lunes, 11 de enero de 2010

"El Exorcismo de Emily Rose", de Scott Derrickson


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "The Exorcism of Emily Rose"/ Director: Scott Derrickson / Producción: Paul Harris Boardman, Beau Flynn, Gary Lucchesi, Tom Rosenberg y Tripp Vinson/ Guión: Paul Harris Boardman y Scott Derrickson / Fotografía: Tom Stern / Música: Christopher Young / Montaje: Jeff Betancourt / Diseño de producción: David Brisbin / Dirección artística: Sandi Tanaka / Maquillaje: Gitte Axen / Efectos especiales: Keith VanderLaan / Reparto: Laura Linney, Tom Wilkinson, Jennifer Carpenter, Campbell Scott, Colm Feore, Joshua Close, Kenneth Welsh, Duncan Fraser, JR Bourne, Mary Beth Hurt, Henry Czerny/ USA. 2005. Color. 108'

En el cine de terror cohabitan toda una serie de subgéneros y de temas recurrentes, al igual que en cualquier otro género cinematográfico. De modo que el espectador más o menos avezado suele sentarse en la butaca casi siempre sabiendo de entrada si está a punto de disfrutar con “una de fantasmas”, “una de zombies”, “una de vampiros”, etc. Sin embargo, a veces ocurre, como en el caso de la película que nos ocupa, que las cosas no están tan claras. No tanto por la certeza de que el film es “una de posesiones diabólicas”, algo que ya queda muy claro desde el mismo título, como por la circunstancia de que Scott Derrickson nos propone un, a priori, extraño aunque atrayente híbrido entre historia de terror y drama judicial. Y eso ya no es algo tan habitual.

Además, la película parte con dos puntos de dificultad añadida. El primero, el que todos tenemos en mente: la existencia como precedente de otro film mítico, que forma parte de la historia del género y del cine en general: "El Exorcista"; y por tanto, de buenas a primeras, las comparaciones, aunque odiosas, van a ser inevitables. La de Friedkin siempre ha sido y será el referente, a pesar de todas las secuelas e imitaciones que arrastró y arrastrará.

El segundo de los dos aspectos que en principio añaden lastre al film desde su inicio es saber que está inspirado en un hecho real. Algo que casi siempre provoca que el espectador se muestre más exigente con la verosimilitud de la obra que se dispone a ver.


Pues bien, "El exorcismo de Emily Rose" sale victoriosa de esas dos circunstancias adversas. Por un lado, el hecho apuntado anteriormente de la existencia de una subtrama judicial hace que la película se distancie de la estructura de la de William Friedkin. Pero no sólo por eso, sino también porque aspectos tan básicos como que la posesión que se nos narra y la subsiguiente ceremonia de exorcismo están diseñados desmarcándose suficientemente de aquella inolvidable batalla sin cuartel entre el demonio Pazuzu y el padre Merrin de 1973. Aquí tenemos un escenario distinto, un ritual más sesgado y corto, menos efectos llamativos (aunque los que hay, sobrecogen) y, en definitiva, una voluntariedad patente por huir de los tics que permanecen en la memoria de todos los que amamos la obra maestra de 1973.

Eso no quiere decir que "El exorcismo de Emily Rose" carezca de momentos impactantes, porque no es así. Quien busque ante todo agarrarse con fuerza al asiento y que se le erice el vello del cogote no va a salir decepcionado. En cuanto a la verosimilitud requerida para una historia que se anuncia basada en un caso real, tampoco puede decirse que Derrickson no se haya salido con la suya. Y ahí es donde brilla con luz propia la presencia de dos buenísimos actores, para reforzar ese aspecto: Laura Linney y Tom Wilkinson. Dos intérpretes fiables en grado máximo.

Ellos dos se nos muestran como las mayores bazas a la hora de otorgar credibilidad y empaque dramático a la historia, no tanto un casi irreconocible Campbell Scott con canas y bigote que no consigue sacarle todo el partido a su personaje de fiscal antipático y odioso para el público.

Por lo demás, me gustaría señalar el rigor de Derrickson a la hora de presentarnos la trama de una forma amena y compensada, a base de pasajes narrados en presente y otros en necesarios flashbacks, pero sin confundir ni distraer en ningún momento la atención del espectador. Asimismo, también cabe destacar el equilibrio entre los momentos de terror propiamente dichos y los más dramáticos e introspectivos, especialmente por parte del personaje de la abogada. Y es que es éste uno de los empeños que seguramente más problemas le debieron dar al director: el ser capaz de conseguir una obra que no cojease ni dejase descontentos ni a los que buscan la evasión pura y dura del género fantástico por un lado, ni a los más exigentes con la fuerza de los personajes y sus diatribas emocionales por el otro.


Un film que asusta, que incluso llega a emocionar tal vez más de lo habitual en este tipo de historias, pero sobre todo: que inquieta. Y creo que ésa es la sensación que más se deja sentir en el ánimo del espectador al finalizar su visionado: la inquietud.

En ese sentido, creo que Derrickson puede darse por satisfecho. Este director, del que apenas conocíamos su trabajo como responsable de una de las numerosas secuelas de "Hellraiser" y su participación en el guión de la perfectamente olvidable "Leyenda urbana 2" consigue aquí redondear un film más efectivo que efectista. Luego ya vendría la muchísimo más endeble "The Day the Earth Stood Still". Y habrá que esperar para ver de lo que ha sido capaz con la ambiciosa adaptación del "Hyperion" de Dan Simmons.

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