jueves, 31 de diciembre de 2009

"La mujer de negro", de Herbert Wise


FICHA ARTÍSTICA:

Director: Herbert Wise/ Producción: Chris Burt/ Guión: Nigel Kneale, sobre una novela de Susan Hill/ Música: Rachel Portman/ Diseño de Producción: Jon Bunker/ Dirección Artística: John Ralph/ Maquillaje: Connie Reeve/ Reparto: Adrian Rawlins, Bernard Hepton, David Daker, Pauline Moran, David Ryall, Clare Holman, John Cater, John-Franklyn Robbins, Fiona Walker, William Simons, Robin Weaver, Caroline John, Joseph Upton. Inglaterra. 1989. Color. 100'

¡Alehop! Volvemos a saltar al Viejo Continente. El tal Herbert Wise no tiene nada que ver con el gran Robert Wise. Para empezar, es austríaco. Para continuar, desarrolló casi toda su carrera dentro del medio televisivo. Eso sí, hay algo que les une. Y es el haber frecuentado el género fantástico y más propiamente el haber dirigido buenas historias de fantasmas.

Si de Robert Wise han quedado para la historia obras tan magistrales como "The Haunting", "El ladrón de cadáveres", etc. no cabe duda de que, aunque sea a un nivel infinitamente más modesto, esta "La mujer de negro" también debería permitir al otro Wise ocupar un pequeño lugar en nuestra memoria. Y es que se trata de una obra más que reivindicable.

Hecha para la televisión, eso sí. Pero claro, si hablamos de la televisión británica, la de "Arriba y abajo", "Retorno a Brideshead", etc, etc. estamos hablando de calidad.


"La mujer de negro" es una de esas historias con todos y cada uno de los ingredientes de las clásicas e inmortales "ghost stories" que los propios británicos supieron contar mejor que nadie. Ahí quedan nombres como los de Edith Warton, Shirley Jackson, etc. Curiosamente, también ésta parte de una obra escrita con trazo femenino: el de Susan Hill.

Un joven abogado que necesita urgentemente progresar en su profesión es requerido para encargarse de los detalles relativos a la muerte de una mujer, así como todo el papeleo subsiguiente. Por ello, se desplazará a una pequeña población costera típicamente británica, en la cual se topará con la actitud cerrada y esquiva de los habitantes, así como con una presencia femenina decididamente ominosa (la que da título al relato, obviamente) que se irá introduciendo de manera progresiva y diabólica en la vida del infeliz, mientras éste intenta sacar en claro qué hay tras dicha aparición.

Como vemos, la trama no puede ser más tópica. Pero claro, si uno es devoto del cuento de fantasmas de toda la vida, esos son una clase de tópicos que se disfrutan de principio a fin. Si además la narración se nos presenta (como aquí) de una forma impecable, tomándose el tiempo justo y necesario para no precipitarse ni tampoco hacerse pesada; magníficamente ambientada, con actores fiables y más que correctos y con una puesta en escena eminentemente televisiva, pero llena de encanto dentro de su academicismo... poco más se puede añadir. Y, desde luego, pocas pegas pueden sacársele. Pero es que, por si todo eso fuera poco, ¡además asusta!


Si la vocación de "La mujer de negro" fuese la de convertirse en una obra imperecedera y destinada a sentar cátedra dentro del cine de terror, es evidente que quedaría muy lejos de ahí. Pero como no es eso lo que pretende en ningún momento, pues no hay mayor problema.

Así pues, se trata únicamente de sentarse cómodamente en la butaca, apagar las luces y dejarse llevar por el ambiente fantasmagórico que Herbert Wise nos propone, con el mismo deleite con el que nos sumergimos en cualquier cuento de M.R. James, F. Benson o Sheridan LeFanu.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

"Saw II", de Darren Lynn Bousman


FICHA ARTÍSTICA:

Director: Darren Lynn Bousman / Producción: Mark Burg, Gregg Hoffman y Oren Koules/ Guión: Leigh Wannell y Darren Lynn Bousman / Fotografía: David A. Armstrong / Música: Charlie Clouser / Montaje: Kevin Greutert / Diseño de Producción: David Hackl / Dirección Artística: Michele Brady / Maquillaje: Neil Morrill / Efectos Especiales: Tim Good / Efectos Visuales: Bret Culp / Reparto: Donnie Wahlberg, Shawnee Smith, Tobin Bell, Franky G, Dina Meyer, Emmanuelle Vaugier, Beverly Mitchell, Erik Knudsen, Tim Burd, Lyriq Bent, Noam Jenkins, Tony Nappo/ USA. 2005. Color. 93'

Apenas nueve meses después de la agradable sorpresa que constituyó el primer "Saw" de James Wan, llegó a España la primera secuela, en la que reaparecía Leigh Whannell, aunque únicamente en su faceta de co-guionista, a diferencia de la anterior, que también co-protagonizaba. También teníamos el primer cambio de director. En este caso se hacía cargo del film el joven Darren Lynn Bousman, que a su vez colabora en el guión. Con respecto a la primera, tan sólo repitieron delante de las cámaras Shawnee Smith y, claro está, Tobin Bell. Del papel protagonista se encargaba en este caso Donnie Wahlberg, que aparte de la circunstancia de ser el hermano de Mark Wahlberg, también es recordado como el suicida que aparecía en el prólogo de la magistral "El sexto sentido", o por la gran serie televisiva "Hermanos de sangre".

Entrando en materia, resulta difícil rehuir las comparaciones con la predecesora. De ahí que se nos pretendiese vender el producto como un filme más sangriento y truculento que el anterior, a modo de reclamo. Desde luego, no se trataba de una publicidad gratuita. En "Saw 2" asistimos a momentos ciertamente sórdidos y desagradables, en mayor medida que la media de este tipo de películas, en especial las que provienen de Hollywood, habitualmente bastante pudorosas. Oriente es cosa aparte, por mucho que ambas cinematografías cada vez parezcan transitar por caminos más cercanos en el terreno del fantástico, en especial gracias al interés casi vampiresco del cine yanqui por absorber todo aquello que, viniendo de fuera, supone una renovación en cuanto a sus propios esquemas, como hemos visto en los recientes remakes de filmes orientales que todos tenemos en mente.


