viernes, 18 de diciembre de 2009

"El ojo del Diablo", de J. Lee Thompson


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Eye of the Devil"/ Dirección: J. Lee Thompson/ Guión: Dennis Murphy sobre la novela de Robin Estridge/ Producción: John Calley y Martin Rashonoff/ Fotografía: Erwin Hillier/ Montaje: Ernest Walter/ Música: Gary McFarland/ Dirección artística: Elliot Scott/ Reparto: David Niven, Deborah Kerr, Donald Pleasance, Edward Mulhare, Sharon Tate, Flora Robson, Emlyn Williams, David Hemmings, Michael Miller. Reino Unido. 1966. B/N. 86'

Hay películas rompedoras, que quedan en la psique colectiva como los puntos de ruptura de un género. El tema del satanismo pareció cobrar vida, cinematográficamente hablando, justo a finales de los sesenta, gracias a don Roman Polanski y a esa joya llamada "La semilla del Diablo". Luego, como todos sabemos, ya vinieron las demás gemas preciosas a añadirse a la colección, amén de toda una serie de piezas de bisutería u hojalata (según el caso).

Sin embargo, este filme de Thompson, (quien merecería mucho más ser recordado por sus primeras obras y no tanto por las sagas de justicieros), anterior a todos ellos, parece estar mucho más olvidado por el aficionado. Y no deja de ser una gran injusticia. Porque se trata de una obra tirando a notable. Interesante de principio a fin.

Por establecer un paralelismo con el cine de zombies, éste parece nacer (al menos, en su concepción más moderna) gracias a Romero y su "La noche de los muertos vivientes" del año 68 (curiosamente, el mismo año que la peli de Polanski). Pero, realmente, si uno ve con atención un filme mucho más desconocido llamado "El carnaval de las almas", dirigido por Herk Harvey en 1962, puede llegar a plantearse hasta qué punto Romero fue o no innovador.

Como digo, también podría establecerse un cierto paralelismo entre la moda de las tramas satánicas que vendrían después, tomando "El ojo del Diablo" como un tácito punto de arranque.


Ya desde el inicio, en un magnífico pasaje de narración paralela (una fiesta llena de encanto y la llegada a la ciudad de un ominoso personaje, que a la postre se dirige a visitar al dueño de la casa donde se celebra la fiesta) somos conscientes de hallarnos ante una obra de cierta enjundia.

Si a ello añadimos las presencias de rostros tan míticos como los de David Niven, Deborah Kerr (inolvidable su "Suspense" de Clayton), la diabólicamente hermosa Sharon Tate (no exenta de una triste relación real con estos asuntos) o el principiante Donald Pleasance, ya tenemos otros puntos de interés innegables.

Sin embargo, el valor de "El ojo del Diablo" es más que una suma de caras conocidas y prestigiosas. Se trata de una historia llena de atmósfera y perfecto "acabado british", con una sugerente y limpia fotografía en blanco y negro y un montaje que consigue transmitir una gran sensación de inquietud, además del interés de la propia trama, que nos narra el secreto inconfesable de una familia de rancio abolengo en mitad de un escenario tétrico y amenazador: la enorme mansión ancestral de dicha familia, situada en una pintoresca, pero también extraña población, que no parece ser nada ajena al propio misterio.


David Niven es quien, al fin y al cabo, ejerce de misterioso conservador de dicho secreto (para bien, o para mal), mientras Deborah Kerr, su abnegada esposa en la película, tratará de desentrañarlo, con el consiguiente peligro para ella y sus pequeños hijos.

En definitiva, una narración de tintes góticos, con numerosas secuencias para el recuerdo (más allá de algún que otro tic sesentero un pelín desfasado) y una sensación final de que no se termina de entender que una película como ésta no figure en un lugar mucho más destacado del que ocupa, dentro del panteón del cine de terror más exquisito.

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