viernes, 20 de junio de 2008

"No te vayas a dormir", de Richard Lang


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Don't Go to Sleep"/ Dirección: Richard Lang/ Guión: Ned Wynn/ Producción: Aaron Spelling y Douglas S. Cramer/ Fotografía: Chuck Arnold/ Montaje: Patrick Kennedy/ Música: Dominic Frontiere/ Dirección Artística: Paul Sylos/ Reparto: Dennis Weaver, Valerie Harper, Ruth Gordon, Robert Webber, Robin Ignico, Kristin Cumming, Oliver Robbins, Claudette Nevins, Marilyn Coleman. USA. 1982. Color. 90'

Esta película rodada para la televisión empieza con el plano de un coche atravesando las calles de una gran ciudad y dirigiéndose hacia las afueras de la misma. Al volante, Dennis Weaver. Un Dennis Weaver que se las promete muy felices, pero al que en cambio esperan una serie de acontecimientos a cual más terrorífico. Y no! No es "El diablo sobre ruedas"!!

Entre otras cosas, porque aquí Weaver no va solo, sino que le acompaña su familia: mujer y dos hijos. Estaría por ver quién se las hizo pasar más canutas, si el conductor diabólico de la peli de Spielberg, o los tiernos hijitos que le han tocado en suerte en ésta.

Detrás de la cámara, el veterano Richard Lang, que además de dirigir episodios de varias de las series más míticas de la televisión americana ("Los ángeles de Charlie", "Kung Fu", "Melrose Place"...) también atesora algún que otro largometraje (igualmente dirigido a la pequeña pantalla) tan estimable como aquel "Dark Mirror", con Jane Seymour, adaptando a los nuevos tiempos la misma trama que tan bien interpretó Olivia de Havilland en "A través del espejo", de Siodmak.


"No te vayas a dormir" es, fundamentalmente, un telefilme de aquellos que daba gusto ver hace años a través de la pequeña pantalla. Y que en muchas ocasiones alcanzaban un nivel cercano a cualquier gran estreno cinematográfico. El filme es una historia de terror más o menos tópica en cuanto a su punto de partida y desarrollo: familia que se traslada a una nueva casa y que rápidamente se verá asaltada por sucesos escalofriantes, con los niños como principales protagonistas de los mismos.

Sin embargo, situándola en su contexto adecuado, la película presenta rasgos más que interesantes. Por ejemplo un tratamiento de la figura de la familia como fuente de conflictos aterradores, que no es demasiado usual en el ámbito de la habitualmente conservadora televisión estadounidense. Aquí los fantasmas nacen del epicentro familiar, no son amenazas externas. Lo cual no deja de ser un punto de indudable interés, por lo novedoso y audaz que resulta.

Por lo demás, tampoco cuesta imaginar el impacto que en aquel momento (estamos hablando de principios de los ochenta) provocó el hecho de que uno de los niños del filme (en este caso la niña) sea presentada de la manera en que se hizo aquí. Digamos que choca un poco con la imagen que cualquier producto familiar y televisivo debería (sobre el papel) proyectar.

La película tiene sus puntos flacos. Es evidente que resulta bastante forzada la deriva anímica de los personajes en algunos momentos, ante hechos extremadamente dramáticos, igual que un cierto sentido del humor que en algunos pasajes se antoja metido con calzador. De la misma manera, el medio y la duración estandard impuesta provocan que el ritmo y la sucesión de acontecimientos discurran con excesiva rapidez, aligerando considerablemente la atmósfera. Tampoco Lang aporta una dirección que sobresalga de los parámetros establecidos, mostrando en todo momento un tono de telefilme imposible de disimular.

Eso sí, los momentos más terroríficos son tremendamente efectivos, cumpliendo con el cometido de inquietar. En ese aspecto, nada que envidiar a cualquier largometraje cinematográfico de nivel medio-alto. Lo mismo que las interpretaciones, absolutamente correctas, de profesionales con tanto bagaje como Valerie Harper, Ruth Gordon o Robert Webber, además del citado Dennis Weaver.


Con todo, tampoco sería justo elevar a los altares una película como ésta. Sin ir más lejos, no le llegaría a la suela de los zapatos al mencionado al principio filme de Spielberg. O sea que tampoco es que se trate de un hito de entre los telefilmes fantásticos tan habituales años atrás. Pero sí cumple perfectamente como entretenimiento disfrutable y más que digno.

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