jueves, 1 de mayo de 2008
"Habitación sin salida", de Nimrod Antal
FICHA TÉCNICA:
Título Original: "Vacancy"/ Dirección: Nimrod Antal/ Guión: Mark L. Smith/ Producción: Hal Lieberman/ Fotografía: Andrzej Sekula/ Montaje: Armen Minasian/ Música: Paul Haslinger/ Efectos especiales: John C. Hartigan/ Reparto: Kate Beckinsale, Luke Wilson, Frank Whaley, Ethan Embry, Scott G. Anderson, Mark Casella, David Doty. USA, 2007. Color. 80'
Cuando casi todos los comentarios que lees o escuchas acerca de una película inciden en los mismos puntos y van en la misma línea, o parecida, es por algo. Y no suele quedar demasiado lugar a la discrepancia.
De "Habitación sin salida" la mayor parte de críticas inciden en su irregularidad. En su primera mitad brillante y prometedora, tras la que el filme cae en lo rutinario y repetitivo. Y no seré yo el que discrepe, en este caso.
Mientras empezaba a verla, me venía a la mente la película de Joel Schumacher "Última llamada", aquélla en la que Colin Farrell se pasaba todo el rato en la cabina de teléfono, acosado por un psicópata. Me parecía que ambos filmes tenían rasgos comunes. Son películas breves, que van al grano y que pretenden implicar al espectador desde el principio y hacerle partícipe del agobio y la tensión que sufren los personajes. Sin embargo, mientras la obra de Schumacher conseguía mantener la misma intensidad a lo largo de todo el metraje, aquí no sucede lo mismo. Y tras un inicio, como decía, de lo más prometedor, se acaba diluyendo, víctima de su propio planteamiento.
En principio no era mala idea reducir toda esa segunda mitad al espacio mínimo de la habitación, a fin de provocar una sensación claustrofóbica y agobiante. Lo que ocurre es que Nimrod Antal, (cineasta de ascendencia húngara aunque nacido en Los Ángeles), no consigue su propósito de mantener el mismo nivel de intensidad logrado en el primer tramo de la historia. Y lo que empieza de un modo consistente y con agradables ecos de los viejos hitos televisivos de suspense, aquellas maravillosas series apadrinadas por Rod Serling o Alfred Hitchcock, acaba más bien discurriendo por los derroteros del insustancial thriller de suspense facturado en el Hollywood actual.
Todo ello no resta valor al primer tramo de la película, con un excelente ritmo y una puesta en escena tan bien planificada como ausente de los, por lo general, tentadores y recurrentes efectismos y estridencias. Asistes a esa parte del filme que, sin ser en absoluto original (con claras reminiscencias de "Psicosis" o "Desaparecida"), sí compensa dicha circunstancia con el elegante tono nocturno y recargado, donde cualquier cosa parece poder ocurrir. Rozando incluso el terror puro en algunos momentos, como las primeras señales de anormalidad, dentro de la habitación. Asimismo, tanto Kate Beckinsale como el, por lo general sosaina Luke Wilson, resultan creíbles en su, por otro lado, no demasiado exigente composición de pareja joven.
Es, como ha quedado dicho, a partir del momento en que asoma la alargada sombra de "Hostel", cuando en cierto modo se echa a perder casi todo lo conseguido anteriormente. Sobretodo por esa autoimpuesta obligación de no cambiar el escenario donde se desarrollan los hechos. Y es que parece imposible que una habitación, por muchos "trucos" que tenga, dé para tanto. Ahí estalla el naufragio, porque es donde el espectador deja de sentirse parte de la acción para asistir con mucha más distancia a semejante despliegue de arquitectura de interiores.
Total, que se repite la vieja historia de obra que promete mucho, para terminar convertida en la más insípida muestra de vulgaridad. Da la sensación de que a muchos guionistas se les acaban las ideas en pleno proceso de escritura y se limitan a cubrir el espacio vacío a toda costa, con lo primero que encuentran. En este caso, el "culpable" de todo ello, Mark L. Smith, incluso ha tenido arrestos de pergeñar una secuela anunciada para el año que viene y que, no hace falta decirlo, no me suscita el más mínimo interés.
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