Truculencias aparte, lo que ocurre es que quienes nos sentimos agradablemente sorprendidos por la primera película lo hicimos sobre todo por la presencia de un guión ciertamente inspirado y fresco, que daba la vuelta a las repetitivas y recurrentes situaciones del conjunto de historias de psychokillers nacidas a partir del gran éxito de "El silencio de los corderos" y "Seven". Parecía difícil encontrar algo nuevo y que fuese capaz de alcanzar similares cotas de interés para un aficionado curtido. Pero el caso es que la primera "Saw" tenía muy buenos momentos y conseguía sorprender e interesar. Lamentablemente, esta primera secuela se quedó a medio camino en ese aspecto. No porque no haya giros argumentales, que los hay. De hecho, el filme juega de continuo a desafiar al espectador haciéndole partícipe de todos los retruécanos y sorpresas. La lástima es que precisamente ese factor sorpresivo ya se ha perdido, y no sólo uno puede adelantarse a lo que va a ocurrir con cierta facilidad, sino que al estar pendiente de continuo del rumbo de los acontecimientos desde ese punto de vista, la narración propiamente dicha pierde interés y se resiente. Y es que, mala cosa cuando uno tiene que estar más pendiente de las “trampas” de la historia que de la propia historia.

Una diferencia importante entre esta secuela y la original radica en el protagonismo más acusado del asesino, y de ahí su mayor presencia en pantalla. Aquí podemos conocerle mejor y, ciertamente, constituye un personaje interesante. Se erige en una especie de moderno villano gótico y torturado con ínfulas existenciales y todo, cuyos tejemanejes criminales no dejan de ser trampas de folletín revestidas de imaginería “modernilla” de estética industrial. De hecho, los personajes que aparecen como víctimas potenciales del siniestro juego están encerrados en una casa (en lugar de castillo) repleta de habitaciones-trampa y de mugre perfectamente prediseñada. En ese sentido, y junto a la sordidez de las muertes, uno nunca pierde de vista que se halla ante un producto con estética de videoclip, y eso siempre resta fuerza y disminuye el realismo.


Acerca de los personajes, no hay mucho que decir. El policía caracterizado por Wahlberg, con unas dotes interpretativas similares a las de su hermano por cierto, no es sino un compendio de tópicos sin nada destacable. Y con respecto a los secuestrados en la casa, los mismos tópicos, pero por separado: un negro, un latino, una rubia, una morena… y el hijo del protagonista, al que teóricamente el espectador ha de sentirse más cercano. Tal vez por eso resulta tan difícil sentir algún tipo de afinidad con el resto. Ignoro si estaba planteado así o no desde el guión, pero el caso es que funciona. De todos modos, no me parece una buena opción pretender que quien ve la película se sienta tan distanciado emocionalmente de las víctimas. Creo que esa circunstancia lo que provoca precisamente es que la atención se centre en exclusiva en los aspectos de guión, de ahí que a mayor prevención, menos posibilidad de ser sorprendido, que, como ya se ha dicho, parece ser el principal interés de los artífices de la película.

Así pues, ¿estamos ante la típica secuela inferior al original? Pues sí y no. Sí, porque el mencionado factor sorpresa, tanto desde el punto de vista global, como de momentos puntuales en la película, no es igual de efectivo que en la anterior, cuyos evidentes hallazgos no se repiten. Y no, porque el filme en su conjunto, y sin tener tanto en cuenta al anterior, funciona. A lo largo de los noventa minutos que dura el mismo, al espectador no se le permite un respiro. En ese sentido, no puede hablarse tanto de secuela fallida como de secuela menos inspirada que su predecesora.

De las numerosas secuelas que vinieron después, ya hablaremos otro día. O casi mejor... nunca.

martes, 29 de diciembre de 2009

"Night of the Eagle", de Sidney Hayers


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Night of the Eagle"/ Dirección: Sidney Hayers/ Guión: C. Beaumont, R. Matheson y G. Baxt, sobre la novela de Fritz Leiber/ Producción: Samuel Z. Arkoff y A. Fennell/ Fotografía: Reginald H. Wyer/ Música: William Alwyn/ Montaje: Ralph Sheldon/ Dirección artística: Jack Shampan/ Reparto: Peter Wyngarde, Janet Blair, Margaret Johnston, Anthony Nicholls, Colin Gordon, Kathleen Byron, Reginald Beckwith, Jessica Dunning, Norman Bird, Judith Stott, Bill Mitchell. Reino Unido. 1962. B/N. 83'

Si en el anterior filme, la referencia era Clive Barker, ahora se trata de aludir a otro autor, no tan conocido (al menos, a día de hoy) pero que merece ocupar un lugar destacado, dentro del terror y de casi todos los ámbitos del género fantástico en general: Fritz Leiber.

Un tipo de lo más interesante, cuyas historias no han sido muy adaptadas al cine, cuando seguramente muchas de ellas serían susceptibles de convertirse en películas fascinantes. Pienso, por ejemplo, en "Nuestra Señora de las Tinieblas".

Aquí, en cualquier caso, encontramos una de sus obras más célebres: "Esposa Hechicera". Y para la ocasión, detrás de las cámaras se puso Sidney Hayers. Cineasta británico habitualmente ligado al medio televisivo y del cual conocemos algún que otro largo simpático, como "El circo de los horrores".

