sábado, 27 de febrero de 2010

"No miréis en el sótano", de S.F. Brownrigg


FICHA ARTÍSTICA:

Título original: "Don't Look in the Basement"/ Dirección: S.F. Brownrigg/ Guión: Tim Pope/ Producción: Walter L. Krusz y S.F. Brownrigg/ Fotografía: Robert B. Alcott/ Montaje: Jerry Caraway/ Música: Robert Farrar/ Dirección Artística: Linda Pendleton/ Efectos Especiales: Jack Bennett/ Intérpretes: Rosie Holotik, Bill McGhee, Jessie Lee Fulton, Robert Dracup, Harryette Warren, Michael Harvey, Jessie Kirby, Hugh Feagin, Betty Chandler, Camilla Carr, Gene Ross, Annabelle Weenick y Rhea MacAdams. USA. 1973. Color, 93'.

Película absolutamente curiosa, deliciosa y a descubrir.

Las historias de terror en manicomios siempre han tenido mucha tirada. Pero cuando uno se pone a rebuscar entre ellas, se da cuenta de que tampoco existe un número demasiado elevado de muestras realmente valiosas, cinematográficamente hablando. Pues bien, sin ningún género de duda, "No miréis en el sótano" tiene todos los ingredientes adecuados para convertirse en una de ellas.

Y eso a pesar de que ya tiene sus añitos. Pero la fuerza, la intensidad de sus imágenes y su poderío narrativo permanecen intactos.

El planteamiento es más o menos tópico. Una nueva enfermera llega a una institución mental y a través de ella, o a través de sus ojos, iremos conociendo a toda la "fauna" que habita el lugar. Pacientes y médicos que, en un momento dado, pueden ser perfectamente intercambiables, a la hora de inspirar temor o inquietud.

A pesar de ese aspecto tópico y previsible de la historia, así como del patente bajo nivel presupuestario, Brownrigg es capaz de conseguir una narración que en ningún momento deja de transmitir mal rollo. Los pacientes, por tal y como están construidos, así como por lo bien interpretados, resultan auténticamente temibles, muy creíbles. En cualquier momento puede suceder cualquier cosa, es algo que se masca desde el principio.


El guión, por cierto, lo firma Tim Pope, en su única experiencia en este sentido, ya que luego se dedicó a filmar numerosas películas musicales, videoclips, etc. de bandas y figuras de primerísimo nivel, como The Cure, Queen, David Bowie, Iggy Pop... además de la secuela de "The Crow".

Aunque la truculencia tan sólo asome en momentos muy determinados de "No miréis en el sótano", lo hace de un modo harto contundente, como debe ser. Y el clímax final, en especial, es de los que permanecen en la retina durante bastante tiempo. En ese sentido, el equilibrio entre el terror psicológico y el más directo y explícito resulta magnífico.

Y es curioso, porque no estamos ante una película diseñada con ínfulas o con pretensiones de cariz trascendental. Es más bien una obra concebida más bien como un "grand guignol" al estilo Curtis Harrington ("Qué le pasa a Helen?", "¿Qué sucedió con Tía Roo", "Ruby", etc.) Pero, en cambio, su efectividad a la hora de inspirar tensión resulta mucho más elevada que en otros casos más ambiciosos y a la postre mucho más fallidos. De nuevo, el terror de los años setenta. Sin concesiones a la galería. Si una película pretende ser enfermiza, lo es sin medias tintas.

El reparto merece una mención especial. Empezando por la guapísima protagonista, Rosie Holotik, dicho elenco está integrado por intérpretes muy desconocidos, pero sin embargo su trabajo es meritorio.


Es muy posible que el buen resultado que la película consigue esté logrado por el modo en que está planteada la narración. A pesar de que los niveles de tensión son crecientes, desde la primera secuencia hasta la última hay momentos inquietantes. De este modo, el comportamiento totalmente imprevisible de los locos hace que, aunque todo parezca encaminado al citado clímax final, el desarrollo sea igualmente interesante.

En definitiva, "No miréis en el sótano" es una de esas pequeñas piezas de bajo presupuesto, pero larguísimo alcance. De modo que aún, a día de hoy, puede ser disfrutada en todo su terrorífico y malsano esplendor.

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