lunes, 2 de marzo de 2009

"Los muertos no mueren jamás", de Curtis Harrington


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "The Dead Don't Die"/ Dirección: Curtis Harrington/ Guión: Robert Bloch/ Producción: Henry Colman/ Fotografía: James Crabe/ Montaje: Ronald F. Hagen/ Música: Robert Prince/ Diseño de Producción: Robert Kinoshita/ Reparto: George Hamilton, Ray Milland, Linda Cristal, Ralph Meeker, James McEachin, Joan Blondell, Reggie Nalder, Jerry Douglas, Milton Parsons. USA, 1975. Color. 71'

El título es bastante tontorrón, pero se trata de una película muy disfrutable para cualquier amante de la serie B clásica. No en vano su artífice es Curtis Harrington, quien desde finales de los sesenta hasta bien entrados los setenta, nos deleitó con un puñado de agradabilísimas producciones terroríficas, casi todas ellas emparentadas con el "grand guignol", para mayor gloria de actrices como Shelley Winters.

En este caso, sin embargo, se trata de un argumento distinto al de aquéllas. Aquí encontramos una oscura trama que se forma alrededor de un siniestro y misterioso personaje dotado de la capacidad para revivir a los muertos y de su influencia sobre la vida del protagonista, un (todavía) poco operado George Hamilton.

El filme posee un encanto indudable, a pesar de sus evidentes limitaciones, tanto artísticas como presupuestarias, entre otros motivos, por tratarse de una pieza destinada a la pequeña pantalla. Lo cual no es obstáculo para que encontremos en el reparto caras tan conocidas como las de Ray Milland o Ralph Meeker, además del propio Hamilton. Del mismo modo, en el apartado del guión, la presencia de un no menos popular Robert Bloch, celebérrimo autor de "Psicosis", así como de una ingente cantidad de novelas y relatos de terror.


Además de esos ingredientes, ya de por sí atractivos, "Los muertos no mueren jamás" presenta un curioso marco espacio-temporal, el de los años treinta en Chicago. Circunstancia que Harrington aprovecha para dotar al filme de una atmósfera cercana a la del cine negro, lo cual otorga a la peli un aspecto de lo más curioso. Si a ello sumamos que la duración de la cinta es muy corta (apenas setenta minutos) y de lo más entretenida, pocas razones puede haber para no recomendarla.

Por poner un único "pero", está esa banda sonora no demasiado lucida, casi más apropiada para un telefilme romántico que otra cosa. En todo caso, nada que moleste demasiado al espectador. Por contra, el filme posee un par de momentos de tensión terrorífica muy bien conseguida, especialmente los protagonizados por el peculiar Reggie Nalder, que desde el mismo cartel de la película llama la atención.

Y es que, cinematográficamente hablando, se trata de una obra correcta y muy simpática, que demuestra una vez más que el dinero no es siempre esencial a la hora de pergeñar una creación digna. No hace falta remontarse a nombres como los de Jacques Tourneur o Edgar Ulmer, que a la postre resultaron ser mucho más grandes que cineastas a priori mejor considerados, pero sí podríamos incluir a Harrington en la misma liga que un Roger Corman, sin ir más lejos. Lástima que terminase su trayectoria convertido en un gris director de encargo para episodios de culebrones tipo "Dinastía".

2 comentarios:

ATXEIN dijo...

Bufff, esta la vi hace años y leyendo el comentario me di cuenta que no me acordaba de nada, solo tenia el recurdo de ser un producto flojo pero simpàtico..me tocarà revisarla..

Gracias por la recordatoria¡¡

Igor Von Slaughterstein dijo...

Que cosas!! Harrington además fue amiguito de James Whale y seguro que tenía grandes historias que contar.

Una pena su televisivo final.

Saludos!!