sábado, 28 de junio de 2008

"Pacto de sangre", de Stan Winston


FICHA ARTÍSTICA:

Título Original: "Pumpkinhead"/ Dirección: Stan Winston/ Guión: Mark Patrick Carducci, Richard Weinman y S. Winston, sobre un poema de Ed Justin/ Producción: Bill Blake, Richard Weinman y Howard Smith/ Fotografía: Bojan Bazelli/ Montaje: Marcus Manton/ Música: Richard Stone/ Efectos Especiales: Grant Ardnt/ Reparto: Lance Henriksen, Jeff East, John D'Aquino, Kimberly Ross, Joel Hoffman, Cynthia Bain, Kerry Remsen, Florence Shauffler, Brian Bremer, George "Buck" Flower, Matthew Hurley, Lee De Broux, Peggy Walton-Walker. USA. 1988. Color. 84'

Acaba de fallecer, el pobre. Y bien se merece un pequeño homenaje. Uno de los más grandes diseñadores de efectos especiales de la historia del cine fantástico, con creaciones tan magníficas e inolvidables como las de "Aliens", "Depredador", "Parque Jurásico"... En fin, un auténtico genio. Que tuvo tiempo incluso de hacer sus pinitos detrás de las cámaras y regalarnos productos tan entrañables como éste y personajes asimismo tan simpáticos como el temible Pumpkinhead.

El hecho de que un tipo posea tantísima imaginación como la que tenía Stan Winston, se refleja a la perfección en los aspectos que presenta esta película (inicio de una saga, de hecho, aunque Winston tan sólo dirigiera la primera). Porque se trata de un filme repleto de estupendas ideas. Modesto en cuanto a medios, pero con todo el encanto y el talento de su director, aplicados a contar una historia tan terrorífica y peculiar, que sobretodo vista ahora, en esta época en que la imaginación dentro del cine de terror brilla por su ausencia, es un bonito regalo.

Se narran los avatares de un padre (Lance Henriksen) que ha visto morir a su pequeño hijo a manos de un grupo de jóvenes. Ante eso, no dudará en pedir la ayuda de un terrible demonio, a través del contacto con una no menos aterradora bruja. Las consecuencias serán tan horrorosas como es de suponer.


Seguramente el aspecto en el que la película adolece de una mayor debilidad es en el terreno propiamente de la dirección, demostrando todo el carácter de obra primeriza (y casi única, por desgracia). Eso lo vemos sobretodo en una falta de consistencia y de continuidad narrativas, que producen una cierta sensación de ritmo deslavazado y de secuencias algo inconexas. Aún así, el argumento resulta tan interesante y la atmósfera está tan bien reflejada, que esas ligeras deficiencias apenas se notan, ni molestan.

Una atmósfera, la de "Pacto de sangre", que nos remite directamente a la literatura de gente como Algernon Blackwood, con bosques sarmentosos y oscuros, ambientes recargados, con una acentuada utilización de diferentes tonos azules y rojizos, dotando a la película de una identidad muy reconocible y hermosa, que en algunos momentos, especialmente en los planos generales, nos transporta a una imaginería visual cercana a la de la fantasía.

Por otro lado, la presencia de la temible criatura, Pumpkinhead, es casi un autoguiño de Winston hacia algunas de sus propias creaciones. Y es que el aspecto del bicho nos recuerda indefectiblemente a los de Alien o Depredador. Está tan bien hecho como aquellos, aunque como comentaba anteriormente, los medios fuesen mucho más escasos. En ese sentido, "Pacto de sangre" es una evidente serie b, pero con efectos de primerísimo nivel, situándose muy por encima de otros productos típicos de vídeoclub.

En cuestión de interpretaciones, no se trata de una obra en la que éstas tengan demasiada importancia. Henriksen (de nuevo "Alien" asoma la cabeza) muestra su estupendo registro de tipo curtido y duro, perfectamente dispuesto a recorrer los caminos que le lleven al mismísimo infierno, pero asimismo con un cierto aire dramático muy enternecedor.

Hablaba en términos elogiosos del guión y es que no puede ser para menos. El argumento tiene mucho más que ver con el terror literario de principios del siglo XX, que con las tópicas historias ochenteras, que es la época a la cual pertenece el filme, al fin y al cabo. Un argumento basado, por cierto, en un poema de Ed Justin.


Así pues, tan sólo lamentar una vez más desde aquí la muerte del querido Stan Winston, sin el mérito y el talento del cual, muchas de las que han quedado como obras señeras y primordiales del fantástico moderno, no serían lo que son. Y expresar la tristeza de que en vida no se pusiese más veces en la silla de director, para regalarnos obras tan entretenidas y simpáticas como "Pacto de sangre".

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