domingo, 31 de enero de 2010

"Marea de sangre", de Richard Jefferies


FICHA ARTÍSTICA:

Título original: "Blood Tide"/ Dirección: Richard Jefferies/ Guión: N. Mastorakis y R. Jefferies/ Producción: D. Langdon y N. Mastorakis/ Fotografía: Aris Stavrou/ Montaje: M. Bloecher y A. Valenzuela/ Dirección Artística: Aurelio Crugnola/ Música: Jerry Mosely/ Efectos Especiales: Yannis Samiotis/ Intérpretes: James Earl Jones, Jose Ferrer, Martin Kove, Lila Kedrova, Mary Louise Weller, Lydia Cornell, Deborah Shelton, Sofia Seirli, Despina Tomazani, Rania Photiou. USA-Grecia 1982. Color, 84'.

Si hablamos del género de terror y lo situamos en el ámbito del territorio de Grecia, es bastante probable que, en un momento u otro, aparezca por ahí el nombre de un tal Nico Mastorakis. Cineasta al que hemos podido ver en numerosas ocasiones, ya sea dirigiendo o bien escribiendo. Lo cierto es que no se ha caracterizado nunca por regalarnos trabajos distinguidos, a pesar de alguna cosita curiosa, como "Island of Death".

Aquí, de hecho, también encontramos una isla. Por supuesto, griega. Y Mastorakis (en este caso en labores de guionista y productor) presenta una trama que podría haber resultado ciertamente atractiva, atendiendo a la cantidad de elementos susceptibles de ser aprovechados... pero que finalmente se queda como un filme que, hablando en términos marinos, naufraga a las primeras de cambio.

Y ello a pesar de contar con una presencia tan conocida y fiable como la de James Earl Jones. Célebre intérprete de cine y televisión, que aquí se erige como el mayor reclamo de una película realmente discreta. También andan por ahí caras conocidas como las de José Ferrer y Lila Kedrova.


Una pareja acude, tras su matrimonio, a una isla donde parece haberse refugiado y/o perdido la hermana de él. Nada más llegar, se encontrarán con un peculiar personaje (Earl Jones) que, al parecer, esconde alguna que otra circunstancia oscura.

Lo cierto es que, a pesar de contar con unas localizaciones tan estimulantes y susceptibles de transmitir climas sugerentes, Richard Jefferies se muestra incapaz de, tras un primer tercio que parece apuntar cosas interesantes, mantener el más mínimo suspense. No digamos ya de conseguir un producto terrorífico mínimamente aceptable.

El personaje de Earl Jones acaba siendo más ridículo que otra cosa. La trama de sacrificios humanos en honor de una pretendida deidad marina acaba diluyéndose en secuencias interminables en las que no sucede absolutamente nada, con los personajes tomando el sol y paseando de aquí y allá (por momentos, la película casi parece un publirreportaje turístico de las islas griegas) y dejando toda la hipotética fuerza del filme reducida a un clímax resuelto de un modo torpe y carente de impacto alguno.

En definitiva, un despropósito de dimensiones considerables. A evitar.

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