miércoles, 24 de febrero de 2010

"Messengers 2", de Martin Barnewitz


FICHA ARTÍSTICA:

Título original: "Messengers 2: The Scarecrow"/ Dirección: Martin Barnewitz/ Guión: Todd Farmer/ Producción: Andrew Pfeffer/ Fotografía: Lorenzo Senatore/ Montaje: Matt Michael/ Música: Joseph LoDuca/ Diseño de Producción: Bobby Michaels/ Efectos Especiales: Ryan Spike Dauner/ Intérpretes: Norman Reedus, Heather Stephens, Claire Holt, Richard Riehle, Darcy Fowers, Matthew McNulty, Laurence Belcher, Vladimir Yossifov, Michael McCoy, Kalina Green, Erbi Ago. USA. 2009. Color, 90'.

¿Necesitaba la primera película de los Hermanos Pang en Estados Unidos una secuela? Pregunta irrelevante. Las secuelas se hacen, independientemente de lo necesarias que sean. Aunque sea para mandarlas directamente al mercado videográfico, como sucede en este caso.

Poca importancia tiene que la primera de la saga no fuese especialmente notable, o que tampoco arrastrase a las masas al cine. En lugar de arriesgarse a partir de cero y tratar de construir un filme que se valore por sí mismo, hay que aprovechar un título que ya esté en circulación.

En realidad, si el título fuese otro y nadie nos dijese que esto es una secuela (precuela, más propiamente) de "The Messengers", tampoco nos daríamos cuenta, lo cual no deja de resultar paradójico, teniendo en cuenta que el guionista es el mismo. Pues bien, ni siquiera él se sirve del filme anterior para elaborar un guión mínimamente bien relacionado.

Y es que "Messengers 2" pasa por ser básicamente otra de esas tramas de horror rural, que ni siquiera es original a la hora de situar la narración en pleno campo de maíz (ahí está la célebre saga iniciada por el relato de Stephen King, su primera adaptación y luego toda la serie). Tampoco en el desarrollo del argumento, que nos podría recordar a cien mil argumentos similares.

La cosa va de: llegar una familia a una casa de campo para empezar una nueva vida, colocar a un espantapájaros en el maizal, empezar a suceder cosas extrañas y la familia que se rompe a causa de los acontecimientos y del aparente hechizo o subyugamiento que sufre el padre propiciado por una influencia maligna, aspecto que lo sitúa en contra de su esposa e hijos.

A diferencia de la peli de los Pang, en que los hechos acaecían principalmente en el interior de la casa, aquí casi todo ocurre en el exterior, a cielo abierto. El danés Martin Barnewitz se sirve de toda la iconografía habitual en estos casos (maíz, espantapájaros, cielos amenazantes...) para conseguir cierta atmósfera de terror y contarnos, con la ayuda de un reparto que, sin ser para tirar cohetes, sí está bastante apañadito (Norman Reedus, Heather Stephens...) esta historia de limitado alcance.

Un alcance limitado, por cuanto no va más allá que cualquier otro pasatiempo de similares características y por cuanto cumple fehacientemente con el infalible axioma de que las secuelas no suelen estar a la altura de las primeras películas. Con el agravante (que tampoco es nuevo) de que, en este caso, la original tampoco era nada del otro jueves.

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