viernes, 25 de diciembre de 2009

"Dark Country", de Thomas Jane


FICHA ARTÍSTICA:

Título original: "Dark Country"/ Dirección: Thomas Jane/ Producción: P. Aiello y S. Amritraj/ Guión: Tab Murphy/ Fotografía: Geoff Boyle/ Música: Eric Lewis/ Montaje: J. Lafferty y R.L. Kambert/ Efectos especiales: Daniel Holt/ Reparto: Thomas Jane, Lauren German, Ron Perlman, Chris Browning, Con Schell, Rene Mousseux, Nikki Kelly, Aynn Kirby/ USA. 2009. Color. 90'

Thomas Jane es uno de esos actores que entran en la cuarentena y que, de alguna forma, parecían destinados a tomar el relevo de los Bruce Willis, Tom Hanks, etc. en cuanto a figurar como rostros habituales del cine americano más o menos comercial. Sin embargo, a diferencia de compañeros de generación mucho más asentados, como Hugh Jackman, la carrera de Jane no parece haber estado tan tocada por la varita de la suerte, o del acierto a la hora de escoger.

Tal vez por ello, inmediatamente después de haber protagonizado (eso sí) uno de los mejores títulos del fantástico reciente ("La niebla" de Darabont) ha decidido probar suerte tras la cámara. Y lo ha hecho por segunda vez con esta "Dark Country" (tras una ópera prima de animación que no tengo el placer de haber visto).

En "Dark Country" asistimos al viaje accidentado de una pareja de recién casados en Las Vegas que se internarán por una carretera misteriosa, no exenta de sorpresas y momentos más o menos alucinógenos.


Las road movies con rasgos de thriller terrorífico no son nada nuevas. Desde "El diablo sobre ruedas" hasta "Nunca hables con extraños", pasando por esa pequeña joya ochentera llamada "Carretera al infierno", con aquel inolvidable Rutger Hauer como psicópata de libro. Incluso si nos vamos más atrás en el tiempo, podríamos encontrar distintas aproximaciones a este tipo de narraciones en episodios de series míticas como "The Twilight Zone" o "Alfred Hitchcock Presents".

Tal vez por eso, Jane opta por revestir su película con unas ínfulas que pretendidamente la sitúen a otro nivel, más artísticamente arriesgado. El resultado es francamente, bastante deplorable. Ya se sabe que, en estos casos, no basta con querer. Hay que saber.

En primer lugar porque desde la primera secuencia, que ya pretende ser algo así como un punto de partida sugestivo y que atrape al espectador y que a la postre se convierte en un verdadero coñazo repetitivo y cansino, hasta el momento en que toma cuerpo la acción propiamente dicha, con todo un pasaje narrativo que podría calificarse como de "vergüenza ajena" con la parejita montándose un numerito pseudo-erótico sobre ruedas, nada funciona en la película como el director pretende.

En definitiva, a Jane se le ve el plumero casi enseguida. Lo que busca aquí es colarnos una chusca influencia del David Lynch más etéreo y alucinógeno, pero lo hace con una falta tan evidente de recursos, que el resultado ni siquiera llega al nivel de un alumno mínimamente aplicado.


Si somos capaces de abstraernos de esas pretensiones a todas luces exageradas de la película, lo que nos queda es una obra muy mediocre, con sustos fáciles a mansalva y con un desarrollo de lo más previsible. No hay intriga, no hay sorpresa, no hay angustia. Ni uno solo de los objetivos que el filme persigue.

No sé hasta qué punto cabe aplicar la mediocridad de la propuesta a la falta de talento de Jane tras la cámara, o más bien al hecho de contar con un guión francamente limitado. El caso es que lo que buscaba ser una obra con rasgos peculiares y una atmósfera lograda, acaba naufragando con el aspecto de un telefilme de mala digestión.

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