lunes, 5 de mayo de 2008
"Bajo aguas tranquilas", de Brian Yuzna
FICHA TÉCNICA:
Título Original: "Beneath Still Waters"/ Dirección: Brian Yuzna/ Guión: Mike Hostench y Ángel Sala, sobre la novela de Matthew Costello/ Producción: Julio Fernández y B. Yuzna/ Fotografía: Johnny Yebra/ Montaje: Nicolas Chaudeurge/ Música: Zacarías M. De la Riva/ Efectos visuales: Mariano Liwski/ Reparto: Omar Muñoz, Santiago Pasaglia, Eva Pont, Norberto Morán, Pilar Soto, Raquel Meroño, Josep María Pou, Patrick Gordon, Charlotte Salt, Manuel Manquiña, Michael McKell, Ricard Borrás. España-Gran Bretaña. 2005. Color. 95'
¿Existen los esperpentos en el género de terror? Porque esto es casi una obra de Valle Inclán pasada por el tamiz de Lovecraft. Y en algunos momentos Yuzna parece Berlanga.
Por lo visto, la razonable buena acogida del "Dagon" de Stuart Gordon animó a Yuzna y a la Fantastic (RIP) Factory seguir por esa misma senda. ¿El resultado? Pues eso: un esperpento. Esperpento en el cual se mezclan sin complejos (más bien sin vergüenza) Josep Maria Pou, David Meca, Manuel Manquiña y Raquel Meroño. O sea, casting esperpéntico, también.
Asimismo, esperpéntica es la propia trama. Batiburrillo de fungosidades en plan Lovecraft, pueblos malditos en plan Arthur Machen, zombies en plan Romero, maestros de ceremonias diabólicos en plan Hammer y chicas ligeras de ropa en plan Ozores.
Ignoro si semejante cocktail se halla presente en la novela en la cual se basa la película, pero en todo caso, cuando algo así desfila por delante de tus ojos, se hace difícil detenerte en análisis cinematográficos. Es más, ¿para qué?
Te limitas a descojonarte vivo con todo ello, así como con los torpísimos doblajes al castellano (sí, ésta merece la pena verla doblada, en serio) que se hacen los propios intérpretes.
Con todo, lo que Yuzna consigue es una doble pirueta con tirabuzón, es decir, en términos circenses: el más difícil todavía. A ver sino, cómo se califica el hecho de que con el pretexto de una historia terrorífica, enfocada desde una óptica irónica, consigas que el espectador se parta de risa con circunstancias que nada tienen que ver ni con la trama, ni con el enfoque, sino simplemente con lo lamentable de la puesta en escena, las interpretaciones, etc. O sea, que si algún día me topo con Brian Yuzna le diré que me divertí muchísimo con su película. Ahora bien, si me pregunta qué es lo que me hizo más gracia, creo que me pondré a silbar y miraré a otro lado.
Luego, cuando uno se lamenta de que aquello tan prometedor de la Fantastic Factory acabase naufragando, lo oportuno es plantarle cosas como ésta delante de las narices. Como esto, o como "Faust", que también tenía lo suyo.
Y es que "Bajo aguas tranquilas" es una de esas obras que no hay por dónde cogerlas. Seguramente cumple la función de provocar hora y media de diversión casposa, si entendemos eso como una virtud. Sin embargo, es un muy pobre bagaje para dar lustre a una productora que pretendía ser referente europeo del género, en la que ha sido con toda seguridad una de sus producciones más costosas, así como para engrosar la carrera de un cineasta que, sin ser uno de los nombres capitales del género, sí ostenta un pequeño estatus dentro del mismo, aunque sea dentro de la respetabilísima Serie B.
Todo ello por no hablar de lo ofensivo que resulta, si nos ponemos en plan serio, que se utilice el nombre de Lovecraft en vano. Ni que sea como referencia. Máxime cuando se constata la falta de adaptaciones o de obras basadas en el universo lovecraftiano que valgan mínimamente la pena. Ni las tetas de Raquel Meroño compensan tamaña afrenta. No señor.
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