viernes, 29 de enero de 2010

"La visión de Sabba", de Marco Bellocchio


FICHA ARTÍSTICA:

Título original: "La visione del Sabba"/ Dirección: Marco Bellocchio/ Guión: F. Pirani y M. Bellocchio/ Producción: Achille Manzotti/ Fotografía: Giuseppe Lanci/ Montaje: Mirco Garrone y M. Bellocchio/ Diseño de Producción: Giantito Burchiellaro/ Intérpretes: Beatrice Dalle, Daniel Ezralow, Jacques Webber, Corinne Touzet, Renata Leoni, Roberta Lena, Daniele Nuccetelli, Sasa Vulicevic, Raffaela Rossellini, Stefano Abbati, Omero Antonutti, Eleonora Di Mario. Italia-Francia. 1988. Color, 89'.

Bellocchio es uno de esos cineastas que habitualmente parecen más preocupados por mostrar a toda costa su talante "voyeur" que por narrar historias más o menos consistentes. Le pasa un poco como a nuestro Bigas Luna. Uno se imagina a estos cineastas haciéndose toda clase de... cábalas mentales (digámoslo así) a la hora de fijarse en una actriz determinada y cuando ya está "localizada", pues le montan una película alrededor suyo.

A veces les sale mejor y a veces les sale peor. Y en el caso de Bellocchio, pues bueno, sus pelis no han pasado nunca de discretas. Posiblemente la que le ha dado más caché fuera de sus fronteras es la que realizó inmediatamente anterior a ésta que nos ocupa, es decir, "El diablo en el cuerpo".


Si en aquélla, la "musa" inspiradora había sido Maruschka Detmers, en esta ocasión, el papel recayó en la asimismo hermosa Beatrice Dalle. Una actriz francesa recordada sobretodo gracias a su deslumbrante debut en "Betty Blue" y vista últimamente en la burrísima "A L'Interieur", que aquí nos regala su atractiva presencia y a Bellocchio seguramente le debió arrancar más de un suspiro durante el rodaje.

Lo que se nos cuenta en "La visión de Sabba" es, como se puede suponer, más bien poca cosa. La trama consiste en apenas un esbozo que luego el director se encarga de estirar del modo más artificioso posible, a fin de recrearse en pasajes muy visuales, sin apenas diálogo y pretendidamente "artísticos" que narrativamente van minando la obra, en lugar de engrandecerla.

Dalle interpreta a una presunta bruja (al menos, eso dice ella) que ha sido acusada de asesinato y a la cual un joven recién licenciado deberá tratar y que, como no puede ser de otro modo, acabará rendido a sus diabólicos encantos. Y si no diabólicos, por lo menos, carnales.


El asunto no deja de ser curioso, porque Dalle, además de muy guapa, es una actriz más que interesante. Lo mismo que su compañero de reparto, el mucho más desconocido Daniel Ezralow, que aquí da muestras de ser un intérprete muy competente. Desde luego, bastante más que lo que su personaje y la película en sí requerirían. Y es que el cineasta italiano se muestra incapaz de conseguir nada medianamente atractivo, pese a la buena materia prima de la que dispone.

Así, tras un planteamiento donde se apuntan algunos rasgos de indudable interés, en cuanto a la historia que se va a contar, Bellocchio se pierde en secuencias de cansinas coreografías (Ezralow es coreógrafo, de hecho) y, como ha quedado dicho, de una presunta intencionalidad artística, que a la postre no conducen a nada. De tal modo que, lo que podía haber sido una trama turbadora y sugerente acerca del poder del sexo y de la manipulación femenina, acaba pareciendo más bien uno de esos pastosos retablos de baile dirigidos por Carlos Saura, pero sin fotografía de Storaro.

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