jueves, 14 de enero de 2010
"La rebelión de las muertas", de León Klimovsky
FICHA ARTÍSTICA:
Dirección: León Klimovsky/ Producción: Ricardo Muñoz Suay y J.A. Pérez Giner/ Guión: Paul Naschy/ Fotografía: Francisco Sánchez/ Música: Juan Carlos Calderón/ Montaje: Antonio Ramírez de Loaysa/ Maquillaje: Miguel Sesé/ Intérpretes: Paul Naschy, Romy, Mirta Miller, María Kosty, Vic Winner, Aurora de Alba, Luis Ciges, Pierre Besari, Antonio Pica, Elsa Zabala, Montserrat Julió, Fernando Sánchez Polack, Ramón Lillo, Norma Kastel, Ingrid Rabel/ España. 1973. Color. 85'
Vaya por delante que por esta película uno siente un cariño especial. Y por tanto, el componente sentimental difícilmente va a poder separarse de lo que es un comentario más o menos objetivo. Si a ello se añade la todavía reciente y dolorosa pérdida de nuestro gran Mito, puede entenderse un cierto nivel de visceralidad (que uno tiene su corazoncito, caramba).
Dicho lo cual, entrando directamente en harina y tras este sugerente título, hallamos una de las colaboraciones entre Paul Naschy y el director de origen argentino León Klimovsky. Colaboración que no llegó a ser tan afamada como la que dio como resultado "La noche de Walpurgis", pero que contiene todos y cada uno de los ingredientes como para que cualquiera que disfrutase con aquélla, pueda hacerlo con ésta sin ningún problema.
Como siempre ocurre, cuando en una película de Naschy es él mismo quien firma el guión, hay la garantía de una trama consistente. O cuanto menos, de una trama con "cara y ojos". A diferencia de otras muestras del fantaterror hispano en las cuales lo que primaba era la atmósfera, o más directamente el nivel de carnalidad femenina expuesto (caso de cineastas como Franco, Ossorio, Larraz, etc.) a Naschy, como infatigable devorador de literatura y cine que fue, realmente le interesaba contar historias. De ahí que, tanto en sus caracterizaciones de Waldemar Daninsky, como fuera de ellas, sus guiones mostraban un acabado lleno de amor por el género, con multitud de referencias literarias, así como a las clásicas aportaciones de otras latitudes y épocas, como la Universal americana o la Hammer británica.
Pero aquí se da la circunstancia de que ello entra en contacto con el particular estilo de Klimovsky a la hora de plasmar el género. De ahí que, al igual que sucediese en otras de las colaboraciones entre ambos, ("Dr. Jekyll y el hombre lobo", "El mariscal del infierno", etc.) el resultado sea una obra personal y reconocible, con elementos propios. Seguramente la más peculiar de todas ellas.
Además, en "La rebelión de las muertas" se da la circunstancia de que el argumento es lo suficientemente original como para alejarse de la clásica narración vampírica o licantrópica.
Aquí encontramos satanismo, zombies, vudú... todo ello mezclado con una ambientación típicamente de la época (años 70) en la cual se eligió Londres y sus aledaños como escenario principal. Algo que no es para nada casual y que obedece al carácter de la trama, centrada en las oscuras maquinaciones de un espíritu atormentado cuyas raíces se adentran en la etapa de la colonización británica en la India.
De este modo, Naschy interpreta a un gurú (de nuevo influencias del momento, pródigo en sectas y movimientos pseudo-religiosos, tan atractivos tanto para aristócratas aburridos como para hippies con ganas de experimentar) que atraerá a una infortunada joven al centro de una pesadilla con cadáveres que resucitan, un misterioso asesino que utiliza elementos de vudú en sus crímenes, ceremonias satánicas...
Lo cierto es que tal cantidad de ingredientes dan como resultado una obra ciertamente desigual, pero por lo demás muy sugerente. La caracterización de las zombies femeninas es típicamente "klimovskyiana", con primeros planos de los rostros que buscan (y consiguen) sobrecoger, y una manera de retratar algunas secuencias, especialmente las que tienen lugar en la morgue o durante la misa negra soñada, de una excelente atmósfera pesadillesca, con gran aprovechamiento de la ralentización en la cámara, filtros de color y demás efectos que ya dieran fama a "La noche de Walpurgis".
Igualmente, los asesinatos perpetrados por el misterioso personaje vestido de negro que en cada ocasión se dota de una máscara distinta, ofrecen un indudable regusto de "giallo" italiano, tan en boga en la época.
Es posible que la segunda mitad del filme pierda algo de intensidad, al centrarse más en la trama intrigante que en la extraña amalgama de momentos terroríficos. No obstante, en la memoria del espectador quedará ese inicio con la pareja de vigilantes en el cementerio, la perturbadora autoinmolación del personaje interpretado por Luis Ciges, las potentes y alucinógenas visiones de la protagonista (interpretada, por cierto, por una anodina actriz melillense llamada simplemente Rommy)...
Es fácil encontrar en "La rebelión de las muertas" algunos defectos, especialmente en el aspecto interpretativo (hay secundarios de un nivel bastante ínfimo, como el criado negro de Naschy, o el propio galán interpretado por Vic Winner) así como secuencias que no terminan de funcionar, mezclando absurdamente terror y romance. Asimismo, la utilización de una banda sonora llena de influencias "jazzy", "lounge" y hasta "discotequeras" resulta harto curiosa. En algún caso, puede llegar incluso a molestar, aunque una vez vista la peli numerosas veces, casi se ve como un factor que le da a ésta mayor personalidad.
Y es que la naturaleza original, híbrida y singular de la historia, así como los hallazgos puntuales del filme, son suficientes como para que éste contenga un innegable interés para los seguidores del fantaterror hispano en general y la carrera de Naschy en particular. Es más, diría que se trata de un título a reivindicar. Un Naschy que, por cierto, aquí se reserva más de un papel, en otro de sus ejercicios de versatilidad.
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1 comentario:
A esta debería dale una segunda oportunidad un siglo de estos, porque en su momento el tono tan acusado de pastiche que tiene me sacó un poco de la trama y no disfrute del todo de la película.
Eso sí la escena de Ciges que comentas es de las que se te quedan en el retina.
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