lunes, 14 de diciembre de 2009

"Días de horror y muerte", de Donn Davison y Fred Olen Ray


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Honey Britches"/ Dirección: Donn Davison y F.O. Ray/ Guión: Barbara Morris Davison/ Producción: D.Davison, F.O.Ray y Lee Jones/ Fotografía: Avrum M. Fine/ Montaje: Avrum M. Fine/ Efectos especiales: Don Friedman/ Reparto: Ashley Brooks, George Ellis, Trudy Moore, Mike Coolik, Jim Peck, Valarie Lipsey, Pepper Thurston, R. Kenneth Wade, Alan Davis, Ben Ennis, Chris Christ, John Carradine. USA, 1971. Color. 84'

Que Fred Olen Ray es un cachondo de mucho cuidado, es algo sabido. Que en ocasiones los que se entretienen en traducir los títulos originales al español también tienen sus dotes para el pitorreo, es algo que tampoco se nos escapa. De otra forma, no se explica que el título de esta película ("Honey Britches") se convirtiese de un modo harto incomprensible (a no ser desde una perspectiva del más puro cachondeo) en "Días de horror y muerte".

Porque en esta película vamos a encontrar bastantes cosas (bueno, sin exagerar). Pero desde luego, nada parecido a un filme de terror. Se trata más bien de una broma de la Troma (con perdón por la rima) de la más pura especie. Es algo que queda claro desde el primer al último plano del filme. Ambos, por cierto, protagonizados por un John Carradine que hace de falso narrador en un tono claramente paródico, tomando con ello cuerpo la principal gamberrada del director de Ohio.

Lo que no deja de tener su mérito es que Olen Ray y más propiamente Donn Davison supiesen encontrar el modo de plasmar en esta narración todo el carácter "nerd" de la América Profunda muchísimo antes de ponerse de moda dichos ambientes a raíz de filmes como "La matanza de Texas", "Deliverance" o "Las colinas tienen ojos".


Está claro que la carrera de Olen Ray como cineasta propiamente dicha, no vendría hasta bastante después (bien entrada la década de los ochenta), en cualquier caso. De hecho, aquí su figura aparece a posteriori, para añadir secuencias (como las referidas de Carradine) dándole forma a su particular versión para la Troma.

Centrándonos en ella, conoceremos a una banda de ladronzuelos de joyas de poca monta que van a parar a una "idílica" zona rural, en la cual tendrá lugar el enfrentamiento con los digamos... rústicos habitantes del lugar, a cual más primitivo. Dicho enfrentamiento desencadenará la (ejem) catarsis de (ejem) violencia y (ejem) horror.

Realmente, si uno se lo plantea del modo adecuado, es una delicia asistir a la interminable retahíla de diálogos absurdos, en boca de personajes más absurdos todavía, convenientemente caracterizados por actores del más evidente amauterismo. Da la sensación, (algo más que la sensación, de hecho), de ser un simple divertimento entre colegas. No es extraño que en muchas secuencias veamos a un actor partiéndose de risa mientras el otro suelta su diálogo pretendidamente dramático. Infumable todo si nos lo tomamos en serio y altamente hilarante si sabemos buscar el lado divertido.


Al fin y al cabo, tiene el mismo sentido ponerse a ver "Días de horror y muerte" con la intención de pasar miedo, que hacerlo con cualquier filme de Russ Meyer, John Waters o H.G. Lewis, por citar a otros cineastas con un estilo similar al mostrado por Davison aquí. Digamos que "no es lo que toca".

Aquí, de lo que se trata, es de ver a los granjeros patanes y las granjeras neumáticas campar a sus anchas, en esta comedia pseudo-hippie (en algunos momentos los intérpretes parecen igual de fumados que en "Easy Rider" y similares) que puso en el mapa (cronológicamente hablando) a uno de los gurús de la caspa de finales del siglo XX y principios del XXI. Y sólo por eso ya merece pasar a la historia. O no.

2 comentarios:

ATXEIN dijo...

Pues para mi lo mejor de esta son los insertos del gran Carradine, porque la cinta deja bastante que desear..

Por cierto, me alegro que retomes el blog con fuerza¡¡¡ Que se te hechaba de menos¡

Un saludo¡¡

Remo dijo...

Los primeros tres cuartos de hora de la película nos nada menospreciables. El diálogo entre el pueblerino repartidor de licor y la prostituta debería entrar en la antología de sermones pseudo-religiosos, con la coletilla impagable del hombre contemplando a hurtadillas el culo de la chica mientras esta sube las escaleras. Las voluptuosas actrices tambien merecerían un lugar predominante en una supuesta lista de señoras de buen ver.