domingo, 8 de junio de 2008

"Night of the Demons III", de Jim Kaufman


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Demon House"/ Dirección: Jim Kaufman/ Guión: Kevin Tenney/ Producción: Claudio Castravelli/ Fotografía: Walter Bal/ Música: Raymond C. Fabi y Dennis Michael Tenney/ Montaje: Daniel Duncan y Kevin Tenney/ Efectos Especiales: Jerry Macaluso/ Reparto: Larry Day, Amelia Kincade, Kristen Holden-Ried, Gregory Calpakis, Tara Slone, Christian Tessier, Joel Gordon, Patricia Rodríguez, Stephanie Bauder, Ian McDonald, Richard Jutras, Minor Mustain. USA-Canadá. 1997. COLOR, 82'

Pues aquí tenemos por fin la tercera parte de "La noche de los demonios". Unos diez años después de la simpática inauguración de la saga, Jim Kaufman dirige la última de las apariciones de la diablesa Angela (una Amelia Kincade ya treintañera) sobre un guión del autor principal del invento: Kevin S. Tenney.

Lo mejor que puede decirse de la peli es que no resulta especialmente vergonzosa. Y es que después de verla tiene uno la sensación de que una cuarta parte ya no resistiría el más mínimo análisis, puesto que esta tercera constituye una fotocopia gastada de los esquemas apuntados en las dos primeras. No hay la más mínima variación sustancial. Cosa que por un lado provoca que los seguidores de la serie no se sientan especialmente chasqueados, pero al mismo tiempo deja patente el indudable agotamiento de la fórmula.

El esqueleto argumental pues, no presenta la más mínima variación: un grupo de jóvenes que se ven arrastrados a una casa en plena noche de Halloween. Casa poseída (que no hechizada, como apunta uno de los personajes) por nuestra diablesa preferida. Una diablesa a la que los años parecen haberle hecho madurar y que ya no se marca coreografías excitantes a costa de música metálica, sino que esta vez prefiere unas tonalidades más pop (bienvenidos a la década de los noventa).


Por lo demás, previsibilidad a raudales. Kaufman es respetuoso con las características dosis de sexo, pero para mi gusto exagera un poco con las gotas de comedia, provocando una sensación bastante similar a la que producían los últimos episodios de la saga Elm Street, por ejemplo. Esto es, un carácter casi autoparódico, que no ayuda precisamente a erizar los pelos de la nuca.

Los efectos especiales, que como vimos en los dos capítulos pretéritos eran un agradable signo de distinción, fluctúan aquí entre lo conseguido y lo peligrosamente lindante con la odiosa digitalización típica de las producciones fantásticas de la segunda mitad de la década pasada. Por fortuna, el desastre no llega a producirse.

De la misma manera que en las dos anteriores había un momento característico que se convertía en seña de identidad (recordemos el pintalabios) aquí dicha secuencia más o menos memorable la protagoniza Angela efectuándole una profesionalísima felación a un revólver, con tales niveles de energía, que es capaz de extraer las seis balas por el cañón del arma alojándoselos en la boca, a través de la fuerza (demoníaca) de sus pulmones.

También encontramos algún que otro diálogo chispeante: "-Ahí están la jefa de las animadoras y su sombra", "-Vale, pues yo me tiro a la jefa y tú a la sombra", el ritmo narrativo en general es adecuado, amén de poseer una fotografía que al menos intenta mostrarse cuidada, pese a recordarnos demasiado a otros estilos visuales, con lo que presenta un cierto carácter impostado (planos picados, saturación cromática...)

Y, en general, el filme adolece de un tono demasiado integrado en la anodina década de los noventa, pese a la patente voluntariedad (no del todo conseguida) por conservar los distintivos ochenteros. Ahí es donde más se nota la dirección de un cineasta como Kaufman, eminentemente televisivo y cuya obra se centra precisamente en muestras tan características de esos años como las series "Otros límites" o "Stargate".


Así pues, como ha quedado dicho, no nos encontramos ante una tercera parte enteramente fallida, pero... Es más bien una cuestión de agotamiento. De que apenas hay aportaciones novedosas (por no decir ninguna) y por tanto una vez vista, no hay más remedio que pensar que se la podían haber ahorrado. Difícilmente podrá resultar atractiva a quien no disfrutase en su día con la original y con la segunda, en menor medida. De hecho, seguramente sin la presencia de Tenney vigilando el tema, esta "Demon House" sería algo muy cercano a un mero despropósito más parecido a un producto de "cajero automático de deuvedés" que de un entrañable "vídeo club ochentero".

1 comentario:

Rey Nova dijo...

Yo creo que de todas maneras le darè un vistazo. La demonia Angela me asustó lo suyo cuando era pequeño. Saludos.