FICHA ARTÍSTICA:
Título Original: "Mansion of the Doomed"/ Dirección: Michael Pataki/ Guión: Frank Ray Perilli/ Producción: Charles Band/ Fotografía: Andrew Davis/ Música: Robert O. Ragland/ Montaje: Harry Keramidas/ Maquillaje: M. Bacarella y T. Hoeber/ Reparto: Richard Basehart, Gloria Grahame, Trish Stewart, Lance Henriksen, Al Ferrara, Jo D'Amore, Donna Andresen, Marilyn Joi, Katherine Fitzpatrick, Katherine Stewart, Vic Tayback, Simmy Bow, Arthur Space. USA, 1976. Color. 83'
A pesar de lo que el título de la peli puede dar a entender, no nos hallamos ante la clásica historia de casas encantadas. De eso nada. De hecho, si el título tuviese que atender fielmente a lo que se nos cuenta, sería mucho más adecuado haberla llamado "El ataque de los vivos sin ojos", haciendo un juego de palabras con la simpática cinta de Ossorio.
De todos modos, tampoco el título resulta del todo desacertado. Y es que en esta película del actor (y muy ocasionalmente director) Michael Pataki, efectivamente hay una casa (más que una mansión propiamente dicha, en el sentido que habitualmente se otorga al término, dentro de la cinematografía de terror) y desde luego, hay un grupo de personajes presos en la misma a los que el calificativo de "condenados" les cuadra a la perfección.
¿Y quiénes son dichos "condenados"? Pues ni más ni menos que las víctimas de los experimentos (en este caso, operaciones quirúrgicas) del recurrente "mad doctor" de toda la vida. Un mad doctor que, sin embargo, aquí nos presenta algún que otro rasgo, si no de originalidad, al menos aceptablemente novedoso.
El mad doctor encarnado por Richard Basehart no es el típico científico chiflado que da vida a mutaciones abominables, ni nada por el estilo. Aquí, de lo que se trata, es de devolver la vista a la pobrecita hija del matrimonio encarnado por Basehart y la mítica Gloria Grahame (ya en el tramo final de su carrera, en el cual era frecuente verla dentro de productos del género).
Eso no quita para que la mecánica del filme sea la previsible en un producto de esta índole, con el médico raptando a sus potenciales "conejillos de indias", casi siempre chicas de buen ver, para acto seguido encerrarlas en un sótano de su propia casa, ya desprovistas de visión.
La película, sin ser nada del otro mundo, sí resulta entretenida y su previsibilidad no le resta interés en ningún momento. No hay excesiva truculencia, aunque no conviene obviar el siempre gran efecto que provoca cualquier temática de horror relacionada con esas partes del cuerpo que son los ojos. En ese aspecto, el filme tampoco es parco en momentos angustiosos.
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