La historia viene protagonizada por un profesor y su esposa. El profesor, de naturaleza descreída y escéptica. La mujer, naturalmente, todo lo contrario. Circunstancia que no tendrá nada de particular, hasta que el marido descubra que las creencias de su esposa no se limitan a una mera pose, sino que van bastante más allá. Dicho descubrimiento desencadenará una serie de macabros acontecimientos. Algo así como "Embrujada", pero en plan serio.


"Night of the Eagle" es una película absolutamente deliciosa y disfrutable. Con todo el carácter de la puesta en escena "british" de la época, amén de un reparto integrado por actores no muy conocidos, pero que dan el tono perfecto a esta trama que no deja de jugar con la ambivalencia de las creencias supersticiosas, tanto en el contexto de los personajes, como en el propio espectador.

La narración avanza a un ritmo muy vivo. De hecho, diríase que el nudo de la misma irrumpe de un modo (tal vez) algo precipitado. En cualquier caso, dado que dicho ritmo no decae en ningún instante, tampoco hay descompensación.

En el guión participa otro auténtico especialista del género y de las adaptaciones a la gran y a la pequeña pantalla: Richard Matheson.

En definitiva, nos hallamos ante un producto de calidad. Y como tal, no se limita a plantear una simple peripecia que nos mantenga pegados a la butaca (que también) sino que incluso va más allá, en el sentido de anticipar, en cierta medida, esa corriente que vendría después, al respecto de argumentos acerca de grupos o conjunto de personajes que practican la magia negra y las artes diabólicas y que irrumpen en las vidas cotidianas de individuos "normales". Un tipo de tramas que a finales de los sesenta y, especialmente en los setenta, sería harto recurrente ("La semilla del Diablo", "La lluvia del diablo", "La novia del diablo"...)


Ni que decir tiene, agradabilísimo filme, lleno de encanto y seguramente desconocido de forma injusta en España. En esa línea, algo similar a lo que ocurre con el propio Fritz Leiber. Uno de esos autores "que suenan", pero que debería ocupar un lugar mucho más destacado del que ocupa en el imaginario colectivo.

lunes, 28 de diciembre de 2009

"Dread" de Anthony Di Blasi


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Dread"/ Dirección y Guión: Anthony Di Blasi, sobre un relato de Clive Barker/ Producción: J. Daley, L. Apelian y C. Barker/ Fotografía: Sam McCurdy/ Música: Theo Green/ Montaje: Celia Haining/ Efectos Especiales: Richard North/ Reparto: Jackson Ratbhone, Shaun Evans, Hanne Steen, Laura Donnelly, Jonathan Readwin, Vivian Gray, Carl McCrystal, Sarah Ball. Reino Unido. 2009. Color. 90'

Parece que últimamente Clive Barker está de moda. O mejor dicho, vuelve a estar de moda. Recordemos que ya hace años su nombre estuvo bastante en boga, en cuanto a adaptaciones cinematográficas se refiere, gracias a obras como "Razas de noche", "Hellraiser" o "Candyman".

El caso es que de un tiempo a esta parte, su figura y su obra vuelven a estar en el candelero, gracias a filmes como "El tren de la carne de medianoche", "Books of Blood" o ahora esta "Dread".

Una película que, de alguna manera, viene a confirmar todo lo mejor y lo peor del Barker escritor. En ese sentido, no se puede negar que, como visualización del estilo narrativo del autor, es una buena adaptación. Ahora bien, si ha de analizarse como película de terror... me temo que vamos a tener que dejarlo en un aprobado raspadísimo. Y eso, siendo pero que muy generoso.

La literatura de Barker siempre se ha caracterizado por revestir sus ideas (más o menos potentes y novedosas) con un discurso recargado, barroco, denso. Algo que, de alguna forma, en literatura no sólo no tiene por qué molestar, sino que incluso se agradece, en ocasiones y si dicha opción está bien resuelta. Ahora bien, a la hora de llevar eso al cine, o eres un cineasta talentoso y capaz de intercambiar las propuestas escritas por imágenes sugerentes, o lo más normal es que tu obra naufrague en las procelosas aguas del aburrimiento.


Poco más o menos es lo que sucede con "Dread". A partir de una idea razonablemente interesante (la exploración de la naturaleza y el origen de los miedos de una serie de personajes, como base para un trabajo de estudios), idea que, sin ser rabiosamente original, sí está planteada con la adecuada seriedad, pues el tal Di Blasi en ésta, su ópera prima, no consigue que su obra remonte las posibilidades de la mencionada idea.

De ese modo, su película se pierde entre discursitos intelectualoides de personajes más bien poco interesantes, por muy tortuosos que se nos quieran presentar, (encarnados por actores desconocidos y más bien poca cosa) y tan sólo ofrece algún que otro momento aislado de cierto gancho.

Es por este motivo por el que empezaba diciendo que como muestra del estilo de Barker, no es una obra desatinada. Lo que ocurre es que incide más en lo discutible de dicho estilo que en su brillantez. No en vano, muchas veces los relatos (no digamos ya las novelas) de Barker se pierden en su propia maraña estilística, obviando el fin último de las historias de terror: contar algo.

Así pues, "Dread" constituye una fallida muestra de terror moderno, a pesar de sus loables (aunque finalmente risibles) dosis de provocación y de efectismo. Algo que, en el fondo, no deja de resultar extraño, tratándose de una obra facturada en el Reino Unido, cuna de productos habitualmente más consistentes que éste.

domingo, 27 de diciembre de 2009

"La décima víctima", de Elio Petri


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "La Decima Vittima"/ Director: Elio Petri/ Producción: Carlo Ponti/ Guión: T. Guerra, G. Salvioni, E. Flaianno y E. Petri, sobre un relato de Robert Sheckley/ Fotografía: Gianni Di Venanzo/ Música: Piero Piccioni/ Montaje: Ruggero Mastroianni/ Diseño de Producción: Piero Poletto/ Reparto: Marcello Mastroianni, Ursula Andress, Elsa Martinelli, Salvo Randone, Massimo Serato, Milo Quesada, Luce Bonifassy, George Wang, Evi Rigano. Italia-Francia. 1965. Color. 94'

Tras este título, que a muchos nos trae resonancias de la edad de oro del Pop español, encontramos un filme italiano de los sesenta que adaptaba un relato corto de Robert Sheckley (afamado especialista en CF). Y lo hacía en manos de Elio Petri. Un competente cineasta transalpino, bastante especializado en filmes de temática social y también tramas policiales.

