sábado, 20 de febrero de 2010

"Los colmillos del lobo", de Fred F. Sears


FICHA ARTÍSTICA:

Título original: "The Werewolf"/ Dirección: Fred F. Sears/ Guión: James B. Gordon y Robert E. Kent/ Producción: Sam Katzman/ Fotografía: Edward Linden/ Montaje: Harold White/ Música: Mischa Bakalaeinikoff/ Maquillaje: Clay Campbell/ Intérpretes: Steve Ritch, Don Megowan, Joyce Holden, Eleanore Tanin, Kim Charney, Harry Lauter, Larry J. Blake, Ken Christy, James Gavin, S. John Launer, George Lynn, George Cisar, Marjorie Stapp, Fred Sears. USA. 1956. B/N, 79'.

Ahora que Benicio del Toro y Joe Johnston han vuelto a poner en el mapa la que es, seguramente, la menos prolífica de todas las clásicas criaturas del terror de la Universal, no está de más repasar algunos de esos filmes más o menos ignotos para el gran público que se corresponden con la misma temática. Y es que ya está bien de tanto vampiro, demonios.

"Los colmillos del lobo" es una producción típica de los años cincuenta, dentro del género de terror. Reconocible, del mismo modo que lo son las clásicas historias de CF de la misma época. Casi siempre con claras trazas de serie B y caracterizadas todas ellas por presentar una narración tan ingenua y carente de pretensiones, como imaginativa y simpática.

Fred Sears es un auténtico especialista en este tipo de productos. Ya sea como actor o como director. Ahí está la archifamosa "La Tierra contra los platillos volantes", un auténtico clásico de la CF de los cincuenta.

De hecho, el tratamiento que aquí Sears otorga a la figura del hombre lobo o licántropo bebe de algunas fuentes lindantes a la Ciencia Ficción. Y es que por ahí anda suelto también un mad doctor que, de hecho, es el responsable último de la licantropía que sufre el protagonista. Un Sears que, por cierto, aquí se reserva el papel de narrador de la historia, como voz en off que otorga mayor clasicismo a la propuesta.


Digamos que la forma en que se desarrollan los acontecimientos del filme lo emparentan, en cuanto a su esquema y estructura, con el cine negro. De hecho, si elimináramos el aspecto terrorífico del personaje, casi podría tratarse del típico fugitivo que es buscado por toda una pequeña comunidad mientras él trata de escabullirse de dicha persecución. A eso se reduce básicamente la trama. Sin embargo, tampoco está exenta la cinta de algún que otro elemento dramático, que le otorga indudable consistencia.

Aspectos siempre importantes en este tipo de películas, como el maquillaje, están suficientemente bien tratados. Estamos hablando, lógicamente, de una obra de artesanía que aún estaba muy lejos de la irrupción de avances y genios como Rick Baker. En ese sentido, el maquillaje del hombre lobo aquí nos puede recordar perfectamente tanto a las clásicas obras de Terence Fisher, como a nuestro hombre lobo particular, Paul Naschy.

Por lo demás, "Los colmillos del lobo" es un filme modesto, que no pretende más que hacer pasar un rato entretenido a todos los amantes del terror clásico en blanco y negro. Y desde luego, lo consigue. Como ha quedado dicho, en tiempos como estos, en que el 90% del género parece copado por los vampiros o los zombies, siempre es agradable profundizar en otro tipo de personajes e historias.

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