martes, 27 de mayo de 2008

"Barba Azul", de Edgar G. Ulmer


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Bluebeard"/ Dirección: Edgar G. Ulmer/ Guión: Arnold Philips, Werner H. Furst y Pierre Gendron/ Producción: Leon Fromkees y Martin Mooney/ Fotografía: Jockey Arthur Feindel y Eugen Schüfftan/ Música: Leo Erdody/ Reparto: John Carradine, Jean Parker, Nils Asther, Ludwig Stössel, George Pembroke, Teala Loring, Sonia Sorel, Henry Kolker, Emmett Lynn, Iris Adrian, Patti McCarthy, Carrie Devan, Anne Sterling. USA. 1944. B/N, 72'

Son numerosas las aproximaciones y variaciones sobre el tema de Barba Azul, el asesino de mujeres. A partir del cuento de Perrault, que a su vez era una adaptación de un personaje (tristemente real) como Gilles de Rais, se han construido toda clase de historias.

Tramas de suspense como las de "Rebeca" de Hitchcock (a su vez basada en la novela de Daphne Du Maurier), "Secreto tras la puerta" de Fritz Lang o "Luz que agoniza" de George Cukor, e incluso aproximaciones cómicas, como la descacharrante "La octava mujer de Barbazul", de Lubitsch o la mucho más negra y por lo general infravalorada "Monsieur Verdoux" de Chaplin. Todas ellas tienen en común el acercamiento, con mayor o menor fidelidad, al mito.

En el caso de Ulmer, su "Barba Azul" presenta un tratamiento profundamente romántico y cinematográficamente satisfactorio. Con toda seguridad, a ese carácter contribuye el hecho de situar la trama en el París del siglo XIX. Y la elección de un actor como John Carradine, intérprete de extensísima trayectoria, estrechamente ligada al género fantástico.


Carradine posee unos rasgos que le hacen perfecto para el personaje. Unos rasgos equívocos que para nada son los del típico galán conquistador, sino que más bien están dotados de un indudable tono turbio. Pero al mismo tiempo también presentan una apariencia de cierta vulnerabilidad, al modo del clásico antihéroe fatalista romántico. Y en eso consiste su personaje, ni más ni menos. Un asesino, pero también un artista. Que pinta cuadros, diseña y dirige espectáculos de marionetas... y estrangula mujeres.

La película tiene la suave consistencia del cine más clásico y artesanal, con una fabulosa fotografía y un tono visual que por momentos la emparenta a las formas del cine mudo (no en vano uno de los directores de fotografía proviene del expresionismo alemán), pese a tratarse de una producción de mediados de los cuarenta.

Y a pesar de contar con una trama similar a la de otras clásicas historias de asesinos en serie, como las que se hicieran sobre la figura de Jack el Destripador y otros muchos personajes de similar índole, también frecuentes en la época, Ulmer imprime a ésta una entidad propia y reconocible.

Puede decirse que con este filme, el cineasta checo afincado desde muy joven en los USA, consigue de nuevo una de sus pequeñas joyas cinematográficas, al igual que hiciera con maravillas del calibre de "Satanás" o "Detour". Películas caracterizadas por una hipnótica fuerza narrativa y unas atmósferas sombrías e inolvidables. Obras que no suelen aparecer casi nunca en las listas de mejores de la historia, pero que resulta imposible no adorar.

2 comentarios:

cerebrin dijo...

Uff, no sabes las ganas que le tengo a esta película desde hace mucho tiempo, tanto por su director, como por su protagonista y por su temática, y tu comentario no ha hecho más que reafirmar mis sospechas. A ver si consigo dar con un enlace en buenas condiciones, que me baje uno de la mula que era literalmente invisible.

Quimérico Inquilino dijo...

Me encanta Ulmer. Esta no la he visto todavía. A ver si encontramos enlace, que se me hace la boca agua....