Lo cierto es que algo de eso hay aquí. Pero en realidad, lo que se nos plantea es una trama típicamente futurista, con la "caza del hombre" como deporte institucionalizado y avalado por las autoridades, sin rehuír (como toda historia de CF humanista que se precie) todo un trasfondo de crítica social al papel de los medios de comunicación y de la indiferencia ante el crimen y la violencia.

Por cierto, que el guión de la adaptación lo firma alguien tan fiable como Tonino Guerra, un auténtico peso pesado. Y, por si fuera poco, dos rostros en los papeles protagonistas tan reconocibles y carismáticos, como los de Marcello Mastroianni, Elsa Martinelli y Ursula Andress.

Con todo este buen material de partida, la cosa podía dar mucho de sí. Pero lo cierto es que, vista a día de hoy, "La décima víctima", más que un thriller ultraviolento repleto de dramatismo, casi se nos antoja como un thriller cómico "de época". Obviamente, con "de época" no me refiero al habitual significado que se le otorga al término, esto es, ambientado en siglos remotos, con todo lo que supone de vestimentas, escenarios, etc. Aquí la época son los años 60, del reciente siglo XX.


Unos años 60 que, para bien o para mal (en este caso, para muy mal) lo llenan absolutamente todo. Desde una banda sonora auténticamente desquiciante, por lo omnipresente que se halla a lo largo de toda la película (en ocasiones molestando los propios diálogos de los personajes), pasando por una narración estética y formalmente pasadísima de rosca (casi deja en pañales, en cuanto a su "estridencia", obras como "Arabesco" o "Charada", por citar otro par de filmes netamente "poppies").

Total, que lo que podía ser una obra interesante y que plantease cuestiones que, por otro lado, más tarde retomarían con suerte dispar, otros cineastas y autores (la muerte como espectáculo televisivo, la caza del hombre como deporte...) aquí Elio Petri lo convierte en una suerte de vídeoclip kitsch que ni siquiera tiene la gracia de los Bond más "yeyés".

Ya no es por el hecho de revestir la narración de un tono pseudo-cómico, que al fin y al cabo, es un punto de vista tan válido como cualquier otro. Sino, sobretodo porque a la media hora la película ya ha dejado de interesar, al desvirtuar totalmente el aspecto de fondo, para abordar cuestiones más típicas de las comedietas de enredo tan en boga por aquel entonces.

En definitiva, si después de ver esto, a alguien todavía le quedan ganas de tragarse una ítalo-francesa de índole CF humanista, pero que de verdad nos muestre un mínimo de calidad, más le vale irse a buscar cosas mucho más presentables, como "Los viajeros del atardecer" de Ugo Tognazzi, o "Tratamiento de shock" de Alain Jessua. Películas bastante olvidadas y que de verdad merecerían ser rescatadas.

sábado, 26 de diciembre de 2009

"El retorno de los malditos", de Martin Weisz


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "The Hills Have Eyes II"/ Director: Martin Weisz / Productores: Jonathan Debin y Wes Craven / Guión: Wes Craven y Jonathan Craven / Fotografía: Sam McCurdy / Música: Trevor Morris / Montaje: Kirk M. Morri / Efectos especiales: Jason Troughton / Reparto: Michael McMilian, Jessica Stroup, Daniella Alonso, Jacob Vargas, Michael Bailey Smith. USA. 2007. Color. 89'

Una vez certificado el éxito de público y crítica del remake de Alexander Aja sobre el clásico setentero, que tan buen sabor de boca nos dejó, rauda y veloz tuvimos la secuela. Eso sí, sin el director francés. Pero para que el producto no quedase totalmente desprovisto de entidad, al menos sobre el papel, Wes Craven y su hijo se encargaron del guión, lo cual no tengo muy claro que sea del todo positivo a estas alturas de la carrera del “papá” de Freddy Kruger, cuyos últimos trabajos, al menos como director, han dado resultados terriblemente discretos.

En cualquier caso, esta película no pretende engañar a nadie. Lo previsible era que no se alcanzase la calidad de la antecesora, uno de los mejores remakes que se han hecho sobre el cine de terror moderno. Y eso es lo que ocurre, ni más ni menos. Lo que quedaba por ver es si, por lo menos, se trata de una obra digna. Bajo mi punto de vista, sí lo es. Eso sí, tampoco pidamos mucho más.

Desde el principio, la acción es constante. En ese sentido, casi más que el estilo de Aja, nos viene a la cabeza el referente de otro compañero de generación, el también brillante Neil Marshall. Y es que, si atendemos a varios de los elementos de la película, nos acordamos de "Dog Soldiers" con soldaditos sobrados de testosterona metidos en problemas con elementos incluso más agresivos que ellos y "The Descent" con personajes sumidos en un ambiente claustrofóbico, amén de un rosario de secuencias que no escatiman en violencia explícita, cosa que, por fortuna, sí se ha conservado con respecto al filme anterior.


De hecho, parece que a los artífices de "El retorno de los malditos" la fuerza se les ha ido por “las vísceras”. Porque si se pretende profundizar en aspectos como el guión (trama previsible a más no poder) o los diálogos, el resultado no da para mucho. Sirvan, precisamente, para muestra de la “calidad” de los diálogos un par de ejemplos: segundos después de ser atacada salvajemente por uno de los mutantes de las colinas, y ante la presencia de otro de los personajes que acude al lugar, la joven malherida exclama “aquí está pasando algo raro” . O líneas de guión de una “profundidad filosófica” que le dejan a uno perplejo, como cuando uno de los soldados dice: “morir no es bueno” . Casi mejor no seguir por ahí, ¿verdad? Me pregunto de cuál de los dos Craven serán ambas muestras de “inspiración”. A mejorar todo ello no contribuye precisamente el elenco actoral, integrado por intérpretes francamente torpes, casi tanto como los personajes que interpretan.

