lunes, 22 de febrero de 2010

"End of the Line", de Maurice Devereaux


FICHA ARTÍSTICA:

Título original: "End of the Line"/ Dirección y Guión: Maurice Devereaux/ Producción: Adrien Morot y M. Devereaux/ Fotografía: Denis Noel-Mostert/ Montaje: M. Devereaux/ Música: Martin Gauthier/ Diseño de Producción: Jean-Philippe Hebert/ Intérpretes: Ilona Elkin, Nicolas Wright, Neil Napier, Emily Shelton, Tim Rozon, Nina Fillis, Joan McBride, Danny Blanco, John Vamvas, Robin Wilcock, Kent McQuaid, Robert Vézina, David Schaap. Canadá. 2007. Color, 90'.

Si en el cine de terror un aspecto es fundamental a la hora de introducir al espectador en un estado anímico determinado, ése es el escenario. El lugar donde los acontecimientos van a tener lugar. Eso lo sabían muy bien los góticos. De ahí que los castillos, mansiones o casas encantadas fuesen escenarios habituales a la hora de situar la acción.

Con el paso de los años, los creadores han seguido imaginando posibles entornos proclives a la tensión y que, de alguna forma, añadiesen a la trama un elemento más de interés. De este modo, las carreteras desérticas, los campus de las universidades, etc. se han ido añadiendo a la colección de los escenarios recurrentes del género.

Y si nos situamos en las grandes ciudades, ¿qué lugar más sugerente (y no demasiado explotado aún) podemos encontrar que el Metro? Especialmente a según qué horas y en determinadas circunstancias.

Eso es lo que hace en este filme canadiense Maurice Devereaux para situar su particular odisea terrorífica. Una odisea que sufrirán algunos ocupantes de un convoy metropolitano a la hora de enfrentarse (huir más bien) de un grupo de sectarios asesinos que andan sueltos y se dedican a "convertir" a todo lo que se mueve. A convertirlos en fiambre, básicamente.

La protagonista se verá metida de lleno en esa pesadilla, sumándose a las premoniciones y visiones de horror que la joven viene arrastrando últimamente. Y lo hará en compañía de varios personajes (más o menos prototípicos y esquemáticos) mientras todos ellos tratan de escapar de sus sanguinarios perseguidores recorriendo las interioridades de ese paisaje suburbano y opresivo.

Seguramente lo más destacable de "End of the Line" es su ritmo vertiginoso y su truculencia. Devereaux no escatima violencia y horror explícito. Bajo un esquema que bien podría asemejarse a las tramas de zombies o infectados (en este caso, las criaturas sedientas de sangre son religiosos histéricos, como ha quedado dicho), la película transita por los terrenos narrativos más o menos actuales, sin rehuir sustos gratuitos y un guión que en los primeros momentos da la sensación de estar bastante más elaborado de lo que resulta ser a la postre.

Dicho guión, por cierto, nos reserva una pequeña sorpresa final que no conviene desvelar y que si no contribuye a que la sensación global del filme sea más positiva (nos hallamos ante una obra correctita, sin más), sí por lo menos deja un cierto regusto agradable.

En todo caso, "End of the Line" es un producto muy del momento, con todo lo bueno y lo malo que tiene dicha expresión. Por lo menos no es un remake ni una secuela, aunque en todo momento nos recuerde a muchas otras cosas, a pesar del esfuerzo por evidenciar cierta originalidad. No recomendable para fundamentalistas religiosos, ni para embarazadas con claustrofobia.

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