martes, 16 de febrero de 2010

"Dragon Head", de Joji Lida


FICHA ARTÍSTICA:

Título original: "Doragon Heddo"/ Dirección: Joji Lida/ Guión: M. Nakamura, H. Saito y J. Lida, sobre un manga de M. Mochizuki/ Producción: Takashi Hirano/ Fotografía: Junichiro Hayashi/ Montaje: Masahiro Onaga/ Efectos Visuales: Masaru Tateishi/ Intérpretes: Satoshi Tsumabuki, Sayaka, Takayuki Yamada, Nahoito Fujiki, Yoshimasha Kondo, Kyusaku Shimada, Minori Terada, Jinpachi Nezu. Japón. 2003. Color, 122'.

Ésta podría ser perfectamente una de las reseñas más cortas de la historia. Desde luego, la película lo merecería. Aunque sólo fuese como contrapunto al mayor lastre que tiene: su interminable e injustificable metraje. Pero bueno, como se trata de hablar un poco de qué se puede encontrar (o no) dentro de cada filme, me extenderé un poquito más.

Partimos de la base de que nos hallamos ante una adaptación. La adaptación de un manga de apreciable éxito, obra de Minetaro Mochizuki.

Dicho manga nos narra la epopeya de tres adolescentes que sobreviven a un extraño y terrible accidente de tren subterráneo y que, tras emerger a la superficie se encontrarán con un escenario totalmente apocalíptico y devastador.

Con alguna que otra influencia de clásicos como "El señor de las moscas", "Dragon Head" pasa por ser una más de las historias post-apocalípticas que de vez en cuando nos regala el género fantástico, ya sea en literatura o en cine.

Lo que ocurre, es que en esta ocasión, el material de partida es tan escaso, que tanto los diez volúmenes de que consta el manga, como las dos horas y pico de película, se hacen insoportables, eternas.

En ese sentido, como adaptación, la película se ajusta perfectamente a la obra original. Todo está contado al mismo ritmo. Igualmente puede decirse de los personajes, fielmente retratados y (esto ya es una opinión personal) a cual más insoportable. Se dedican básicamente a darse gritos y arrastrarse de un lado a otro, sin que el espectador empatice para nada con ellos. Pero eso ya estaba así en el manga, que tras la primera sensación de intriga y una atmósfera de peligro latente no del todo desdeñable, se hundía por completo en el tedio.

Es innegable, además, que el filme de Joji Lida es no sólo respetuoso con la historia, sino que visualmente muestra un aspecto muy trabajado, erigiéndose este punto en lo más destacable de la película.

Por lo demás, del mismo modo que al cómic de Mochizuki le sobraría perfectamente la mitad de su extensión (siendo espléndidamente generoso), con la peli sucede igual. Lida se toma un espacio de tiempo a todas luces exagerado para ilustrar una obra que apenas daba para más de hora y cuarto. Así pues: como adaptación, muy correcta. Como película, un coñazo absoluto.

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