Eso sí, del mismo modo que criticamos negativamente algunos aspectos de la obra, hay que ser justos y alabar el trabajo de los departamentos de maquillaje y efectos especiales de la película, porque sin recurrir a los nefastos (por regla general) efectos digitales que nos asolan desde hace años, en este caso dicha labor es predominantemente artesanal y se salda con un resultado muy apreciable, bajo la responsabilidad de los mismos y veteranos artífices en esas lides que nos deleitan en la estimable serie Masters of Horror, así como en numerosos trabajos para la gran pantalla: Berger & Nicotero.

A juicio de cada uno queda el otorgar el valor que estime oportuno a un filme cuyo máximo reclamo es la violencia explícita de algunas de sus imágenes, así como un tono de acción adrenalínica que no decae desde el principio hasta el final. Porque lo que queda claro es que apenas se pueden destacar más aspectos. En cualquier caso, no se puede obviar que el descenso de calidad con respecto a su predecesora es excesivamente acusado, para quien esto escribe. Lo cual era de esperar, pero no está de más significarlo. El reto era acercarse lo máximo posible. Y para mi gusto, se queda demasiado lejos.

viernes, 25 de diciembre de 2009

"Dark Country", de Thomas Jane


FICHA ARTÍSTICA:

Título original: "Dark Country"/ Dirección: Thomas Jane/ Producción: P. Aiello y S. Amritraj/ Guión: Tab Murphy/ Fotografía: Geoff Boyle/ Música: Eric Lewis/ Montaje: J. Lafferty y R.L. Kambert/ Efectos especiales: Daniel Holt/ Reparto: Thomas Jane, Lauren German, Ron Perlman, Chris Browning, Con Schell, Rene Mousseux, Nikki Kelly, Aynn Kirby/ USA. 2009. Color. 90'

Thomas Jane es uno de esos actores que entran en la cuarentena y que, de alguna forma, parecían destinados a tomar el relevo de los Bruce Willis, Tom Hanks, etc. en cuanto a figurar como rostros habituales del cine americano más o menos comercial. Sin embargo, a diferencia de compañeros de generación mucho más asentados, como Hugh Jackman, la carrera de Jane no parece haber estado tan tocada por la varita de la suerte, o del acierto a la hora de escoger.

Tal vez por ello, inmediatamente después de haber protagonizado (eso sí) uno de los mejores títulos del fantástico reciente ("La niebla" de Darabont) ha decidido probar suerte tras la cámara. Y lo ha hecho por segunda vez con esta "Dark Country" (tras una ópera prima de animación que no tengo el placer de haber visto).

En "Dark Country" asistimos al viaje accidentado de una pareja de recién casados en Las Vegas que se internarán por una carretera misteriosa, no exenta de sorpresas y momentos más o menos alucinógenos.


Las road movies con rasgos de thriller terrorífico no son nada nuevas. Desde "El diablo sobre ruedas" hasta "Nunca hables con extraños", pasando por esa pequeña joya ochentera llamada "Carretera al infierno", con aquel inolvidable Rutger Hauer como psicópata de libro. Incluso si nos vamos más atrás en el tiempo, podríamos encontrar distintas aproximaciones a este tipo de narraciones en episodios de series míticas como "The Twilight Zone" o "Alfred Hitchcock Presents".

Tal vez por eso, Jane opta por revestir su película con unas ínfulas que pretendidamente la sitúen a otro nivel, más artísticamente arriesgado. El resultado es francamente, bastante deplorable. Ya se sabe que, en estos casos, no basta con querer. Hay que saber.

En primer lugar porque desde la primera secuencia, que ya pretende ser algo así como un punto de partida sugestivo y que atrape al espectador y que a la postre se convierte en un verdadero coñazo repetitivo y cansino, hasta el momento en que toma cuerpo la acción propiamente dicha, con todo un pasaje narrativo que podría calificarse como de "vergüenza ajena" con la parejita montándose un numerito pseudo-erótico sobre ruedas, nada funciona en la película como el director pretende.

En definitiva, a Jane se le ve el plumero casi enseguida. Lo que busca aquí es colarnos una chusca influencia del David Lynch más etéreo y alucinógeno, pero lo hace con una falta tan evidente de recursos, que el resultado ni siquiera llega al nivel de un alumno mínimamente aplicado.


Si somos capaces de abstraernos de esas pretensiones a todas luces exageradas de la película, lo que nos queda es una obra muy mediocre, con sustos fáciles a mansalva y con un desarrollo de lo más previsible. No hay intriga, no hay sorpresa, no hay angustia. Ni uno solo de los objetivos que el filme persigue.

No sé hasta qué punto cabe aplicar la mediocridad de la propuesta a la falta de talento de Jane tras la cámara, o más bien al hecho de contar con un guión francamente limitado. El caso es que lo que buscaba ser una obra con rasgos peculiares y una atmósfera lograda, acaba naufragando con el aspecto de un telefilme de mala digestión.

jueves, 24 de diciembre de 2009

"Los largos cabellos de la muerte", de Antonio Margheriti


FICHA ARTÍSTICA:

Título original: "I Lunghi Capelli Della Morte"/ Dirección: Antonio Margheriti / Productor: Felice Testa Gay / Guión: Bruno Valeri, Antonio Margheriti, Ernesto Gastaldi / Fotografía: Riccardo Pallottini / Música: Carlo Rustichelli / Montaje: Mario Serandrei / Reparto: Barbara Steele, George Ardisson, Halina Zalewska, Robert Rains, Laureen Nuyen, Jean Rafferty, Nello Pazzafini, Jeffrey Darcey / Italia. 1964 B/N. 94'

Aunque aquí firmase con su alias "anglófilo" (Anthony Dawson), Antonio Margheriti es el inconfudible director de esta excelente muestra de gótico a la italiana, con todo el sabor de grandes como Bava, Freda o el propio Margheriti, que antes de convertirse en un cineasta más todoterreno y (por qué no decirlo) facturador de caspa, dirigió maravillas como "Danza macabra" o ésta que nos ocupa.

