo misterioso vuela por los cielos descabezando limpiaventanas y llevándose consigo a incautos que toman el sol en las azoteas.


En ocasiones a Cohen se le puede achacar, con razón, que tras una idea aparentemente sustanciosa u original, no termina de redondear del todo sus películas con más elementos, aparte de dichas ideas centrales. Sucede en casos como "La ambulancia", por citar otra obra de ambientación urbana, que tras un inicio prometedor, se acaba volviendo trivial y aburrida.

Pero lo cierto es que en el caso de "La serpiente voladora", no se limita a dejar que el bicho acapare todo el protagonismo, sino que es lo suficientemente inteligente como para salpicar la acción con más aspectos narrativos, como la trayectoria del personaje de Moriarty, o presencias "de lujo" como las de Carradine o el mismísimo Richard "Shaft" Roundtree, que ayudan a hilvanar los tiempos muertos que van entre las apariciones del monstruo. Un monstruo que, por cierto, presenta todo el entrañable encanto de las criaturas de Ray Harryhausen, que en 1982 ya parecía cosa del pasado.

Actores como los citados, con indudable carisma, engrandecen una producción como ésta. Si además añadimos algunas gotas de humor, cosa característica en los guiones de Cohen, encontraremos los suficientes puntos de interés para hacer de esta "Q" como se la conoce con su título original (en honor al dios azteca Quetzalcoatl) un producto perfectamente adecuado para los amantes del fantástico palomitero de bajo presupuesto pero con encanto.

Y es que la vocación de serie B del filme es casi "de manual", con personajes dibujados con un par de (más que suficientes) trazos, una dirección también prototípica (el inicio de la peli es definitorio de ello) y una narración que no se entretiene en pausas valorativas, sino que va tan al grano que en algunos momentos ni siquiera hay tiempo para preparar el clímax.


Pero todo ello es, al fin y al cabo, lo que cabe esperar de esta clase de obras. Que sin la grandilocuencia de los grandes medios ni desmesurados presupuestos que prometan dejarnos con la boca abierta y al final sólo consigan hacerlo a base de provocarnos bostezos, sí contengan ideas atractivas y nos hagan disfrutar de hora y media de sana evasión. Como cuando nos sentamos a leer cualquier viejo relato pulp de Robert Howard o Richard Matheson y nada más. Y nada menos.

1 comentario:

Quimérico Inquilino dijo...

Sí señor. Quizá junto a "Estoy vivo" la obra más disfrutable del entrañable Cohen, que siempre me ha parecido mejor guinista que director...