sábado, 3 de enero de 2009
"Island of the Living Dead", de Bruno Mattei
FICHA ARTÍSTICA:
Título Original: "L'Isola del Morti Viventi"/ Dirección: Bruno Mattei/ Guión: Antonio Tentori/ Producción: Giovanni Paolucci/ Fotografía: Luigi Ciccarese/ Montaje: Daniele Campelli/ Dirección Artística: Claudio Cosentino/ Reparto: Alvin Anson, Miguel Franco, Jim Gaines, Gaetano Russo, Ydalia Suárez, Thomas Wallwort, Yvette Yzon. Italia, 2006. Color. 93'
Esto es un blanco, un negro, una latina y una china que llegan a una isla y... No, no es un chiste. Es la penúltima película que el legendario (al menos, para algunos de nosotros) Bruno Mattei nos regaló antes de pasar a mejor vida (y quién sabe si resucitar algún día, como cualquiera de sus queridos zombies). Filme reciente, al que de hecho siguió otro antes de que Mattei falleciese. O sea que hasta el último momento, ahí estuvo, al pie del cañón.
Y lo hizo dirigiendo un filme como éste, que es, ni más ni menos, lo que cualquiera de sus seguidores más fieles hubiesen deseado a estas alturas del siglo XXI. Otra nueva incursión en el universo de los muertos vivientes, que tanto nos hiciera disfrutar hace años, gracias a obras como "Apocalipsis caníbal", "Zombie 3", etc. No en vano, se trata de una de las figuras más destacadas y reconocibles dentro del gore italiano de los años setenta y ochenta.
Aquí, un grupo variopinto y heterogeneo de aventureros buscadores de tesoros, llegan a una isla que antaño había vivido toda clase de cruentas luchas entre nativos y desalmados conquistadores, dando lugar a una epidemia de resurrecciones no deseadas. Los aventureros en cuestión, no tardarán en toparse con la evidencia de que los muertos no han pasado a mejor vida, sino que siguen en ésta. Y con considerable apetito.
Evidentemente, nadie en su sano juicio puede esperar a estas alturas demasiadas novedades en un filme que desde el primer momento deja clarísima su intención de adscribirse sin ningún género de dudas a los esquemas más tradicionales de las historias italianas de zombies, es decir, los parámetros "romerianos" convenientemente aderezados con buenas dosis de gore. Sutilezas, las justas.
Y eso es lo mejor (o lo peor, según los gustos) que puede decirse de la película. Eso sí, una vez hemos tomado conciencia de la clase de producto que tenemos delante, encontraremos razones suficientes para disfrutar con una narración ágil y un evidente gusto por los estímulos visuales del terror transalpino, siempre tan característicos.
También se podría añadir que Mattei, seguramente sabiendo que no iba a tener demasiadas oportunidades más de dejar muestras de su labor detrás de las cámaras, se permite darse un auténtico homenaje, al mismo tiempo que también deja (de un modo entrañable) algún que otro guiño a aquel estilo de cine.
El autohomenaje vendría reflejado en la auténtica falta de rubor, a la hora de introducir en la obra toda clase de licencias. Hasta el punto de que en una película que, al menos en teoría, es una historia de zombies en toda regla, se las ingenie para "colarnos" otras manifestaciones terroríficas, como vampiros y espectros. Así por la cara. Eso por no hablar de las tradicionales incongruencias de guión, que casi son un signo de distinción, dentro de esta clase de productos.
En cuanto al apartado de los guiños, seguramente el que más llamará la atención será un plano protagonizado por un ojo y una puerta con un saliente afilado. No hace falta dar más pistas. Seguro que el bueno de Lucio Fulci habrá sonreído, allá donde esté, al ver esa secuencia.
De alguna forma, Mattei deja aquí su sello, casi a título póstumo. En un momento en que el cine de terror y especialmente el apartado de los muertos vivientes, parecen haber adquirido otra clase de modismos, tratando de adaptarse a los nuevos tiempos, él parece reivindicar su particular estilo, así como el de sus coetáneos. El estilo de otra época, en definitiva.
Circunstancia que, evidentemente, a los más o menos iniciados les (nos) parecerá magnífico y nos hará disfrutar, mientras que a las últimas generaciones de espectadores, más acostumbrados a los muertos vivientes de las "Resident Evil" o "28 horas después", pues todo esto les parecerá poco menos que antediluviano y ajeno.
Por lo que a quien esto escribe respecta: que vivan Mattei y los zombies rancios.
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