Una típica trama de maldiciones con nobles malparidos que acabarán sufriendo las consecuencias de sus malas artes con las peores artes de las brujas. Pero eso sí, pasado por el tamiz de la atmósfera más exquisita del cine italiano de terror en blanco y negro.

Un cine que, antes de introducirse de lleno, con la llegada del color, en las formas más "viscerales", con el rojo como tono predominante, se caracterizó por esos ambientes recargados y malsanos, casi expresionistas. Lleno de planos e imágenes grotescas, casi retratos de pesadillas en movimiento.


Películas como "La máscara del demonio", "El molino de las mujeres de piedra", además de las citadas, o la propia "Los largos cabellos...", si por algo se caracterizaban era por su inconfundible estilo visual, llamativo y sugerente.

Por supuesto, si a ello se añade una presencia como la de la maravillosa Barbara Steele, con ese rostro que, ya de por sí, es un prodigio de belleza enigmática, pues no queda más que disfrutar de estas piezas de orfebrería como sólo los más devotos son capaces de hacerlo.

Una Barbara Steele que aquí comparte protagonismo con una serie de intérpretes mucho más desconocidos, pero que sirven para dar el tono característico a los personajes que encarnan. Desde la campesina víctima de los atropellos del noble guaperas, hasta el populacho en general, atemorizado por la peste, en un aspecto argumental con ciertos ecos del Poe de "La máscara de la muerte roja".

En el filme encontramos algún que otro guiño, como esa figura que cobra protagonismo absoluto al final y que casi puede contemplarse como un pequeño homenaje a la Doncella de Nuremberg de la que tan buen partido supo sacar Bava en su inmortal "La máscara del demonio".

Es indudable que estamos (año 1964) en una época espléndida para el gótico, dentro del género de terror. Y en ese sentido, las comparaciones con la Hammer se hacen casi inevitables. Sin entrar a valorar cuáles eran mejores o peores, diríase que los italianos triunfan a la hora de reflejar sus historias de un modo menos academicista y más sugestivo, mientras los británicos, seguramente con mayores dotes técnicas, eran menos arriesgados y más clasicistas.


En cualquier caso, que el terror italiano supo buscar y encontrar sus propios territorios (no tardaría nada en irrumpir el espléndido giallo) es algo evidente.

Y en ese sentido, "Los largos cabellos de la muerte" es otra de esas gemas que merecen ser paladeadas con total reverencia. Tal vez no llegue al nivel de la portentosa "Danza macabra", realizada en el mismo año, pero sin lugar a dudas, ocupa un lugar destacado, dentro de la filmografía del autor de "El justiciero rojo" o la entrañable "Apocalipsis caníbal".

miércoles, 23 de diciembre de 2009

"El piloto nocturno", de Mark Pavia


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "The Night Flier"/Director: Mark Pavia / Producción: Mitchell Galin, Richard P. Rubinstein/ Guión: Mark Pavia, Jack O'Donnell, según el relato "El aviador nocturno" (Night Flier) de Stephen King / Fotografía: David Connell / Música: Brian Keane / Montaje: Elizabeth Schwartz / Efectos especiales: KNB / Reparto: Miguel Ferrer, Julie Entwisle, Dan Monahan, Michael H. Moss, John Bennes, Beverly Skinner, Rob Wilds, Richard K. Olsen, Elizabeth McCormick, J. R. Rodríguez, Robert Casey, Ashton Stewart, William Neeley, Windy Wenderlich / USA, ITALIA. 1997. Color. 93'

Lo bueno que tienen las adaptaciones sobre obras de Stephen King es que hay tanto para elegir... De lo más excelso, a lo más lamentable, pasando por toda una serie de obras que no pasan del simple entretenimiento. Y también, por qué no decirlo, existen unas cuantas que merecerían una mínima reivindicación. Seguramente "El piloto nocturno" es una de ellas.

Filme que adapta un relato corto publicado en España dentro de la antología "Pesadillas y alucinaciones" y que, dentro del ingente número de relatos y novelas del autor estadounidense, nunca ha tenido demasiada consideración. Sin embargo, a pesar de no ser de lo mejor que ha escrito, sí contiene una serie de pequeños detalles que hacen que, al menos en lo que a su adaptación cinematográfica se refiere, ésta valga la pena.

Detalles que están como un mero trasfondo en el cuento y que Mark Pavia ha sabido ver muy bien en ésta, su primera y única película hasta la fecha.


"El piloto nocturno" nos narra los avatares de un descarnado periodista de sucesos interpretado por ese eterno secundario del cine americano llamado Miguel Ferrer, al que hemos visto en cientos de ocasiones y que siempre otorga a sus apariciones eso tan difícil de conseguir que se llama fiabilidad. Y que hace que a él (y a otros como él) se les llame una y otra vez para toda clase de papeles y papelitos, sabiendo que se apuesta sobre seguro. En esta ocasión, Ferrer ostenta un carácter protagónico y lo aprovecha francamente bien.

El relato de King, y por lo tanto la película, como muchas veces sucede con sus obras, explora una serie de universos, tanto interiores del personaje principal, como de la realidad actual, que a la postre acaban tomando parte de la propia peripecia terrorífica. Por cierto, que aquí el "monstruo de la función" puede ser perfectamente galardonado con el título de uno de los más excéntricos y pasados de vueltas de los surgidos de la imaginación del autor de Maine: nada menos que un vampiro que va por ahí con una avioneta.

Así, junto a una narración que nunca se separa de los territorios más reconocibles de la Serie B, "El piloto nocturno" también coquetea con cierto nivel de crítica feroz sobre los medios sensacionalistas. Y lo hace de un modo simpático. Sin cargar las tintas y sin perder nunca de vista que nos hallamos ante una obra de género, no ante un libelo de denuncia. En ese sentido, el "cabrón simpático" interpretado por Ferrer, constituye un hallazgo a resaltar.

Lo mismo puede decirse de esa relación tan "kingiana" que se establece entre protagonista y ente infernal, que aquí Mark Pavia también sabe reflejar de un modo más que aceptable.


Por lo demás, la película discurre por parámetros más o menos previsibles. Pero es en su tramo final cuando gana en consistencia. Todo el clímax terrorífico de la última parte del filme es lo que deja en el espectador un agradable sabor de boca. El que dejan los pasatiempos insustanciales, pero resueltos con oficio y respeto a las coordenadas más esenciales del género. Seguramente porque el material de base es un texto literario. Y eso suele llevar consigo el hecho de que el guión cinematográfico se preocupe mínimamente de contar algo con cara y ojos.

Desde luego, si se compara "El piloto nocturno" con varias de las cuantiosas chapuzas para la pequeña pantalla que se han hecho con creaciones de Stephen King, casi se la podría calificar como una muestra valiosa y a tener en cuenta. Ojalá todas alcanzasen este nivel. Y como película de terror, así hablando en genérico, es modesta pero simpática.

martes, 22 de diciembre de 2009

"Paranormal Activity", de Oren Peli


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Paranormal Activity"/ Dirección y Guión: Oren Peli/ Producción: O. Peli y Jason Blum/ Guión: Oren Peli/ Fotografía: Oren Peli/ Montaje: Oren Peli/ Efectos especiales: KNB/ Intérpretes: Micah Sloat, Katie Featherson, Mark Fredrichs, Amber Armstrong , Ashley Palmer, Randy McDowell, Tim Piper, Crystal Cartwright. USA, 2007. Color. 86'

Un título con el que se podría hacer un juego de palabras (harto chusco, todo sea dicho) diciendo que vendría a resumir bastante bien el actual panorama del género: "actividad para anormales". Sobretodo si atendemos al poco o nulo respeto que parecen tener por el espectador hoy en día los productores y directores, en especial americanos.

Sin embargo, como los americanos son así, capaces de lo mejor y de lo peor, de vez en cuando se sacan de la manga cosas como ésta. Una película con un gran recorrido por festivales y en el boca a boca, cosa que casi siempre suele ser buena señal. En ese sentido, "Paranormal Activity" no es una excepción.

Y es que nos hallamos ante lo que es casi un "deja vu" con respecto a lo que ya vivimos a finales del siglo pasado (que está a la vuelta de la esquina, no lo olvidemos) con "El proyecto de la Bruja de Blair". Esto es: peli hecha con cuatro duros, con un planteamiento basado en el hiperrealismo, narrada con cámara en mano y con un trabajo, en cuanto a la promoción, basado en la imaginación y la falta de medios.


El resultado viene a ser bastante similar al del ya casi legendario filme de Myrick y Sánchez. Aunque no estemos ante dos obras, digamos, clónicas, sí tienen los suficientes puntos en común como para poder establecer comparaciones. De hecho, por comparárselas, hasta podría citarse "El diario de los muertos" de Romero, que también se servía de la cámara en mano y del falso documental, con resultados bastante peores, todo sea dicho. O también reciente, la bastante más presentable "Cloverfield" de Matt Reeves.

El autor (en el más amplio sentido del término, ya que se encarga de casi todo) de "Paranormal Activity", un tal Oren Peli, en ésta, su ópera prima, ha sabido captar dónde y cuándo fallaba "El proyecto..." especialmente a la hora de ponerse pesadita, con lo que ha sido capaz de extraer de su obra los momentos accesorios. De ese modo, lo que en la otra era campo abierto, naturaleza y naturalismo, en ésta es casa cerrada, ambiente opresivo y un naturalismo menos natural, pero natural al fin y al cabo. Esto es: un nivel de credibilidad alto, pero que en algunos momentos (muy pocos, eso sí) es sacrificado, en detrimento del espectáculo.

Al hablar de credibilidad, hay que hacer una mención especial a los personajes del filme. Tanto al planteamiento de dichos personajes, como a la buena labor de los actores que los encarnan. Semidesconocidos, ni guapos ni feos, perfectamente normales. Los diálogos también están construidos de un modo inteligente, así como la evolución narrativa, que lejos de permanecer en una línea plana para desbocarse únicamente al final (que era lo que ocurría en "El proyecto...") en este caso va aumentando en cuanto al nivel de opresividad. Asimismo, hay un destacable uso de los objetos y los lugares aparentemente triviales a efectos de conseguir crear inquietud.

Abundando en todo ello, cabe señalar lo acertado de que la historia ya empiece desde un punto de interés alto, en cuanto a que los acontecimientos pretendidamente anómalos ya han empezado a producirse, cuando da inicio el filme. Es decir, nos ahorramos esos principios habitualmente cansinos de falsa normalidad. Aquí, desde el principio, empezamos a ver ese "algo" extraño, al mismo tiempo que los propios personajes.


Ahora bien, ¿es la peli de Peli (lo siento, tenía que decirlo) una grandísima obra? Pues bueno, vamos a dejarlo en un ejercicio interesante y voluntarioso, con algún que otro momento ciertamente logrado (los planos fijos de la cámara durante la noche en la alcoba matrimonial) y algún otro más pillado por los pelos (el final peca de espectacular, dando ligeramente al traste con parte de lo anteriormente conseguido).

Con todo, este reverso del "REC" de Plaza y Balagueró (reverso en el sentido de utilizar la cámara en mano y el tono documental para captar la realidad en la mayor medida de lo posible y no la ficción más artificiosa) queda como una de las sorpresas agradables de la temporada.

lunes, 21 de diciembre de 2009

"En la tiniebla", de Craig Rosenberg


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Half Light"/Director y Guión: Craig Rosenberg / Productores: Simon Francks, Andreas Grosch, Zygi Kamasa y Steve Samuels/ Fotografía: Ashley Rowe / Música: Brett Rosenberg / Diseño de producción: Don Taylor / Dirección artística: Nick Palmer / Maquillaje: Erin Ayanian / Efectos especiales: Terry Palmer, Nigel Wilkinson / Efectos visuales: John Swinnerton / Reparto: Demi Moore, Hans Matheson, James Cosmo, Beans El-Balawi, Henry Ian Cusick, Therese Bradley, Joanna Hole, Kate Isitt/ Reino Unido. Alemania. Color. 2005. 110'.

Hacía tiempo que no veíamos a Demi Moore en un papel protagonista. Su retorno viene de la mano de una película donde el personaje que interpreta es el centro absoluto de la acción. Una historia de intriga con tintes dramáticos firmada por el casi debutante Craig Rosenberg, quien también se hace cargo del guión.

Ya desde el primer momento nos queda claro que no se trata de un filme revolucionario en ningún sentido. Y es que, a medida que empiezan a suceder cosas, al espectador no le resulta difícil anticiparse a la acción. Moore interpreta a una escritora de éxito, que a raíz de una desgracia familiar decide poner tierra por medio con su entorno habitual y desplazarse a un lugar solitario y distinto, donde retomar las riendas de su vida y recuperar su inspiración literaria. A partir de ahí, empezarán a suceder cosas que, desde luego, no van a contribuir precisamente a que la pobre mujer se reencuentre con la estabilidad emocional perdida.

Como vemos, el esquema no puede ser más clásico. Lamentablemente, Rosenberg se muestra incapaz de sacarle ningún partido, más allá de una continua sucesión de acontecimientos previsibles, que harán de la intriga planteada un compendio de tópicos de lo más rutinario, hasta llegar a una resolución no menos trivial y esperada. Y el caso es que el escenario del que se sirve para situar la acción resulta lo suficientemente atractivo como para sacarle muchísimo más rendimiento. Por desgracia, la factura de la película es de lo más parecido a la de los telefilmes de sobremesa estadounidenses. Un puro entretenimiento hueco.

La trama ciertamente pretende seguir la senda de los clásicos cuentos de fantasmas británicos, rehuyendo la truculencia y tratando de centrarlo todo en una atmósfera en progresivo enrarecimiento. Al final, se queda en una declaración de intenciones que no termina de despegar, ni mucho menos de prender en el ánimo del espectador.


Tampoco ayuda la presencia de un elenco de actores decididamente mediocres, encabezados por la propia Demi Moore, que aunque como todos sabemos no es precisamente una Susan Sarandon, sí ha demostrado en algún momento de su carrera atesorar más virtudes artísticas que las que aquí nos enseña. Y en un caso como éste, donde su personaje precisa de una complicidad total con el público, todavía se hace más patente esa incapacidad, o tal vez desinterés, a juzgar por lo poco que transmite. Si pensaba reflotar su estatus de estrella rutilante en el panorama hollywoodiense, Moore lo llevaba bastante crudo. Así fue. La peli no tuvo ninguna repercusión.

Dentro de "En la tiniebla" encontramos elementos de novela rosa, que se cruzan con otros fantásticos, pero en ningún caso acaban de mezclar bien. Quizá un guión menos anquilosado y menos esclavo de un esquema rígido hubiese dotado al filme de una mayor frescura. Resulta difícil encontrar estímulos que sobresalgan de la mediocridad en esta historia, que ya nos han contado muchísimas veces, con apenas variaciones. Para entendernos: no es lo mismo que alguien sin el más mínimo talento literario, pongamos una Danielle Steele, conciba una obra con los mismos elementos que ésta, a que lo haga una Daphne Du Maurier o una Edith Wharton. Los resultados son diametralmente opuestos. Es lo que ocurre con esta película. Es posible que las intenciones de Rosenberg sean buenas, pero el resultado no pasa de mediocre, merced a una dirección plana e incluso torpe en los pasajes de mayor tensión dramática.

Antes se ha comentado lo atractivo del escenario en que se sitúa la acción. Se trata de las costas de Gales, un ambiente de lo más pintoresco y lleno de encanto. Al mismo tiempo, a largo de la trama, se insinúa en algún momento el asomo de la mitología celta, insinuación que finalmente se queda en una canción que escucha uno de los personajes y no va más allá. Bastante triste. Se trata de uno de esos casos donde los artífices del filme parecen empeñados en que el espectador se empape de referencias con la intención de darle una mayor entidad a lo que se está contando.

Pero claro, una cosa son las referencias que se quedan muy por encima, en la superficie, y otra muy distinta penetrar de lleno en ellas. Del mismo modo resulta paradójico, por lo atrevido, que Craig Rosenberg manifestase durante la promoción de la película, que pretendía recuperar el tono de grandes obras del pasado como "La semilla del diablo" o "Amenaza en la sombra". Una vez visto el filme, ni qué decir tiene que cualquier intento de comparación resulta cuanto menos risible.


Si se pretende asistir al visionado de "En la tiniebla" buscando encontrar calidad, no vale la pena perder el tiempo. Por el contrario, quien busque pasar un rato de entretenimiento "telefílmico" tal vez encuentre aquí un pasatiempo tan válido como mirar escaparates o sentarse en una terraza a tomar una cerveza. Al fin y al cabo, es el tipo de película que, una vez termina, deja el mismo recuerdo que cualquiera de esas actividades.